El mesero dio media vuelta. La cola de su traje elegante se agitó. Luego, regresó con porte digno hacia las gradas; mientras otro de sus colegas servía los platillos a la mesa de un lado. El olor llegaba desde ahí; en tanto el mesero detenía con una mano en alto el azafate, poniendo en la mesa los platos con la otra. La comida iba cubierta por una tapadera de metal. Cuando los puso frente al comensal, la espalda del hombre lo bloqueó; así que no pudo ver qué era lo que olía tan bien.
Desanimado, giró la vista a la calle. Justo cuando el entorno giró con su cabeza, otro cliente subía por las gradas; pero sólo pudo percibir la figura borrosa antes de fijarse en la parte inferior. En las alturas, el viento corría con más fuerza, llevando consigo la frescura del día; a pesar del calor del sol. Las personas se mir
Pasos provenían de las escaleras, acercándose. Los dos hombres en la planta superior se veían intensamente. Había algo de hostilidad en la mirada de Teo; por otro lado, Ethan tenía una sonrisa de diversión marcada en su cara. Cuando el mesero llegó a la mesa, Teo desvió la mirada. Se fijó en el plato a su alcance. Al tener al vigilante soplándole en la nuca, tuvo un malestar estomacal. Ya no quería seguir comiendo; pero se obligó a disimular.Se metió otro trozo de verdura; aunque fuese pequeña. Luego, masticó lentamente. Los utensilios tintinearon, haciendo zumbar sus tímpanos. Después, hubo silencio de nuevo - la comida de aquí es única, ¿no? - Ethan volvió a hablar. Teo asintió, aún masticando, con la vista puesta en el espacio vacío del frente - oye
Los ojos negros de Ethan destellaban con furia. Se apoyó con los dedos en su mesa, inclinándose hacia él - ¿a qué te refieres con personas como yo?.Teo estaba pálido. Siendo intimidado por un tipo con intenciones asesinas vertidas sobre él. Se dio cuenta del gran error que cometió; pero no tenía el valor siquiera para retractarse. Puesto que si abría la boca sus labios empezarían a temblar igual que como estaba su cuerpo. De pronto, Ethan levantó una mano y la dirigió hacia él. Teo se pegó tanto a la silla que por poco se deslizó debajo de la mesa.-Señores - el mesero apareció en las gradas, hablando con un tono de alerta y duda.Teo dio un respiro; sin embargo, no tuvo la fuerza para moverse
La barba del hombre estaba sucia. Su ropa desgastada tenía manchas en todas partes. En la mano se sentía la piel áspera, raspando el dorso de la suya. Los ojos estaban apenas abiertos, más el enrojecimiento que los cubría, daba la impresión de que los estaba forzando para no dormirse. La preocupación era evidente y se notaba el esfuerzo que hacía por su hija.-Creo que cargo algunas monedas - se metió la otra mano en el bolsillo. El metal tintineó al apretarlo. Cuando lo sacó, tomó todo lo que llevaba consigo.El señor lo soltó, para colocar las manos unidas al frente, formando un hueco entre ellas. Teo metió los dedos, para luego, soltar el contenido completo. Las monedas sonaron, produciendo un ruido suave y relajante. Después, Teo la retiró, dejando
-Tenía tiempo libre. Llegué muy temprano - dobló las rodillas, cruzando las piernas al frente. Puso la libreta en su pierna.-oh, hasta que tienes tiempo libre. Los otros días has llegado justo cuando estamos entrando - Oliver se arrastró con las manos hasta pegar la espalda a la pared.-Oye - la voz le habló del otro lado - ¿te sientes bien?. Te veo un poco pálido y no es por la oscuridad.Teo enderezó la espalda, retirándose un poco - No - negó con la cabeza - estoy bien - de pronto, una mano en el hombro contrario, lo jalo, provocando que girara.-Cierto, tienes cara de cansancio - Oliver se inclinó para verlo mejor - ¿no te estarán exigiendo demasiado tus padres?.<
Abrió una puerta del armario. Luego, jaló la gaveta puesta en medio. En ese lugar guardaba sus ahorros. Sólo metió la mano y tomó un puñado de monedas. El doble de lo que llevaba el día anterior. Luego dio media vuelta. Salió y cerró la puerta. Después se marchó con dirección a la bodega. Tenía muchos asuntos pendientes, entre los principales, pagar una deuda y resolver el problema de su padre. Sin embargo, el último estaba estancado en un punto muerto.Caminó por el pueblo y se introdujo en la calle. Cuando llegó frente a la puerta, aún tuvo que esperar a que abrieran. Un tiempo después, se escucharon los pasos arrastrados de Marcos. Se acercó con los ojos casi cerrados, sólo le dedicó un vistazo antes de sacar las llaves y abrir. Teo ya estaba acostumbrado a su falta de co
Los portones se separaron, formando una línea de luz en medio. Conforme se fueron abriendo, el aire entró, acompañado por un fuerte brillo. Un hombre a cada lado, empujaron desde afuera hasta toparlas a las esquinas. Detrás de ellos, una gran carroza estaba puesta de retroceso. Marcos, se paró enfrente. Los dos hombres se acercaron. Después, Marcos los guió a un estante, levantó una mano señalando, dando instrucciones.Como la distancia era bastante, Teo no fue capaz de escucharlo por más que se inclinar sobre la barra; por otro lado, el documento en el que escribía Marco, estaba puesto a su alcance. Los miró a ellos, luego, bajó la vista al papel. Después volvió a levantar la cara; a la vez que estiraba una mano, presionaba el papel y lo jalaba más cerca, disimuladamente. Los hombres, se adentraron en la bod
Al recibir esa pregunta, los labios de Gilda se comprimieron; a la vez que tragaba saliva. Teo supo que había tocado un punto sensible y que posiblemente no dijera la verdad - Es mucho trabajo, pero el único que puede hacerlo es Marcos. Depende del jefe decidir si alguien más entra ahí y el segundo al mando es Marcos - sus palabras no sonaban como una total mentira. Tenían mucha lógica.-Oh - levantó las cejas - El jefe es muy tacaño.Gilda soltó una suave risa - Así es - luego, relajó la boca - a veces viene a supervisar. Puede que te topes con él.Teo asintió - Supongo que no podré evitarlo.-por cierto - Gilda se inclinó hacia él, curiosa - ¿de d&oa
Los siguientes días fueron una pérdida de tiempo. Lo único que pudo hacer fue revisar los otros escritorios de la sala superior antes que llegara Gilda; sin embargo, lo único que encontró fueron pedidos de material o notas sin tanta importancia. En su cabeza sonaban las manecillas de un reloj, contándole el tiempo, diciéndole que debía apresurarse porque su padre no esperaría para toda la vida.Como un halcón, vigilo varios días a Marcos. Esperando la oportunidad de que se marchara y dejara solo, por un segundo, el lugar; pero, para su mala suerte, ese tipo se mantenía pegado a la bodega incluso a la hora de la comida. Además, había levantado sospechas sobre Teo, quedándose en la barra siempre que bajara a la sala. No le permitía ni siquiera obtener un vistazo de lo que escribía.Mientras andaba en la calle antes de llegar al puente, pensando un plan, de repente, unos gritos lo sacaron de su mundo, haciéndolo concentrarse en el entorno. Por un lado, un viejo barbudo se acercaba corrien