Justo al salir de la gran casa, puder ver aquel enorme coche negro caro fuera, solamente a pocos metros de la entrada a la propiedad, el resto de la calle estaba vacía y silenciosa, y me sentí algo atemorizada porque no esperaba a nadie. Entonces la ventanilla tintada bajó de repente y pude ver al principal hombre de Marco, su nombre era Massimo, y el nos observó fijamente a ambas. Me quedé paralizada y en unos segundos de una de las puertas traseras salió él. Su mirada azul intensa chocó en aquel momento con la mía, por un instante fuimos uno como solía suceder la mayoría de veces que nos mirabamos, que acababamos fusionándonos el uno con el otro. Yo pude incluso sentir a través de su mirada como mi sufrimiento le hacía sufrir y sentir tristeza a el también. _Elisabeth ... _el tono de su voz al pronunciar su nombre consiguió directamente derretirme el corazón. Yo sin dudarlo caminé hasta él y Luciana se quedó detrás de mi dejándonos un espacio y una intimidad suficiente. Un segundo
Desperté sin comprender durante unos segundos, donde me encontraba y dudando también de si todo era verdad, de si mi madre realmente se había marchado para siempre... pero enseguida, tras unos leves instantes, me di cuenta de que sí, ella había muerto y nunca más volvería a verla, y sentir aquello era aún muy extraño. Entonces fue cuando Marco con una de sus manos comenzó a acariciarme mi cabello lado oscuro,aquello se sentía demasiado bien, estaba en paz en cierto modo sintiendo aquella sensación placentera. _Llegamos _ dijo Massimo en aquel momento, y vi justo en ese momento la larguísima playa hermosa que había recordado antes de haber caído dormida en aquel vehículo junto a Marco, y a unos metros estaba mi apartamento independiente junto a otros vecinos a algunos metros. Ese apartamento era de mi madre y suponía que acababa de convertirse en mío automáticamente tras su partida. _Te has despertado justo a tiempo.Me dijo Marco con una voz suave y cariñosa. _Tendré el teléfono ope
Sabía que aquella mirada en Elisabeth reflejaba algo que no me gustaría saber, yo ya la conocía perfectamente, y al mirarnos el uno al otro eramos uno, algo extrano y muy especial a la vez. Jamás había sentido aquella conexión con ninguna otra mujer, ella había sido mi primer y único amor, las demás mujeres con las que había estado a su lado no tenían importancia, ni siquiera Jennyfer, aunque me costase muchísimo admitir aquella verdad a mi mismo. Y ello hacía que sintiese una gran culpabilidad porque ella me había cuidado y dado todo su apoyo cuando mi corazón estaba completamente roto por lo sucedido con Elisabeth. _Dime lo que tengas que decirme. No te preocupes, podré soportarlo. _Puede que sea demasiado duro para asimilarlo. Yo dudé durante varios instantes. _No creo que sea tan duro como lo que descubrí en el pasado. Y si fuese asi... sinceramente Eli, prefiero vivir sabiendo la verdad. Dije con sinceridad refiriéndome al dolor de su niñez perdida que yo descubrir cuando ell
_Debes volver Marco, las cosas aquí se están poniendo muy difíciles, más bien demasiado, debo estar en alerta en todo momento. _¿Qué está haciendo mi familia?Dije preocupado tras las palabras de Massimo, él era mi mejor hombre, él más astuto e implicado en la garantía de la seguridad familiar, y desde luego que si me estaba diciendo aquellas palabras a modo de aviso, la situación sería más que complicada. _Tus hermanos estando atacando, no paran de enviar a más hombres contra los griegos, pero hoy dispararon a tres de ellos, y dos están gravemente heridos y uno, desafortunadamente, ha muerto. Los malditos griegos se han hecho con la mitad de la ciudad, para serte honesto Marco... se han tomado bastante mal que no aceptases su oferta y... _Hijos de puta.Dije en aquel instante completamente indignando y de manera agresiva y cortante. _Quizás sería mejor que Elisabeth se fuese, si la relacionan contigo, intentarán hacerle daño. Estoy seguro de ello. Yo respiré profundamente. Debía
Ser el principal hombre de confianza de Marco no era nada fácil, el se había convertido en una especie de hermano o primo para mí, y yo para él... aunque jamás nos los hubiésemos dicho mutuamente. Antes de ser su hombre tuve que seguir las órdenes de su padre durante muchos años, y su progenitor no era igual, digamos que no tenía escrúpulos... tuve que hacer encargos y ocuparme de asuntos de los que no estaba nada orgulloso, más bien me avergonzaba profundamente, y me hubiese gustado olvidar aquello para siempre. _Tú no lo entiendes Marco, la ciudad se esta poniendo muy peligrosa, debes volver _le dije con sinceridad. Yo estaba dentro de su lujoso coche negro, justo fuera de la enorme villa que Elisabeth estaría a punto de heredar, esperando a Luciana. _Necesito más tiempo con ella, debo cuidarla está enferma. No dije nada, insisitirle no solucionaría nada y al poco tiempo el simplemente cortó la llamada, Marco podía ser realmente un terco, ni siquiera yo podía hacerle cambiar de
Cociné una pasta rápida, yo nunca fui un buen cocinero pero, en cambio, por Elisabeth era capaz de convertirme y mejorar en cualquier aspecto. Ella pareció disfrutar con el sabor del tomate picante, lo había llenado bastante de especias, los spaguetti estaban en el punto exacto de coccion, no demasiado duros, ni demasiado blandos, simplemente con la textura exacta, como sabíamos hacerlo solo los italianos del sur de Italia. _¿Te gustan?_ pregunté ya sabiendo la respuesta. _¿Tú qué crees?_ dijo con brillo en los ojos, definitivamente había recuperado su energía. _¿Me llevarás al mar o no? Tengo que suplicarte más . Dijo ironica. _Primero termínate la pasta y luego veremos. Le dije siguiendo su mismo tonoirónicoo. Había dejado el balcón abierto, la playa estaba completamente desierta, en aquella estación ya no había turistas y aquel lugar parecía un verdadero paraíso, solo para nosotros dos, y que nos permitía escapar del mundo triste y destructivo que compartíamos. Al poco tiemp
No podía imaginar como sería separarme de ella, aunque lo nuestro hubiese sido inestable saber que continuaba en Italia me había dado una especie de alivio durante aquellos meses. Elisabeth me hizo un gesto con la mano para que entrase con ella al mar, yo me había quedado observandola en la arena fina que estaba templada, el día era caluroso pero no demasiado, ella estaba bronceada, preciosa y su pelo negro se había mojado por completo por las olas. El mar no estaba en calma, estaba algo revuelto como nuestras propias emociones y el caos que había pasado a ser dueño de nuestras vidas y corazones. Me incorporé, me deshice la camiseta y me quité el pantalón pirata deportivo que me había dejado, quedándome solamente en calzoncillos, menos mal que solamente estábamos ella y yo en aquella playa. Me dirigí hacia la orilla y sentí el agua fresca en mi piel, al cubrirme un poco pude lanzarme de cabeza y llegué buzeando hasta ella. Tus ojos son del mismo azul que el mar. dijo sonriente miran
Luciana no había vuelto a ponerse en contacto conmigo despues nuestro último encuentro, esa misma noche le había enviado varios mensajes pidiéndole perdón por mis formas, por ser un maleducado al que le daba miedo volver a amar. Obviamente ese último detalle no se lo había dicho, que me costaba volver a darle mi confianza a alguien. Pero ella ni siquiera había visualizado mis numerosos mensajes, simplemente me había ignorado, y aquella niñata empezaba a hacerme perder la cabeza todavía más y detestaba sentir aquello. Sabía que el amor dolía, podía provocar un gran dolor, que yo ta había experimentado en el pasado, y no quería volver a estar enganchado a una mujer que pudiese jugar con mis sentimientos a su antojo y dejarme completamente desolada como ya me había pasado hacía un tiempo. Al día siguiente llegaría por fin Marco, y podría encargarse de su propia madre, detestaba a aquella arrogante mujer que solo estaba deprimida bebiendo cócteles, uno detras de otro, al lado de la gran p