Aquel mismo día, después de mi conversación con Jennyfer llena por su parte de resentimiento, ira y chantaje emocional, acabé en un hostal del centro compartiendo habitación con diez personas más en un espacio pequeño y con tan solo un baño para todos. Ella había llamado a su querido padre que se había presentado en nuestro piso compartido de Dublín para decirme a gritos lo miserable y lo mal hombre que era, propio de ser un italiano vinculado con una vida en Nápoles confusa y que solo se había aprovechado de su hija inocente dejándola embarazada y desamparada. Jamás me había sucedido algo tan retorcido y había tenido que contenerme para no partirle la cara, sobre todo cuando me había llamado italiano de m****a, pero había decido irme y después de aquello había enviado un mensaje a la compañera que manejaba la renta. Lo sorprende fue cuando ella misma me contestó un mensaje pasivo agresivo diciendo entre líneas claramente lo mal que había tratado a Jennyfer, lo mala persona que era y
La notícia de que mi hermano Savio había sido asesinado a manos de hombres de nuestros enemigos, los griegos, corrió como la pólvora por todo Nápoles. Justo antes de eso llegó a mi, por parte de mi hermano Adriano, quien me lo dijo devastado a través de una llamada triste. Tuve que dejar el hostal pagado y los papeles de la universidad a medio hacer, para salir corriendo con el vuelo más próximo a mi maldito hogar, Nápoles, y estar junto a mi madre y preparar el funeral. _Marco _ mi madre se lanzó a mis brazos, rota de dolor, nada más entré por la puerta de la nuestra enorme casa familiar. Estaba destrozada, nunca una madre debería pasar por algo tan doloroso. _Madre _ dije estrunjándola sobre mi fuerte pecho, y sentí sus lágrimas empañar mi camiseta blanca. _No puedo vivir con este dolor tan grande en el corazón. Yo no supe que contestar, no había respuesta posible y me quedé callado. Yo también estaba sufriendo, era mi hermano, había crecido junto a él, y a pesar de su person
_Yo abriré la puerta, solamente espera _ dijo una voz calmada que sonó justo a mis espaldas. Al girarme me costó varios instantes darme cuenta de quién era aquel muchacho algo más joven que yo. Era Adriano, el hermano pequeño de Marco... y también el mío. Era algo muy extraño haber descubierto que compartíamos un hermano, alguien que llevaba la misma sangre de ambos, aunque supongo que también lo fue para él descubrir que yo no era su prima y que se había enamorado de mí. _No es necesario que me lleve nadie _ dije entre sollozos aunque intentando tranquilizarme delante de aquella presencia que no esperaba. _Señorita, es peligroso que vayas sola por Nápoles ¿Creo que estarás enterada de todo lo que estás sucediendo por mi hermano? _ dijo serio. Él ni si quiera me consideraba ya un familiar lejano, aunque seguro era muy consciente de mi historia, pero era normal, creo que ni si quiera lo recordaba,... quizás nuestras familias lo evitaron a toda costa, pensando que era por nuestro pr
Entendía perfectamente que Elisabeth desease huir de mí, alejarse de mi lado para siempre, yo no la merecía, ella merecía definitivamente a alguien mejor que yo, que la respetase y que no estuviese directamente involucrado con la familia de sus violadores. Lo habíamos intentando todo pero empezaba creer que nuestra relación era m*****a y que sería totalmente imposible estar juntos. No era que hubiese dejado de luchar, solamente decidí otorgarnos un tiempo, que realmente era necesario si deseabamos intentar sanar mutuamente nuestras almas y nuestros corazones. Y debia dejarla ir, ya que a mi lado ella no era feliz, porque siempre sin ser consciente de ello yo terminaba lastimándola. Esa decisión de verdadero amor y respeto la decidí después de intentar contactarla cientos de veces con llamadas que nunca cogió y mensajes que tampoco contestó, y era completamente normal, estaba increiblemente herida. Yo sabía que ella luchaba con todas sus fuerzas por también alejarse de mi, porque yo e
Justo en aquellos momentos, en los más complicados y decisivos, en nuestras vidas y en la situación sanguinaría en Nápoles, debía pasar aquello... un embarazo imprevisto y que jamás hubiera esperado por la que había sido hasta hacía muy poco la novia de Marco, la irlandesa... debo admitir que intenté no odiarla, pero no pude conseguir lo mismo hacia él. ¿Cómo había sido capaz de hacerme eso? Marco había destrozado de nuevo mi vida y estabilidad, para complicar todo mi mundo aún más y dejarme desolada. No podía volver a verlo. Lo nuestro había terminado. Para siempre. Si tanto me amaba... ¿Por qué no había tenido el mínimo cuidado de utilizar precauciones y no embarzar a aquella chica a la que decía no querer de verdad? Realmente me había engañado, y si yo siempre que estaba con él experimentaba aquel nivel de sufrimiento interno lo nuestro no podía ser amor verdadero. _El amor no debe dañarte Elisabeth _ me dijo mi psicoterapeuta, después de comprar mi casa comencé a asistir con se
Nunca imaginé que todo acabaría de esa manera entre nosotros, alejados de nuevo, yo volviendo a Irlanda y ella a España, dejando Italia y el dolor que nos producía atrás, y dejando a un lado el enorme amor que sentíamos el uno por el otro, porque era definitivamente lo mejor que podíamos hacer. Yo había decidido que no podía retenerla más, que debía dejarla marchar porque sin quererlo mi familia e inclusive yo le había provocado demasiado dolor, y que si teníamos que estar juntos el destino se encargaría de unirnos de nuevo. _Todo irá bien _ Adriano me abrazó después de aquellas palabras con fuerza, nunca antes habíamos estado tan unidos. Supongo que al salir a la luz los secretos oscuros que habían puesto en jaque mate a nuestra familia y haber luchado mano a mano para defender de los griegos lo que era nuestro, nos había unido por primera vez como auténticos hermanos. Aunque no lo fuesemos del todo... pero yo sentía que lo erámos más que nunca. El habia madurado, no estaba intere
Cuando cogí aquel avión aún no lo había aceptado, mentiría si en aquel momento ya era consciente de que mi historia con Elisabeth estaba acabada... dentro de mi quería pensar que un lazo invisible e irrompible nos unía, y que de alguna manera especial y mágica nuestros caminos volverían a unirse. Pensar en un futuro para siempre sin ella era algo a lo que no estaba preparado para enfrentarme, definitivamente aquello me dejaría incluso más desolado de lo que ya estaba. Justo entonces, mientras yo pensaba en ella una y otra vez, desde la cabina anunciaron a todos los pasajeros que abrocharamos nuestros cinturones de seguridad, en tan solo unos minutos aquel avión que me llevaría de vuelta a Irlanda despegaría de nuevo. Pude observar como la chica, bastante joven que estaba sentada a mi lado, se tapaba la cara con ambas manos y respiraba con dificultad y eso hizo que dejase de pensar por un segundo._¿Te encuentras bien?_Es una crisis... siento mucha ansiedad de volar, odio las altura
Desde la ventanilla pude vislumbrar como el sol estaba a punto de poner sobre eternos paisajes de un verde intenso, y desde la cabina anunciaron que en diez minutos sería el momento del aterrizaje. _¿Volverás a darme la mano?Me dijo ella. _¿También te da pánico cuando el avión aterriza? _Sí, aunque prefiero cuando baja... cuando sube es peor para mi. Pero de todas formas paso miedo igual. Cuando ambos pasamos los controles de seguridad, los dos nos dispusimos algo tristes a despedirnos. Era extraño como mi viaje había sido muy interesante junto aquella niña, podía haber sido mucho más aburrido y deprimidente, pero hablar con ella me habia gustado, incluso me provocaba algo de lástima tener que decirle adiós. _Me ha gustado hablar contigo Marco, espero que te vaya muy bien en la universidad. _Gracias, cuídate pequeña e intenta trabajar tu pánico a los aviones. Dije a modo sarcástico justo antes de sonreírle. Ella también sonrió , luego me dijo un adiós bajo y se alejó de mi len