Capítulo 34

Estefanía Wolsky

Cada vez que recordaba mi noche con Kadet me sonrojaba considerablemente. Era inevitable que lo hiciera cuando me había despertado en medio de la noche y había pedido que volviera a hacerme correr.

Jesucristo, aun podía recordar como le había rogado que me diera lo que quería, lo que había ansiado y necesitado y disfruté cada segundo. Aun cuando siempre había estado acomplejada de las marcas que cubrían mi cuerpo.

Mi infancia no fue buena, ninguna infancia de un niño huérfano lo era, pero la mía había sido mucho peor que la de otros niños.

Tal vez por eso había seguido siendo virgen a los veintisiete años. Mostrar mi cuerpo nunca había sido una opción. Pero Kadet no me había dado ni una sola opción, él solo había aparecido y había exigido y yo solo pude darle y darle y lo que no le daba él simplemente lo tomaba y yo lo dejaba.

Pero eso no quitaba que las dudas me recorrieran y que la vergüenza me envolviera.

Por eso, a las cinco de la mañana cuando mis ojos volvieron
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