Kadet KravecUn jodido desayuno hoy domingo.Había recibido un mensaje de la señorita Wolsky en dónde me avisaba que necesitaría mi famosa y poderosa cara para comenzar con sus planes. Y me necesitaba a las nueve de la mañana en el orfanato.Ciertamente amaba a esos niños como para ocupar sus días libres en cosas como estas. Y no es que no tuviera algo de compasión por esos pequeños, pero ya hacía suficiente los días de semana como para también darle mis domingos.Por ello tendría algo de diversión ese día, pues ya que íbamos a jugar sería mejor que empezara a colocar mis piezas de juego sobre la mesa.Al llegar me la encontré sentada en los escalones de la entrada mirando hacia la acera. Su mirada se levantó cuando mi deportivo se estacionó frente a ella y en cuanto salí, supe por qué me estaba esperando, pues un flash fue lanzado directo hacia mi cara y mi ceño fruncido fue lo que probablemente fotografió mientras salía de mi auto y me acercaba a la mujer.—Olvidé decirte que invité
Me había pasado toda la tarde enviándole mensajes al señor Kravec desde que salió de mi oficina. Se fue azotando la puerta y sacándome de mi estupefacción y para cuando pude recomponerme ya podía escuchar su auto acelerando por la calle a todo galope. Le escribí una y otra vez y lo llamé para cancelar, pero los mensajes ni siquiera llegaban confirmándome que su teléfono estaba apagado. Y cuando llamé a Mónica para contarle lo que estaba sucediendo terminó guardando silencio y luego diciéndome que debía ir. Si él me había invitado probablemente era para estrechar lazos ya que estábamos trabajando junto de alguna manera. Pero eran todas patrañas. Él había visto como había reaccionado en la tarde benéfica del otro día, él sabía que terminaba ida cuando la presencia masculina y dominante de alguien me envolvía de esa forma. Podía estar con hombres y frente a ella cuando se mantenían profesionales, pero no cuando invadían mi espacio personal y me hacían propuestas que podrían resultar in
Estefanía WolskyMis manos se restregaban nerviosamente una a la otra mientras el auto estacionaba frente a uno de los clubes con más renombre en la ciudad.Lo conocía por pláticas al azar en el bus, porque más de una vez escuché a Tiara hablando de ellos con la cocinera o porque Mónica me hizo ver las fotos de su página de Instagram.Pero nunca, absolutamente nunca creí que terminaría frente a este lugar siento tomada de la mano por Kadet Kravec.El hombre a mi lado le tendió las llaves del auto para que lo llevaran al estacionamiento de forma segura.Mientras entrabamos Kadet cambió su agarre de mi mano para llevar su palma abierta hacia mi espalda baja desnuda y un escalofrío me estremeció por completo.Al entrar el lugar estaba abarrotado y no pasó desapercibida para mí la fila en la puerta que se extendía hasta probablemente la esquina.La música era atronadora, pero la esencia oscura del lugar te envolvía desde el instante en el que ponías un pie dentro del lugar.La energía cre
Kadet KravecCuando Fany salió de su edifico con el corto vestido negro y con las piernas totalmente expuestas mostrando su curvilínea figura solo quise meterla en mi auto y llevarla a mi casa y no precisamente para dialogar.Quería hacer con ella mucho más que solo llevarla a bailar en esos momentos.Jesucristo, la mujer era una belleza y una tentación peor de lo que había creído.Desde el momento en que se subió a mi auto parecía un cervatillo asustado y fuera de lugar. Pero cuando llegamos al club eso se duplicó y estaba más tiesa que un palo sentada en aquel enorme sofá que parecía tragársela, pero su piel hacía que fueran visible a cualquier ojo gracias a su tez clara.La opción más viable para sacarla de su base era el alcohol y aunque eso no me permitiría follarla esa noche si lo llegaba a desear, prefería que disfrutara la noche a que la pasara mal y luego la empujara a su lujuria para ver que tan lejos podría llegar.Claramente había funcionado, porque la mujer se movía alred
Estefanía Wolsky.Prometo cuidar de ti si me lo permites.¿Qué demonios significaba eso?Bien, debo admitir que era un cero a la izquierda con los hombres. Había tenido muy pocos encuentros con ellos, escasos hasta cierto punto, pues en la universidad solo dos tipos se acercaron a mí y estaba demasiado concentrada en terminar la universidad y salir adelante como para prestarles la suficiente atención.Con los niños del orfanato nunca pasó nada cuando éramos adolescentes porque se suponía que nos veíamos como hermanos y luego de graduarme y comenzar a trabajar en el orfanato estos ocuparon todo mi día.Eran pocos los fines de semana en los que salía con Mónica algún sitio y la mayoría de las veces era estresante.Y el único hombre que llegó a interesarme estaba colado por mi amiga, así que, sí, era un cero a la izquierda con los hombres.Por eso mientras Kadet me tocaba y me decía todas esas cosas simplemente no sabía que pensar. Y el que me mantuviera cerca de él aun cuando mi mente e
Kadet KravecAl llegar a casa me di una larga ducha tratando de aliviar el dolor en mi cuerpo por haber regresado a casa sin un coño en el cual enterrarme profundamente. Y al final no funcionó, por lo que terminé envolviendo mi mano alrededor de mi dura erección y me masturbé pensando en la mujer que me había enviado al colapso en el tiempo de una noche.Aun podía recordar el olor de su cuerpo y la suavidad de su piel y eso me envió al clímax en cuestión de minutos como si fuera un puberto necesitado.Jesucristo, esa mujer me había dejado mal y no podía culpar al alcohol porque no había bebido lo suficiente prometiendo que cuidaría de ella tras que me dio su confianza como para beber de más estando bajo mi cuidado.Al final de la noche la dejé en su puerta y me aseguré de que estaría bien. Luego me di la vuelta y me fui a casa solo aun cuando quería pedirle que viniera conmigo. Que realmente necesitaría su compañía esa noche.Por eso estaba tan frustrado, la quería más de lo que me ha
Estefanía WolskyLe había preguntado a Mónica que significaba: Prometo cuidar de ti si me lo permites.Y sus respuestas claramente fueron muy variadas y creativas y cada una me dejó más fuera de lugar que la otra.La primera había sido en el ámbito de lo sexual. Me dijo que había podido dejar en claro que quería follarme bonito y a la vez duro y que cuidaría de mí en todo el proceso. Eso terminó haciendo que me sonrojara como una puberta y ella se rio en todo el proceso mientras yo trataba de recuperar la compostura.Su segunda opción había sido en lo romántico. Que él cuidaría de mí si llegaba a entregarle no solo mi cuerpo, sino también mi corazón. Y aunque ambas opciones me agradaron, no quería hacerme ilusiones y mucho menos lanzarme a algo desconocido sin saber lo que me esperaba del otro lado del abismo.Ella había preguntado con quien había tenido esa conversación y aunque claramente lo había supuesto se tomó la molestia de cuestionarlo y me vi obligada a responder con la verda
Estefanía WolskyLa última vez que le respondí al señor Kravec un mensaje fue el día siguiente después de nuestra salida nocturna. Esta vez era él quien me escribía repetidamente y yo no le respondía. A los siguientes dos días él dejó de escribirme y ninguno de los dos nos escribíamos.Y creyendo que el juego había terminado me dediqué de en lleno a mi vida laboral olvidando que había pasado el mejor domingo de mi vida en años. Porque por primera vez salí de casa y disfruté cada segundo fuera aun cuando estaba nerviosa hasta la médula.Cada día recordaba nuestras interacciones y la melancolía me envolvía como si se tratara de una ruptura amorosa.Que no lo era en ningún caso pero mi mente jugaba una mala pasada conmigo y me empujaba sentirme de esa forma.Y aunque mi autoestima siempre se había mantenido estable porque nunca había sentido la necesidad de impresionar a nadie, de alguna forma me pregunté qué me hacía falta para ser del tipo de mujer por el que el señor Kravec se intere