Cociné una pasta rápida, yo nunca fui un buen cocinero pero, en cambio, por Elisabeth era capaz de convertirme y mejorar en cualquier aspecto. Ella pareció disfrutar con el sabor del tomate picante, lo había llenado bastante de especias, los spaguetti estaban en el punto exacto de coccion, no demasiado duros, ni demasiado blandos, simplemente con la textura exacta, como sabíamos hacerlo solo los italianos del sur de Italia. _¿Te gustan?_ pregunté ya sabiendo la respuesta. _¿Tú qué crees?_ dijo con brillo en los ojos, definitivamente había recuperado su energía. _¿Me llevarás al mar o no? Tengo que suplicarte más . Dijo ironica. _Primero termínate la pasta y luego veremos. Le dije siguiendo su mismo tonoirónicoo. Había dejado el balcón abierto, la playa estaba completamente desierta, en aquella estación ya no había turistas y aquel lugar parecía un verdadero paraíso, solo para nosotros dos, y que nos permitía escapar del mundo triste y destructivo que compartíamos. Al poco tiemp
No podía imaginar como sería separarme de ella, aunque lo nuestro hubiese sido inestable saber que continuaba en Italia me había dado una especie de alivio durante aquellos meses. Elisabeth me hizo un gesto con la mano para que entrase con ella al mar, yo me había quedado observandola en la arena fina que estaba templada, el día era caluroso pero no demasiado, ella estaba bronceada, preciosa y su pelo negro se había mojado por completo por las olas. El mar no estaba en calma, estaba algo revuelto como nuestras propias emociones y el caos que había pasado a ser dueño de nuestras vidas y corazones. Me incorporé, me deshice la camiseta y me quité el pantalón pirata deportivo que me había dejado, quedándome solamente en calzoncillos, menos mal que solamente estábamos ella y yo en aquella playa. Me dirigí hacia la orilla y sentí el agua fresca en mi piel, al cubrirme un poco pude lanzarme de cabeza y llegué buzeando hasta ella. Tus ojos son del mismo azul que el mar. dijo sonriente miran
Luciana no había vuelto a ponerse en contacto conmigo despues nuestro último encuentro, esa misma noche le había enviado varios mensajes pidiéndole perdón por mis formas, por ser un maleducado al que le daba miedo volver a amar. Obviamente ese último detalle no se lo había dicho, que me costaba volver a darle mi confianza a alguien. Pero ella ni siquiera había visualizado mis numerosos mensajes, simplemente me había ignorado, y aquella niñata empezaba a hacerme perder la cabeza todavía más y detestaba sentir aquello. Sabía que el amor dolía, podía provocar un gran dolor, que yo ta había experimentado en el pasado, y no quería volver a estar enganchado a una mujer que pudiese jugar con mis sentimientos a su antojo y dejarme completamente desolada como ya me había pasado hacía un tiempo. Al día siguiente llegaría por fin Marco, y podría encargarse de su propia madre, detestaba a aquella arrogante mujer que solo estaba deprimida bebiendo cócteles, uno detras de otro, al lado de la gran p
Estaba irremediablemente enamorado de Elisabeth y sentirme vulnerable y completamente suyo ya no me asustaba como me había sucedido en un pasado reciente. Cuando vi como se alejaba de mi para entrar a las puertas de embarque después de darle un último beso tuve que controlarme por primera vez en mi vida para no llorar como un niño de cinco años. No sé que tenía aquella mujer que me había hechizado completamente en todos los sentidos y todo mi corazón le pertenecía solamente a ella. Esperé allí de pie durante unos minutos, preguntándome a mi mismo cuanto tiempo pasaría hasta que volvieramos a vernos y aquello sí me asusto, de que quizás fue demasiado tiempo. El último día en Sorrento había sido el más caliente y apasionado de mi vida, nunca antes había tenido sexo tantas veces seguidas ni había disfrutado tanto. Aunque aquello era más que sexual, era hacer el amor, conectar el uno con el otro, a un nivel que era muy complicado de explicar con palabras, porque el lenguaje se quedaba mu
Al entrar en aquel restaurante tradicional italiano enseguida me llamó la atencion la tranquilidad que inundaba todo aquel espacio, no había ningún cliente y aunque me pareció algo extraño, pensé que quizás sería por las horas, ya que la hora de comer ya había pasado hacía tiempo, y aún quedaban algunas para que llegase el servicio de las cenas. Solamente estaban aquellos supuestos nuevos socios que venían de Polonia a tratar un tema con Savio relacionado con drogas. Algo que sabía que Marco jamás permitiría, porque no estaba de acuerdo en absoluto con ese tipo de tratos turbios que él hubiera calificado como futuros problemas. Savio y él eran demasiado diferentes, en lo único que se parecían era en su atractivo para las mujeres y en su pasión por ellas, y extrañamente Marco solamente había acabado sintiendo esto por una. Me extrañaba que fuese Adriano el que fuese el medio hermano de ambos, ya que hubiese sido más creible que Marco y Savio no compartiesen alguno de los dos progenitore
Aquello fue lo peor que pudo sucederme, siempre había pensado que en un futuro sería padre, y uno bueno, no como mi hermano Savio que siempre andaba en fiestas privadas y con mujeres que saciaban sus impulsos, sin presentar nada de caso a su familia y perdiéndose cada uno de los momentos importantes de sus hijos. Yo no querría ser un padre ausente como él, quería ser definitivamente uno bueno que estuviese en cada momento de necesidad que tuviese mi pequeño, incluso cuando se convirtiese en adulto. Tampoco deseaba ser uno como mi padre, ni mucho menos, que tomase decisiones que afectasen y perjudicasen la vida de otros, sin principios ni valores... ni tampoco intentaría manejar la vida de mis hijos y mandar hasta en sus futuros matrimonios haciendo que simplemente fuesen puros negocios económicos. De todas formas, la realidad era que yo no quería que sucediese eso, no quería tener una hijo así, sin planificarlo de verdad... o al menos sin desearlo y con una mujer que no era ella, qu
En aquel instante, prácticamente en menos de un segundo uno de los hombres sacó una pistola de alguna parte oculta de su vestimenta. Yo no supé como lo hice ni cómo pude ser tan rápido, supongo que porque estaba en un estado de hipervigilancia y alerta inmensa desde que habíamos dejado la villa priincipal de los De Luca atras, pero practicamente una milesima de segundo después saqué la mía del bolsillo para disparar lo antes posible. Él disparó primero, directamente a Savio, justo en pleno pecho, en un punto cercano del corazón, y este en el acto cayó de espaldas como si su cuerpo ya no pesase absolutamente nada. Mi bala fue mortal contra el contrincante y pude ver la mirada sorprendida negativamente del otro justo antes de suplicar por su vida. _No, no, no, espera, espera por favor... Pero mi bala atravesó la zona frontal de su abdomen sin ni siquiera darle el privilegio de ser contestado. Todo había sido una trampa, aquel encuentro disfrazado de reunión de negocios sucios y turbu
Jennyfer no aceptó aquello, sabía que todo no podría ser tan fácil... a ella aquellas palabras no le parecieron nada bien, su rostro reflejó primero confusión y después ira, algo que nunca antes había visto en ella. Realmente con aquella historia me di cuenta de que no la conocía lo suficiente, había confiado demasiado rápido en ella, porque yo estaba en una situacion muy vulnerable cuando la habia conocido y solo buscaba afecto y olvidar el pasado. _¿Pero qué estás diciendo Marco? Yo me quedé callado porque ya lo había dicho todo, la verdad, un acto de sinceridad absoluta con todo mi corazón. Y era malo ser por una vez honesto Que prefería que le declarase amor eterno y fuese mentira y continuase secretamente viendo a Elisabeth, al único amor de mi vida, en cualquier ocasión posible. _No puedes hacerme esto. ¡No puedes hacer esto! Dijo gritando como una niña pequeña malcriada. Yo respiré profundamente no quería que se alterase pero me costaba no enfadarme muchísimo yo también. ¿