Al recibir esa pregunta, los labios de Gilda se comprimieron; a la vez que tragaba saliva. Teo supo que había tocado un punto sensible y que posiblemente no dijera la verdad - Es mucho trabajo, pero el único que puede hacerlo es Marcos. Depende del jefe decidir si alguien más entra ahí y el segundo al mando es Marcos - sus palabras no sonaban como una total mentira. Tenían mucha lógica.
-Oh - levantó las cejas - El jefe es muy tacaño.
Gilda soltó una suave risa - Así es - luego, relajó la boca - a veces viene a supervisar. Puede que te topes con él.
Teo asintió - Supongo que no podré evitarlo.
-por cierto - Gilda se inclinó hacia él, curiosa - ¿de d&oa
Los siguientes días fueron una pérdida de tiempo. Lo único que pudo hacer fue revisar los otros escritorios de la sala superior antes que llegara Gilda; sin embargo, lo único que encontró fueron pedidos de material o notas sin tanta importancia. En su cabeza sonaban las manecillas de un reloj, contándole el tiempo, diciéndole que debía apresurarse porque su padre no esperaría para toda la vida.Como un halcón, vigilo varios días a Marcos. Esperando la oportunidad de que se marchara y dejara solo, por un segundo, el lugar; pero, para su mala suerte, ese tipo se mantenía pegado a la bodega incluso a la hora de la comida. Además, había levantado sospechas sobre Teo, quedándose en la barra siempre que bajara a la sala. No le permitía ni siquiera obtener un vistazo de lo que escribía.Mientras andaba en la calle antes de llegar al puente, pensando un plan, de repente, unos gritos lo sacaron de su mundo, haciéndolo concentrarse en el entorno. Por un lado, un viejo barbudo se acercaba corrien
El hombre pasó rosándole el hombro - Ah - se acercó a la niña y la tomó en brazos antes de voltearse. Hablándole a ella - mira, este es el joven de quien te he hablado - La niña tenía los brazos rodeando el cuello de su padre, escondiendo la cabeza para sacar sólo un par de ojos tímidos - Vamos - el hombre la movió - ¿no querías conocerlo? - la niña terminó de meter la cabeza - ¿ahora eres tímida? - rio.-Está bien. No la fuerces - Teo dio un paso adelante, para quedar dentro de la casa - se ve muy bien.El señor rio de nuevo. Como si esa fuera su forma de parecer amable - Sí. La tos disminuyó. Se puede mover más sin agotarse - miró hacia abajo. Donde la niña se escondía - Verá, antes no podía ni respirar por los ataques de asma. Ella ha sido así desde pequeña, pero cuando perdí el trabajo no pude comprarle la medicina.-¿dónde trabajabas? - Teo pretendía platicar un poco para no marcharse de manera mal educada.-En la gran bodega a cinco cuadras del puente - acomodó a la niña, quien y
-¿Las llaves? - pensó. Limpió en su pantalón sucio, la palma de la mano que tenía al lado contrario de la niña - las guardé en casa. Deben estar escondidas en algún lugar - Teo abrió la boca, estuvo a punto de hablar cuando el hombre agregó - la llave que yo tenía no era de la puerta principal. A mi sólo me permitían entrar por el patio, por la puerta trasera de la bodega y por la parte exterior de la biblioteca.-¿cuando hablas de la biblioteca te refieres a la habitación que está junto a la bodega?.-Así es - los dedos del hombre, apretaron su pantalón - la puerta de adentro siempre se mantiene cerrada. Yo entraba por el lado fuera, pasando por un angosto pasillo pegado a los portones del patio.
El cuero cabelludo de Teo se levantó. Dio un saltó para luego paralizarse - ¡vámonos! - Oliver empezó a correr. Teo fue tras él en modo automático.-¡no dará tiempo, es muy lejos! - Edgar habló desde atrás. Teo paró de inmediato, su corazón latía en sus oídos.-¡¿qué hacemos?! - Oliver estaba aún más nervioso.-¡rápido, ponte en frente y cúbrelo! - Edgar tomó su hombro y lo empujó contra la pared. Luego se volteó.Dos espaldas firmes, se irguieron como paredes, cubriendo el mayor espacio de lado derecho y
La madera rechinó al friccionar contra el cristal. El corcho dio vueltas hasta llegar a la cima y ser jalado, saliendo con una ligera explosión. Otro mesero se acercó, entregándole una copa. El joven la tomó, sirvió una pequeña cantidad de líquido y se la dio a Oliver quien era el más cercano.Oliver la tomó y probó un sorbo. Se quedó pensando, haciendo como si mascaba el líquido. Luego, asintió - Está bien - le acercó la copa al mesero para que le echara más.El otro mesero le dio otra. El líquido morado llegó hasta la mitad del cristal. Lo pasó a Edgar. Después, dio un paso para acercarse a Teo. El olor dulce llegó a su nariz. Sostuvo la copa ligeramente inclinada. Cuando el vino se deslizó, formó una
Sus cejas estaban fruncidas y juntas, con la boca entre abierta. Al final no se atrevió a hablar; así que se volteó y se marchó. Teo no perdió el tiempo y lo siguió enseguida. Edgar, vigiló las gradas, haciendo un gesto con la cabeza para que pasara. Oliver, pasó de largo. Bajó la entrada y miró hacia arriba. Teo se quedó parado arriba hasta que oyó a Oliver decir - no te puede ver - bajó - vete rápido - dijo sin bajar la cabeza.Teo se acercó y antes de marcharse pudo una mano en su hombro - gracias.Sin embargo, él no le dedicó ni una mirada - vete ya.Bajó la mano - estaré en el instituto - dijo mientras caminaba.Corrió, atrave
Por otro lado, la belleza de hacía un momento lo escuchaba atenta. Con la barbilla en alto, sin mostrar expresión. Movía sus labios rojos para responder. Sus damas se adelantaron a tomar el lugar. Teo no tenía un oído desarrollado; así que no fue capaz de escuchar la discusión. Entonces se giró para ir a sentarse del lado izquierdo de su compañero.Oliver tenía ambas rodillas flexionadas, ligeramente abiertas. Con el codo apoyado en una de ellas, el puño cerrado sosteniendo su cabeza, aburrido. Por otro lado, Teo se acomodó, con la espalda pegada a la pared. Puso la bolsa del lado contrario para no aplastarlo; mientras detenía el cuaderno sobre su pierna, con una mano puesta sobre él y el bolígrafo. Toda las personas se fueron sentando, despejando la vista del escenario.
Aunque no le gritó, Teo sintió la presión de cada palabra - Entiendo - forzó el susurro.Entonces, alguien se acercó a la entrada - ¡¿Teo?! - estiró el cuello a la oscuridad. El viejo dio un paso atrás. Teo pasó enfrente, saliendo de las penumbras como si fuera una manta que se deslizaba de su cuerpo. Enseñando los pies, las piernas, el torso y por último la cara - ¿lo encontraste? - Oliver preguntó; mientras Edgar esperaba en la calle con los brazos cruzados.-Sí - levantó la mano, agitando el bolígrafo y el cuaderno en ella. Luego, los metió en su bolsillo. La bolsa con el postre colgaba del otro lado.Bajaron las gradas; en tanto los portones se cerraron - hoy la luna alumbra más, se ve