-Primero, informaré a Óscar de mi decisión. Después te asignaré al lugar - se levantó, empujando la silla con las piernas - Volvamos a casa. Tu madre nos espera - Caminó de lado, saliendo tras el escritorio. Llegó cerca de Teo, levantó una mano. Teo se giró para que su padre pasara la mano a su hombro, dándole un medio abrazo - tienes que descansar antes de ir a estudiar. Cuando empieces a trabajar, ya no tendrás tanto tiempo libre. -Sí, lo sé - caminaron unidos. Sus cabezas estaban cerca, haciendo parecer que los cabellos negros de ambos eran uno solo - haré lo mejor que pueda, verás que soy capaz - el hombre estiró los labios, mostrando la blanca dentadura en una gran sonrisa. Al regresar a casa, su madre ya tenía listo el almuerzo, servido en la mesa. Ella estaba sentada, viendo hacia el balcón, esperando a que regresaran. Al escuchar sus pasos se giró. Sus gestos cambiaron de sorpresa a tra
A la mañana siguiente se levantó a bañarse apresurado. El frasco de jabón se juntó con los otros dos que había dejado abandonados. Corrió con prisa, deslizándose en sus pies mojados. Se cambió listo para empezar la nueva tarea. Su padre le había terminado de informar el día anterior. Le dio la dirección, el resto de instrucciones y el problema a resolver. Estaba nervioso y emocionado. Sus pies se movían sin querer a una velocidad alocada. Se saltó el desayuno y salió corriendo directamente a la calle. Tenía que dirigirse a la gran bodega del otro lado del parque. Caminó por muchos lugares, llegó a la fuente y cruzó el puente. Mirando de izquierda a derecha; mientras se ubicaba, se topó con don Marcelo caminando en su dirección. Teo se hizo a un lado. El viejo somataba el bastón al andar. Paró un momento y lo saludó con una sonrisa - Buen día. -buen día - el viejo de inmediato siguió. Atrás de é
En fin, Teo meneó la cabeza, teniendo todo en mente. Regresó a su escritorio y jaló la silla metida. Se acomodó, con la espalda recta y los pies firmes en el suelo. Puso la mano en el estante y abrió la gaveta. Los papeles estaban ordenados metidos en sobre pulcros y nuevos. Habían registros desde hacía un año, el cual, fue el momento donde el negocio comenzó a funcionar. Sin embargo, incluso esos sobres parecían nuevos; de igual manera, la tinta que marcaba la fecha no estaba corrida ni desgastada. Teo tomó el sobre del fondo. La tapadera de estos no estaban selladas. Las puntas sobresalía con números escritos. Lo jaló de una esquina, sacándolo con cuidado. Lo puso en el escritorio y cerró la gaveta. Luego, pasó una mano lentamente por la cima. Se sentía delgado, suave y sin olor. Entonces, metió el dedo pulgar y el índice para sujetar los papeles de dentro. Con cuidado los deslizó. Los sacó del sobre sosteniéndolos en el aire. Eran
Sufrió arcadas hasta que nada más salió. Tenía la respiración agitada. Las cosas ante él empezaban a adquirir color. Selló sus labios, tragando los residuos en su boca. Su pecho subía y bajaba, cada vez más lento. A lo lejos, vio la calle despejarse. Las últimas personas entraron. Intentó pararse recto; pero sólo deslizó un centímetro la mano de la pared cuando sintió que todo volvía a moverse. Se quedó quieto. De pronto, una mano pesada golpeó su espalda. Asustado, abrió los ojos; a la vez que la última gota de color se desvaneció de su cara. Giró el cuello para encontrarse con un hombre alto, dedicándole una sonrisa torcida; sin embargo, no tuvo claro si era una burla o una mueca de desagrado ya que su conciencia no funcionaba bien en ese momento - ¿has vuelto a enfermar?. Teo desvió la vista de Ethan, bajando la cabeza. La preocupación disminuyó; pero aumentó el desprecio hacia esa persona -
La información fue aumentando cada mes, en los papeles; sin embargo, hubo un momento en el que lo único que registraba eran perdidas. Una gran cantidad de productos dañados y tirados llenaban el montón de documentos restantes. Estaba molesto, ya que toda esa información coincidía con la de su padre y eso no le agradaba. Sabía que había algo mal; puesto que la cantidad de productos que salía cada día no coincidía con el movimiento que escuchaba en la bodega.Esos papeles no eran verdaderos; así que tenía que encontrar los que realmente servían. Decidido, dejó el bolígrafo en la mesa. Despacio, se fue parando; mientras empujaba la silla con sus piernas. De pronto, sonaron pisadas. Como tambores que se acercaban. El ruido era seco, no pertenecían a zapatos de hombre. Teo se sentó de inmediato. Volv
El mesero dio media vuelta. La cola de su traje elegante se agitó. Luego, regresó con porte digno hacia las gradas; mientras otro de sus colegas servía los platillos a la mesa de un lado. El olor llegaba desde ahí; en tanto el mesero detenía con una mano en alto el azafate, poniendo en la mesa los platos con la otra. La comida iba cubierta por una tapadera de metal. Cuando los puso frente al comensal, la espalda del hombre lo bloqueó; así que no pudo ver qué era lo que olía tan bien.Desanimado, giró la vista a la calle. Justo cuando el entorno giró con su cabeza, otro cliente subía por las gradas; pero sólo pudo percibir la figura borrosa antes de fijarse en la parte inferior. En las alturas, el viento corría con más fuerza, llevando consigo la frescura del día; a pesar del calor del sol. Las personas se mir
Pasos provenían de las escaleras, acercándose. Los dos hombres en la planta superior se veían intensamente. Había algo de hostilidad en la mirada de Teo; por otro lado, Ethan tenía una sonrisa de diversión marcada en su cara. Cuando el mesero llegó a la mesa, Teo desvió la mirada. Se fijó en el plato a su alcance. Al tener al vigilante soplándole en la nuca, tuvo un malestar estomacal. Ya no quería seguir comiendo; pero se obligó a disimular.Se metió otro trozo de verdura; aunque fuese pequeña. Luego, masticó lentamente. Los utensilios tintinearon, haciendo zumbar sus tímpanos. Después, hubo silencio de nuevo - la comida de aquí es única, ¿no? - Ethan volvió a hablar. Teo asintió, aún masticando, con la vista puesta en el espacio vacío del frente - oye
Los ojos negros de Ethan destellaban con furia. Se apoyó con los dedos en su mesa, inclinándose hacia él - ¿a qué te refieres con personas como yo?.Teo estaba pálido. Siendo intimidado por un tipo con intenciones asesinas vertidas sobre él. Se dio cuenta del gran error que cometió; pero no tenía el valor siquiera para retractarse. Puesto que si abría la boca sus labios empezarían a temblar igual que como estaba su cuerpo. De pronto, Ethan levantó una mano y la dirigió hacia él. Teo se pegó tanto a la silla que por poco se deslizó debajo de la mesa.-Señores - el mesero apareció en las gradas, hablando con un tono de alerta y duda.Teo dio un respiro; sin embargo, no tuvo la fuerza para moverse