-¿Las llaves? - pensó. Limpió en su pantalón sucio, la palma de la mano que tenía al lado contrario de la niña - las guardé en casa. Deben estar escondidas en algún lugar - Teo abrió la boca, estuvo a punto de hablar cuando el hombre agregó - la llave que yo tenía no era de la puerta principal. A mi sólo me permitían entrar por el patio, por la puerta trasera de la bodega y por la parte exterior de la biblioteca.-¿cuando hablas de la biblioteca te refieres a la habitación que está junto a la bodega?.-Así es - los dedos del hombre, apretaron su pantalón - la puerta de adentro siempre se mantiene cerrada. Yo entraba por el lado fuera, pasando por un angosto pasillo pegado a los portones del patio.
El cuero cabelludo de Teo se levantó. Dio un saltó para luego paralizarse - ¡vámonos! - Oliver empezó a correr. Teo fue tras él en modo automático.-¡no dará tiempo, es muy lejos! - Edgar habló desde atrás. Teo paró de inmediato, su corazón latía en sus oídos.-¡¿qué hacemos?! - Oliver estaba aún más nervioso.-¡rápido, ponte en frente y cúbrelo! - Edgar tomó su hombro y lo empujó contra la pared. Luego se volteó.Dos espaldas firmes, se irguieron como paredes, cubriendo el mayor espacio de lado derecho y
La madera rechinó al friccionar contra el cristal. El corcho dio vueltas hasta llegar a la cima y ser jalado, saliendo con una ligera explosión. Otro mesero se acercó, entregándole una copa. El joven la tomó, sirvió una pequeña cantidad de líquido y se la dio a Oliver quien era el más cercano.Oliver la tomó y probó un sorbo. Se quedó pensando, haciendo como si mascaba el líquido. Luego, asintió - Está bien - le acercó la copa al mesero para que le echara más.El otro mesero le dio otra. El líquido morado llegó hasta la mitad del cristal. Lo pasó a Edgar. Después, dio un paso para acercarse a Teo. El olor dulce llegó a su nariz. Sostuvo la copa ligeramente inclinada. Cuando el vino se deslizó, formó una
Sus cejas estaban fruncidas y juntas, con la boca entre abierta. Al final no se atrevió a hablar; así que se volteó y se marchó. Teo no perdió el tiempo y lo siguió enseguida. Edgar, vigiló las gradas, haciendo un gesto con la cabeza para que pasara. Oliver, pasó de largo. Bajó la entrada y miró hacia arriba. Teo se quedó parado arriba hasta que oyó a Oliver decir - no te puede ver - bajó - vete rápido - dijo sin bajar la cabeza.Teo se acercó y antes de marcharse pudo una mano en su hombro - gracias.Sin embargo, él no le dedicó ni una mirada - vete ya.Bajó la mano - estaré en el instituto - dijo mientras caminaba.Corrió, atrave
Por otro lado, la belleza de hacía un momento lo escuchaba atenta. Con la barbilla en alto, sin mostrar expresión. Movía sus labios rojos para responder. Sus damas se adelantaron a tomar el lugar. Teo no tenía un oído desarrollado; así que no fue capaz de escuchar la discusión. Entonces se giró para ir a sentarse del lado izquierdo de su compañero.Oliver tenía ambas rodillas flexionadas, ligeramente abiertas. Con el codo apoyado en una de ellas, el puño cerrado sosteniendo su cabeza, aburrido. Por otro lado, Teo se acomodó, con la espalda pegada a la pared. Puso la bolsa del lado contrario para no aplastarlo; mientras detenía el cuaderno sobre su pierna, con una mano puesta sobre él y el bolígrafo. Toda las personas se fueron sentando, despejando la vista del escenario.
Aunque no le gritó, Teo sintió la presión de cada palabra - Entiendo - forzó el susurro.Entonces, alguien se acercó a la entrada - ¡¿Teo?! - estiró el cuello a la oscuridad. El viejo dio un paso atrás. Teo pasó enfrente, saliendo de las penumbras como si fuera una manta que se deslizaba de su cuerpo. Enseñando los pies, las piernas, el torso y por último la cara - ¿lo encontraste? - Oliver preguntó; mientras Edgar esperaba en la calle con los brazos cruzados.-Sí - levantó la mano, agitando el bolígrafo y el cuaderno en ella. Luego, los metió en su bolsillo. La bolsa con el postre colgaba del otro lado.Bajaron las gradas; en tanto los portones se cerraron - hoy la luna alumbra más, se ve
A la mañana siguiente, salió como de costumbre. Sin importarle qué día era. Fue a la bodega para encontrarse con los amplios portones cerrados. Los fines de semana nadie llegaba a trabajar; sin embargo, no era a eso por lo que había llegado. Se acercó, mirando de lado a lado. Tomó el picaporte y lo intentó abrir. Comprobando que realmente estaba asegurado. Después, puso las palmas en la madera, agitándola varias veces.La gran estructura apenas se vio inmutada. Un suave chirrido se escuchó en las bisagras. Implementó toda su fuerza en empujar; pero su estado físico era pobre. Por tal motivo, se cansó antes de lograr algo. Dejó caer los brazos. Su aparición por ese lugar sólo era para asegurar que no había nadie dentro. Entonces, pasó de largo en la calle.<
Teo sintió la pesadez de sus palabras. Quiso aliviar la tensión contrarrestándola con falta de miedo. Frunció las cejas, respondiendo sin mirar atrás - ¿qué te molesta?. Simplemente te devolví lo que era tuyo - sacó el pecho - no es de mi agrado deber algo y menos aún que me persigan para cobrarlo.La otra persona guardó silencio por un tiempo; pero estaba claro que le seguía los pasos. Después habló como si hubiera buscado la respuesta correcta - eso era una invitación de mi parte para que no tuvieras que correr a pedirle dinero a tu padre - Realmente, cada vez sólo terminaba más humillado. Apretó los labios, negándose a pronunciar otra palabra - pero eso no es lo que me molesta.Caminó más rápido. Ya no estaba dispuesto a recibir más insultos. Olvidó el libro que necesitaba; en su lugar, iba a regresar a casa. Los niños pasaron corriendo a su lado. Teo casi