Estefanía WolskyLe había preguntado a Mónica que significaba: Prometo cuidar de ti si me lo permites.Y sus respuestas claramente fueron muy variadas y creativas y cada una me dejó más fuera de lugar que la otra.La primera había sido en el ámbito de lo sexual. Me dijo que había podido dejar en claro que quería follarme bonito y a la vez duro y que cuidaría de mí en todo el proceso. Eso terminó haciendo que me sonrojara como una puberta y ella se rio en todo el proceso mientras yo trataba de recuperar la compostura.Su segunda opción había sido en lo romántico. Que él cuidaría de mí si llegaba a entregarle no solo mi cuerpo, sino también mi corazón. Y aunque ambas opciones me agradaron, no quería hacerme ilusiones y mucho menos lanzarme a algo desconocido sin saber lo que me esperaba del otro lado del abismo.Ella había preguntado con quien había tenido esa conversación y aunque claramente lo había supuesto se tomó la molestia de cuestionarlo y me vi obligada a responder con la verda
Estefanía WolskyLa última vez que le respondí al señor Kravec un mensaje fue el día siguiente después de nuestra salida nocturna. Esta vez era él quien me escribía repetidamente y yo no le respondía. A los siguientes dos días él dejó de escribirme y ninguno de los dos nos escribíamos.Y creyendo que el juego había terminado me dediqué de en lleno a mi vida laboral olvidando que había pasado el mejor domingo de mi vida en años. Porque por primera vez salí de casa y disfruté cada segundo fuera aun cuando estaba nerviosa hasta la médula.Cada día recordaba nuestras interacciones y la melancolía me envolvía como si se tratara de una ruptura amorosa.Que no lo era en ningún caso pero mi mente jugaba una mala pasada conmigo y me empujaba sentirme de esa forma.Y aunque mi autoestima siempre se había mantenido estable porque nunca había sentido la necesidad de impresionar a nadie, de alguna forma me pregunté qué me hacía falta para ser del tipo de mujer por el que el señor Kravec se intere
Todo iba bien hasta que lo vi a él descender de su deportivo. Su traje negro completo estaba impecable y su cabello estaba perfectamente peinado. Su rostro estaba serio mientras se dirigía a la alfombra y noté como los reporteros se salían de control tomándole fotos y haciéndole preguntas que él simplemente no respondía. Y cuando les dio sus debidos dos minutos para fotos continuó hacia dónde me encontraba yo dándole la bienvenida a los invitados. Que el señor me amparara, porque la mirada que el hombre me estaba dando me dejó plasmada en mi lugar. Era la de un depredador acechando a su presa y aparentemente esa era yo. —Buenas noches, señorita Wolsky. —Buenas noches, señor Kravec. —¿Su móvil se ha dañado? Porque de no ser así es un poco mal educado el que no haya respondido a mis mensajes. —Oh, ¿ya sabe lo que se siente? —una sonrisa bailó en sus labios antes de que desapareciera de la misma forma en la que apareció. —Vaya, la venganza es dulce ¿no es así? —me encogí de hombros
Kadet KravecMe había mantenido alejada de la belleza de pelo castaño porque necesitaba tiempo para mí mismo para analizar la necesidad insana que estaba creando por ella.Pero cuando entré en el lugar y la vi con ese glorioso vestido negro y esos tacones negros de tiras que se enrollaban alrededor de sus piernas estilizadas, no pude evitar pensarla con esas piernas envueltas alrededor de mi cintura o sobre mis hombros mientras conducía mi miembro dentro de ella una y otra vez.Tenía la esperanza de que nos sentáramos juntos, pero cuando di mi nombre y me guiaron a una mesa en el centro totalmente alejada de ella simplemente lo perdí. Me puse de pie y busqué su mesa e hice lo que tenía que hacer para permanecer a su lado durante toda la noche.Sabía que todos los presentes en la mesa estaban escuchando nuestra conversación, pero no me importaba en lo más mínimo, de todas formas, cuando la declarara mía públicamente nadie tendría dudas de ello.Sí, había tenido suficiente tiempo para s
Estefanía WolskyKadet conducía a través de la lluvia con cuidado. Mis ojos se movían a través de la bruma de la lluvia tratando de localizar en dónde estábamos, pero no se podía ver nada, lo que terminó dando paso a que Kadet estacionara el auto en la orilla.La tensión entre ambos era palpable, crepitaba como un fuego recién encendido y me quemaba todo el camino. Mi centro palpitaba desde el momento en el que él me tocó y me susurró al oído.Y aun no me acostumbraba a la sensación de ser tocada tan íntimamente, aunque fuera algo tan simple. Sin mencionar que nunca había sentido algo como esto.Por lo general solo sentía una leve chispa, más que nada confort cuando llegué a besar a algunos de mis compañeros en la universidad.Pero con un simple toque de Kadet sentía que ardía en llamas y eso no era normal, era algo con lo que no sabía cómo lidiar.Mis manos se restregaban una a la otra sobre mi regazo mientras él tamborileaba sobre el volante un ritmo suave que me estaba hipnotizando
Kadet KravecSe notaba a simple vista que se encontraba muy nerviosa. Sus manos temblaban mientras la mantenía entre la mía y la llevaba de la sala hacia mi habitación.Mañana podría darle un tour por toda la casa si así lo quisiera, pero ahora quería sentirla más cerca tal y como lo había hecho en el auto.Mi miembro palpitaba como loco, desesperado por una liberación que claramente no obtendría hoy. Solo quería dedicarme a Fany. Explorar su cuerpo, sentir toda su piel expuesta, quería verla deshacerse por y para mí y eso solo lo obtendría si la tenía sobre mi cama.Algo que ni muerto le quitaba eran esos deliciosos tacones que resonaban contra el mármol negro de mi departamento. Quería su cuerpo desnudo solo con esos tacones.Cuando llegamos a mi habitación la dejé en el centro y me permití comenzar a quitarme la chaqueta y la corbata bajo su atenta mirada.Sus ojos no se perdieron detalle de lo que estaba haciendo y cuando remangué las mangas de mi camisa y desabotoné algunos boton
Estefanía WolskyEstaba ardiendo en llamas. Mi cuerpo pedía a gritos una liberación, pero él no me la estaba dando en el futuro cercano, no a menos que rogara por ello. Y para ese momento me atrevía a arrastrarme con tal de que me tocara en el lugar correcto.Así que abrí mis rojos labios y supliqué que me diera lo que necesitaba.—Por favor, Kadet. Por favor, te lo suplico, haré lo que quieras, pero por favor déjame correrme.Una sonrisa socarrona surcó sus labios mientras levantaba su cabeza para observarme.Yo estaba casi desnuda debajo de él mostrándole todo de mí y manteniéndome en una posición vulnerable. Pero por la forma en la que me miraba y me tocaba me sentía más como una diosa que tenía un fiel servidor que la adoraba.Mis manos temblaron bajo su agarre mientras él descendía con lentitud sobre mi pezón y comenzó a chuparlo correctamente y a darme lo que necesitaba; que me tocara donde dolía.—Si, por favor, por favor, te daré lo que me pidas, solo… oh sí.Sus manos soltaro
Estefanía WolskyCada vez que recordaba mi noche con Kadet me sonrojaba considerablemente. Era inevitable que lo hiciera cuando me había despertado en medio de la noche y había pedido que volviera a hacerme correr.Jesucristo, aun podía recordar como le había rogado que me diera lo que quería, lo que había ansiado y necesitado y disfruté cada segundo. Aun cuando siempre había estado acomplejada de las marcas que cubrían mi cuerpo.Mi infancia no fue buena, ninguna infancia de un niño huérfano lo era, pero la mía había sido mucho peor que la de otros niños.Tal vez por eso había seguido siendo virgen a los veintisiete años. Mostrar mi cuerpo nunca había sido una opción. Pero Kadet no me había dado ni una sola opción, él solo había aparecido y había exigido y yo solo pude darle y darle y lo que no le daba él simplemente lo tomaba y yo lo dejaba.Pero eso no quitaba que las dudas me recorrieran y que la vergüenza me envolviera.Por eso, a las cinco de la mañana cuando mis ojos volvieron