_Debes volver Marco, las cosas aquí se están poniendo muy difíciles, más bien demasiado, debo estar en alerta en todo momento. _¿Qué está haciendo mi familia?Dije preocupado tras las palabras de Massimo, él era mi mejor hombre, él más astuto e implicado en la garantía de la seguridad familiar, y desde luego que si me estaba diciendo aquellas palabras a modo de aviso, la situación sería más que complicada. _Tus hermanos estando atacando, no paran de enviar a más hombres contra los griegos, pero hoy dispararon a tres de ellos, y dos están gravemente heridos y uno, desafortunadamente, ha muerto. Los malditos griegos se han hecho con la mitad de la ciudad, para serte honesto Marco... se han tomado bastante mal que no aceptases su oferta y... _Hijos de puta.Dije en aquel instante completamente indignando y de manera agresiva y cortante. _Quizás sería mejor que Elisabeth se fuese, si la relacionan contigo, intentarán hacerle daño. Estoy seguro de ello. Yo respiré profundamente. Debía
Ser el principal hombre de confianza de Marco no era nada fácil, el se había convertido en una especie de hermano o primo para mí, y yo para él... aunque jamás nos los hubiésemos dicho mutuamente. Antes de ser su hombre tuve que seguir las órdenes de su padre durante muchos años, y su progenitor no era igual, digamos que no tenía escrúpulos... tuve que hacer encargos y ocuparme de asuntos de los que no estaba nada orgulloso, más bien me avergonzaba profundamente, y me hubiese gustado olvidar aquello para siempre. _Tú no lo entiendes Marco, la ciudad se esta poniendo muy peligrosa, debes volver _le dije con sinceridad. Yo estaba dentro de su lujoso coche negro, justo fuera de la enorme villa que Elisabeth estaría a punto de heredar, esperando a Luciana. _Necesito más tiempo con ella, debo cuidarla está enferma. No dije nada, insisitirle no solucionaría nada y al poco tiempo el simplemente cortó la llamada, Marco podía ser realmente un terco, ni siquiera yo podía hacerle cambiar de
Cociné una pasta rápida, yo nunca fui un buen cocinero pero, en cambio, por Elisabeth era capaz de convertirme y mejorar en cualquier aspecto. Ella pareció disfrutar con el sabor del tomate picante, lo había llenado bastante de especias, los spaguetti estaban en el punto exacto de coccion, no demasiado duros, ni demasiado blandos, simplemente con la textura exacta, como sabíamos hacerlo solo los italianos del sur de Italia. _¿Te gustan?_ pregunté ya sabiendo la respuesta. _¿Tú qué crees?_ dijo con brillo en los ojos, definitivamente había recuperado su energía. _¿Me llevarás al mar o no? Tengo que suplicarte más . Dijo ironica. _Primero termínate la pasta y luego veremos. Le dije siguiendo su mismo tonoirónicoo. Había dejado el balcón abierto, la playa estaba completamente desierta, en aquella estación ya no había turistas y aquel lugar parecía un verdadero paraíso, solo para nosotros dos, y que nos permitía escapar del mundo triste y destructivo que compartíamos. Al poco tiemp
No podía imaginar como sería separarme de ella, aunque lo nuestro hubiese sido inestable saber que continuaba en Italia me había dado una especie de alivio durante aquellos meses. Elisabeth me hizo un gesto con la mano para que entrase con ella al mar, yo me había quedado observandola en la arena fina que estaba templada, el día era caluroso pero no demasiado, ella estaba bronceada, preciosa y su pelo negro se había mojado por completo por las olas. El mar no estaba en calma, estaba algo revuelto como nuestras propias emociones y el caos que había pasado a ser dueño de nuestras vidas y corazones. Me incorporé, me deshice la camiseta y me quité el pantalón pirata deportivo que me había dejado, quedándome solamente en calzoncillos, menos mal que solamente estábamos ella y yo en aquella playa. Me dirigí hacia la orilla y sentí el agua fresca en mi piel, al cubrirme un poco pude lanzarme de cabeza y llegué buzeando hasta ella. Tus ojos son del mismo azul que el mar. dijo sonriente miran
Luciana no había vuelto a ponerse en contacto conmigo despues nuestro último encuentro, esa misma noche le había enviado varios mensajes pidiéndole perdón por mis formas, por ser un maleducado al que le daba miedo volver a amar. Obviamente ese último detalle no se lo había dicho, que me costaba volver a darle mi confianza a alguien. Pero ella ni siquiera había visualizado mis numerosos mensajes, simplemente me había ignorado, y aquella niñata empezaba a hacerme perder la cabeza todavía más y detestaba sentir aquello. Sabía que el amor dolía, podía provocar un gran dolor, que yo ta había experimentado en el pasado, y no quería volver a estar enganchado a una mujer que pudiese jugar con mis sentimientos a su antojo y dejarme completamente desolada como ya me había pasado hacía un tiempo. Al día siguiente llegaría por fin Marco, y podría encargarse de su propia madre, detestaba a aquella arrogante mujer que solo estaba deprimida bebiendo cócteles, uno detras de otro, al lado de la gran p
Estaba irremediablemente enamorado de Elisabeth y sentirme vulnerable y completamente suyo ya no me asustaba como me había sucedido en un pasado reciente. Cuando vi como se alejaba de mi para entrar a las puertas de embarque después de darle un último beso tuve que controlarme por primera vez en mi vida para no llorar como un niño de cinco años. No sé que tenía aquella mujer que me había hechizado completamente en todos los sentidos y todo mi corazón le pertenecía solamente a ella. Esperé allí de pie durante unos minutos, preguntándome a mi mismo cuanto tiempo pasaría hasta que volvieramos a vernos y aquello sí me asusto, de que quizás fue demasiado tiempo. El último día en Sorrento había sido el más caliente y apasionado de mi vida, nunca antes había tenido sexo tantas veces seguidas ni había disfrutado tanto. Aunque aquello era más que sexual, era hacer el amor, conectar el uno con el otro, a un nivel que era muy complicado de explicar con palabras, porque el lenguaje se quedaba mu
Al entrar en aquel restaurante tradicional italiano enseguida me llamó la atencion la tranquilidad que inundaba todo aquel espacio, no había ningún cliente y aunque me pareció algo extraño, pensé que quizás sería por las horas, ya que la hora de comer ya había pasado hacía tiempo, y aún quedaban algunas para que llegase el servicio de las cenas. Solamente estaban aquellos supuestos nuevos socios que venían de Polonia a tratar un tema con Savio relacionado con drogas. Algo que sabía que Marco jamás permitiría, porque no estaba de acuerdo en absoluto con ese tipo de tratos turbios que él hubiera calificado como futuros problemas. Savio y él eran demasiado diferentes, en lo único que se parecían era en su atractivo para las mujeres y en su pasión por ellas, y extrañamente Marco solamente había acabado sintiendo esto por una. Me extrañaba que fuese Adriano el que fuese el medio hermano de ambos, ya que hubiese sido más creible que Marco y Savio no compartiesen alguno de los dos progenitore
Aquello fue lo peor que pudo sucederme, siempre había pensado que en un futuro sería padre, y uno bueno, no como mi hermano Savio que siempre andaba en fiestas privadas y con mujeres que saciaban sus impulsos, sin presentar nada de caso a su familia y perdiéndose cada uno de los momentos importantes de sus hijos. Yo no querría ser un padre ausente como él, quería ser definitivamente uno bueno que estuviese en cada momento de necesidad que tuviese mi pequeño, incluso cuando se convirtiese en adulto. Tampoco deseaba ser uno como mi padre, ni mucho menos, que tomase decisiones que afectasen y perjudicasen la vida de otros, sin principios ni valores... ni tampoco intentaría manejar la vida de mis hijos y mandar hasta en sus futuros matrimonios haciendo que simplemente fuesen puros negocios económicos. De todas formas, la realidad era que yo no quería que sucediese eso, no quería tener una hijo así, sin planificarlo de verdad... o al menos sin desearlo y con una mujer que no era ella, qu