Aquello fue lo peor que pudo sucederme, siempre había pensado que en un futuro sería padre, y uno bueno, no como mi hermano Savio que siempre andaba en fiestas privadas y con mujeres que saciaban sus impulsos, sin presentar nada de caso a su familia y perdiéndose cada uno de los momentos importantes de sus hijos. Yo no querría ser un padre ausente como él, quería ser definitivamente uno bueno que estuviese en cada momento de necesidad que tuviese mi pequeño, incluso cuando se convirtiese en adulto. Tampoco deseaba ser uno como mi padre, ni mucho menos, que tomase decisiones que afectasen y perjudicasen la vida de otros, sin principios ni valores... ni tampoco intentaría manejar la vida de mis hijos y mandar hasta en sus futuros matrimonios haciendo que simplemente fuesen puros negocios económicos. De todas formas, la realidad era que yo no quería que sucediese eso, no quería tener una hijo así, sin planificarlo de verdad... o al menos sin desearlo y con una mujer que no era ella, qu
En aquel instante, prácticamente en menos de un segundo uno de los hombres sacó una pistola de alguna parte oculta de su vestimenta. Yo no supé como lo hice ni cómo pude ser tan rápido, supongo que porque estaba en un estado de hipervigilancia y alerta inmensa desde que habíamos dejado la villa priincipal de los De Luca atras, pero practicamente una milesima de segundo después saqué la mía del bolsillo para disparar lo antes posible. Él disparó primero, directamente a Savio, justo en pleno pecho, en un punto cercano del corazón, y este en el acto cayó de espaldas como si su cuerpo ya no pesase absolutamente nada. Mi bala fue mortal contra el contrincante y pude ver la mirada sorprendida negativamente del otro justo antes de suplicar por su vida. _No, no, no, espera, espera por favor... Pero mi bala atravesó la zona frontal de su abdomen sin ni siquiera darle el privilegio de ser contestado. Todo había sido una trampa, aquel encuentro disfrazado de reunión de negocios sucios y turbu
Jennyfer no aceptó aquello, sabía que todo no podría ser tan fácil... a ella aquellas palabras no le parecieron nada bien, su rostro reflejó primero confusión y después ira, algo que nunca antes había visto en ella. Realmente con aquella historia me di cuenta de que no la conocía lo suficiente, había confiado demasiado rápido en ella, porque yo estaba en una situacion muy vulnerable cuando la habia conocido y solo buscaba afecto y olvidar el pasado. _¿Pero qué estás diciendo Marco? Yo me quedé callado porque ya lo había dicho todo, la verdad, un acto de sinceridad absoluta con todo mi corazón. Y era malo ser por una vez honesto Que prefería que le declarase amor eterno y fuese mentira y continuase secretamente viendo a Elisabeth, al único amor de mi vida, en cualquier ocasión posible. _No puedes hacerme esto. ¡No puedes hacer esto! Dijo gritando como una niña pequeña malcriada. Yo respiré profundamente no quería que se alterase pero me costaba no enfadarme muchísimo yo también. ¿
Aquel mismo día, después de mi conversación con Jennyfer llena por su parte de resentimiento, ira y chantaje emocional, acabé en un hostal del centro compartiendo habitación con diez personas más en un espacio pequeño y con tan solo un baño para todos. Ella había llamado a su querido padre que se había presentado en nuestro piso compartido de Dublín para decirme a gritos lo miserable y lo mal hombre que era, propio de ser un italiano vinculado con una vida en Nápoles confusa y que solo se había aprovechado de su hija inocente dejándola embarazada y desamparada. Jamás me había sucedido algo tan retorcido y había tenido que contenerme para no partirle la cara, sobre todo cuando me había llamado italiano de m****a, pero había decido irme y después de aquello había enviado un mensaje a la compañera que manejaba la renta. Lo sorprende fue cuando ella misma me contestó un mensaje pasivo agresivo diciendo entre líneas claramente lo mal que había tratado a Jennyfer, lo mala persona que era y
La notícia de que mi hermano Savio había sido asesinado a manos de hombres de nuestros enemigos, los griegos, corrió como la pólvora por todo Nápoles. Justo antes de eso llegó a mi, por parte de mi hermano Adriano, quien me lo dijo devastado a través de una llamada triste. Tuve que dejar el hostal pagado y los papeles de la universidad a medio hacer, para salir corriendo con el vuelo más próximo a mi maldito hogar, Nápoles, y estar junto a mi madre y preparar el funeral. _Marco _ mi madre se lanzó a mis brazos, rota de dolor, nada más entré por la puerta de la nuestra enorme casa familiar. Estaba destrozada, nunca una madre debería pasar por algo tan doloroso. _Madre _ dije estrunjándola sobre mi fuerte pecho, y sentí sus lágrimas empañar mi camiseta blanca. _No puedo vivir con este dolor tan grande en el corazón. Yo no supe que contestar, no había respuesta posible y me quedé callado. Yo también estaba sufriendo, era mi hermano, había crecido junto a él, y a pesar de su person
_Yo abriré la puerta, solamente espera _ dijo una voz calmada que sonó justo a mis espaldas. Al girarme me costó varios instantes darme cuenta de quién era aquel muchacho algo más joven que yo. Era Adriano, el hermano pequeño de Marco... y también el mío. Era algo muy extraño haber descubierto que compartíamos un hermano, alguien que llevaba la misma sangre de ambos, aunque supongo que también lo fue para él descubrir que yo no era su prima y que se había enamorado de mí. _No es necesario que me lleve nadie _ dije entre sollozos aunque intentando tranquilizarme delante de aquella presencia que no esperaba. _Señorita, es peligroso que vayas sola por Nápoles ¿Creo que estarás enterada de todo lo que estás sucediendo por mi hermano? _ dijo serio. Él ni si quiera me consideraba ya un familiar lejano, aunque seguro era muy consciente de mi historia, pero era normal, creo que ni si quiera lo recordaba,... quizás nuestras familias lo evitaron a toda costa, pensando que era por nuestro pr
Entendía perfectamente que Elisabeth desease huir de mí, alejarse de mi lado para siempre, yo no la merecía, ella merecía definitivamente a alguien mejor que yo, que la respetase y que no estuviese directamente involucrado con la familia de sus violadores. Lo habíamos intentando todo pero empezaba creer que nuestra relación era m*****a y que sería totalmente imposible estar juntos. No era que hubiese dejado de luchar, solamente decidí otorgarnos un tiempo, que realmente era necesario si deseabamos intentar sanar mutuamente nuestras almas y nuestros corazones. Y debia dejarla ir, ya que a mi lado ella no era feliz, porque siempre sin ser consciente de ello yo terminaba lastimándola. Esa decisión de verdadero amor y respeto la decidí después de intentar contactarla cientos de veces con llamadas que nunca cogió y mensajes que tampoco contestó, y era completamente normal, estaba increiblemente herida. Yo sabía que ella luchaba con todas sus fuerzas por también alejarse de mi, porque yo e
Justo en aquellos momentos, en los más complicados y decisivos, en nuestras vidas y en la situación sanguinaría en Nápoles, debía pasar aquello... un embarazo imprevisto y que jamás hubiera esperado por la que había sido hasta hacía muy poco la novia de Marco, la irlandesa... debo admitir que intenté no odiarla, pero no pude conseguir lo mismo hacia él. ¿Cómo había sido capaz de hacerme eso? Marco había destrozado de nuevo mi vida y estabilidad, para complicar todo mi mundo aún más y dejarme desolada. No podía volver a verlo. Lo nuestro había terminado. Para siempre. Si tanto me amaba... ¿Por qué no había tenido el mínimo cuidado de utilizar precauciones y no embarzar a aquella chica a la que decía no querer de verdad? Realmente me había engañado, y si yo siempre que estaba con él experimentaba aquel nivel de sufrimiento interno lo nuestro no podía ser amor verdadero. _El amor no debe dañarte Elisabeth _ me dijo mi psicoterapeuta, después de comprar mi casa comencé a asistir con se