A la mañana siguiente, salió como de costumbre. Sin importarle qué día era. Fue a la bodega para encontrarse con los amplios portones cerrados. Los fines de semana nadie llegaba a trabajar; sin embargo, no era a eso por lo que había llegado. Se acercó, mirando de lado a lado. Tomó el picaporte y lo intentó abrir. Comprobando que realmente estaba asegurado. Después, puso las palmas en la madera, agitándola varias veces.
La gran estructura apenas se vio inmutada. Un suave chirrido se escuchó en las bisagras. Implementó toda su fuerza en empujar; pero su estado físico era pobre. Por tal motivo, se cansó antes de lograr algo. Dejó caer los brazos. Su aparición por ese lugar sólo era para asegurar que no había nadie dentro. Entonces, pasó de largo en la calle.
<Teo sintió la pesadez de sus palabras. Quiso aliviar la tensión contrarrestándola con falta de miedo. Frunció las cejas, respondiendo sin mirar atrás - ¿qué te molesta?. Simplemente te devolví lo que era tuyo - sacó el pecho - no es de mi agrado deber algo y menos aún que me persigan para cobrarlo.La otra persona guardó silencio por un tiempo; pero estaba claro que le seguía los pasos. Después habló como si hubiera buscado la respuesta correcta - eso era una invitación de mi parte para que no tuvieras que correr a pedirle dinero a tu padre - Realmente, cada vez sólo terminaba más humillado. Apretó los labios, negándose a pronunciar otra palabra - pero eso no es lo que me molesta.Caminó más rápido. Ya no estaba dispuesto a recibir más insultos. Olvidó el libro que necesitaba; en su lugar, iba a regresar a casa. Los niños pasaron corriendo a su lado. Teo casi
Teo sacó el dinero - no la conocía - las dejó en la palma extendida - siempre voy a la del otro lado.La joven sonrió, empuñando la mano - oh, conozco esa librería, pero el señor es bastante serio - Teo le devolvió una ligera sonrisa. De pronto, la joven levantó un dedo y lo señaló - por cierto, tus ojos son muy bonitos - bajó la mano, apoyándose en el mostrador - incluso son más claros que la miel.Teo parpadeó, sin saber muy bien cómo responder. Tranquilizó su expresión, sonrió y levantó el libro - Gracias - dijo antes de darse la vuelta.-Vuelve pronto, aquí tenemos una gran variedad de libros - escuchó al salir.E
Cambió de pregunta, de esa amenos tenía conocimiento. La siguiente le causó duda; pero respondió. De otras, se desenvolvió detallando las partes y en muchas usó su propio conocimiento. Cuando terminó el examen, el sudor le goteaba por la frente. El salón ya estaba casi vacío. Se levantó, se acercó al profesor junto al escenario y le entregó la hoja antes de salir.Apoyados en la pared de enfrente estaban dos personas. Se acercó - ¿les fue bien? - preguntó.Los chicos dejaron de hablar para responderle - me fue pésimo - Oliver sacudió la cabeza, con un gesto torcido.Por otro lado, con la espalda hacia él y un hombro apoyado, Edgar dijo - no me fue mejor que a él - hizo un ademán co
Las ventanas del segundo nivel estaban vacías. El patio sólo lo ocupaba el carruaje. Cubierto únicamente con tierra. Teo recorrió la vista por toda el área. La bodega terminaba antes de llegar a la pared de la puerta. Desde ahí, empezaba el angosto pasillo que dirigía a la biblioteca o al menos eso supuso. Sin embargo, el caminó era tan estrecho que Teo no logró ver nada por más que estirara el cuello y se pusiera de puntillas.Con precaución, miraba hacia las personas dentro antes de estirarse un poco más. Sin embargo, dos de ellos se dirigieron adentro; mientras que Marcos cruzó los brazos y se quedó vigilando. Teo dio un paso atrás antes de ser visto. Resignado, regresó con el propósito de formar un plan. Rodeó la construcción; de tal manera que llegó por el lado contrario. Entr
-casi fuiste visto por tu padre en ese estado - la voz profunda cortó el silencio - después de que él y Marcelo se fueran, te traje aquí para que no te vieran todas las personas que comenzaban a salir del instituto.Teo ladeó levemente la cabeza - ¿mi padre no me vio? - quiso asegurarse.-¿por qué te preocupa eso?.Teo abrió la boca, dejando salir el aire; mientras recomponía el cuello - por nada - dijo torciendo un lado del labio hacia arriba. Retrajo las piernas y se impulsó; sin embargo, una mano en su brazo impidió que se parara.-puede que no quieras decirlo, pero esto tiene que saberlo - escuchó - estas enfermo, ¿no es
-Gracias - dijo y empezó a caminar; pero el señor no lo soltó. Lo volteó a ver.-joven, disculpe que lo entretenga.Teo inhaló, invocando un poco de paciencia - realmente no tengo tiempo - sujetó la mano del señor y la empujó.-Es que lo he estado buscando por días - los dedos se aferraron a su brazo - el otro día moví la casa de arriba a abajo. Revisé hasta en el rincón más recóndito - Teo dio un paso atrás; pero, para su mala suerte el señor dio uno al frente, subió la otra mano y agarró su brazo firmemente - también quería mostrarle que he conseguido un trabajo y darle la llave que encontré.Teo se quedó est
-¡Teo! - se giró al sonido - Ten cuidado en el camino, ya ves lo que te ha pasado.Asintió, antes de partir. No se preocupó mucho, ya que tenía una carta para defenderse; aunque caminó con nerviosismo. De alguna manera el ambiente había cambiado. Sentía una atmósfera pesada como si el cielo quisiera aplastarlo. Cuando se acercó a la oficina, vio a Marcelo salir lentamente, sosteniendo el bastón, yendo al lado opuesto de donde Teo llegaba. Seguido de él, iba Ethan. Con su porte recto y aura imponente. Sus ojos se conectaron por un momento antes de que Ethan se desviara.Un fuerte presentimiento lo golpeó. Su confianza se desvaneció a la mitad; pero aún tuvo el valor para entrar erguido al patio. Cruzó el área solitaria hasta pararse frente a la entrada.
Su respiración era agitada; mientras miraba a su padre darle la última palabra. No estaba en posición de debatir los motivos. Pero quería, realmente deseaba demostrarle que era capaz. Se giró, obedientemente. Sin la dignidad para levantar siquiera la mirada. Abrió en silencio y se marchó dejándolo encerrado. Al salir a la calle, el corazón que había logrado mantener a flote frente a su padre, se hundió.Todas sus metas cayeron al suelo, no fue capaz de demostrar nada. Agotó las últimas fuerzas que tenía. Sus pies ya no se despegaron del suelo, arrastrándolos sobre las piedras lisas. Iba pasando el callejón junto al restaurante exótico frente a la oficina; aunque su vista no estaba enfocada en ninguna parte, vislumbró una sombra que salió de la esquina. Sin ánimos de lucha, sigui&oa