De todos los momentos en los que sus padres podrían haber aparecido… ¿por qué tuvo que ser justo en aquel?Se levantó los más rápido que pudo y miró en dirección al recibidor. Incluso si ninguno de ellos la había visto a punto de besar a Michelle, sabía que ambos sospecharían algo.—Mamá, papá. —Laila intentó no sonar nerviosa mientras hablaba. Les dio una sonrisa enorme, quizás demasiado—. ¿Qué hacen aquí?Su padre la miró solo unos segundos antes de fijar su atención en Michelle. Ninguna expresión se reflejaba en su rostro. Era demasiado bueno ocultando sus emociones cuando se lo proponía. Por eso había sido tan bueno en los negocios y aún les ganaba en el póquer.—Hola a ti también, cariño. Vinimos a dejarte algunas cosas —respondió su madre con su habitual tranquilidad—. Michelle. Es un gusto verte otra vez.—Señora De Luca. —Michelle sonrió a su madre como si no se diera cuenta de que podría morir si daba un solo paso en falso.—Ya te dije que solo Ava.—Es una costumbre difícil
Michelle sonrió al ver al par de hombres que estaban parados en su puerta. Los dos parecían bastante tranquilos, pero no dejó que eso lo engañara ni por un segundo. Conocía a los hermanos de Laila lo suficiente para saber que podía tratarse de una fachada solo para hacerlo sentir cómodo antes de atacar.—Los estaban esperando. Pasen, por favor —dijo y se hizo a un lado para dejarlos entrar.Cerró la puerta y los siguió hasta el interior.—¿Desean algo de beber?—No, gracias. Aunque quizás podría comer algo, ¿podrías preparar unos espaguetis? —preguntó Piero dejándose caer en uno de los sillones como si estuviera en su casa.De los dos hermanos, Piero siempre le había parecido el más relajado. No recordaba una sola vez que lo hubiera visto serio.Fabrizio rodó los ojos con irritación.—Podrías concentrarte, esta no es una visita casual.Piero se encogió de hombros para restarle importancia a las palabras de su hermano.—Solo era una sugerencia. ¿Es que acaso no tienes hambre? Al ver
Laila se derritió en los brazos de Michelle. Todo en ella le decía que debía parar, pero estaba cansada de resistirse. Lo deseaba y seguirlo negando no iba a hacer que eso cambiara.No estaba segura de sí la posibilidad de que sus hermanos lo intimidaran para que se alejara de ella era lo que había provocado que lanzara las precauciones al viento… y en ese momento poco le importaba.Michelle la sujetó por el trasero y la levantó. Ella no dudó en rodear su cintura con las piernas. Soltó un quejido al sentir su miembro erecto pugnando por salir de su pantalón.Ambos tenían las respiraciones agitadas cuando dejaron de besarse.—¿Debería detenerme? —preguntó Michelle mirándola directo a los ojos.Era incapaz de pensar con claridad cuando él la miraba de aquella manera. El deseo ardía en sus ojos, consumiéndola poco a poco. Por una vez Laila se olvidó de todos los motivos por los que debía alejarlo y decidió dejarse llevar.—No —dijo sin dudar.Michelle sonrió de lado —si acaso era posible
Michelle no había tenido suficiente de Laila y quizás nunca lo tendría, aunque seguro que disfrutaría intentándolo.La noche anterior había tenido que contenerse para no despertarla y hacerle el amor otra vez. Pero si ella seguía mirándolo con aquel fuego en los ojos no estaba seguro de poder resistir mucho más. Serían tan placentero transformar aquella mirada en una de pasión.—¿Piensas quedarte parado allí para siempre?—Preciosa, no quieres saber lo que pienso en estos momentos. —Dio un paso hacia ella y sonrió al verla retroceder—. Aunque puedo compartirlas contigo si así lo deseas. Sin embargo, tendrá que esperar hasta después de que hayas comido algo. Preparé el desayuno, debes estar hambrienta.—No esperarás que me siente a comer envuelta en una toalla.—Por supuesto que no, dejé algo de ropa encima de la cama antes de entrar. Pero si prefieres puedes bajar desnu…—Nos vemos abajo.Michelle le guiñó un ojo y salió del baño antes de que Laila le lanzará algo. Estaba tentando dem
Laila apagó su grabadora y la metió en su bolso. Luego devolvió la mirada hacia Franco. No había indicios del moretón que había esperado ver en su rostro, probablemente porque estaba usando maquillaje. Franco se preocupaba demasiado por la apariencia. Ni un pelo fuera de lugar. —Eso es todo, gracias por tu tiempo. —Intentó sonar lo más educada posible mientras hablaba. —Laila… —Si llegara a tener alguna pregunta, me pondré en contacto contigo. Eso, por supuesto, no iba a suceder. Y no porque no quería seguir manteniendo contacto él, nunca dejaría que sus asuntos personales interfirieran con su trabajo. Durante toda la entrevista, Franco había evitado responder muchas de sus preguntas, en especial aquellas que estaban relacionadas a la verdad de los rumores que circulaban sobre él. Si no tenía nada que esconder, habría sido más claro al respecto. Franco no era el hombre que aparentaba. No había llegado a dónde estaba con esfuerzo. Se levantó de su asiento, casi de inmediato él tam
Michelle observó al lugar que Laila lo había llevado. Había escuchado hablar antes de aquel club y aunque había recibido una invitación del dueño, nunca había tenido la oportunidad de ir hasta ese momento. No estaba tan mal, la música era buena y el ambiente bastante animado. Luces tenues de diferentes colores iluminaban el lugar lo necesario. —¿Qué hacemos aquí? —preguntó alzando la voz para que Laila lo escuchara sobre la música. Ella estaba demasiado atenta a todo lo que sucedía a su alrededor, así que era claro que no estaban allí solo por diversión. Estaban en la zona VIP y desde donde estaban se podía ver casi todo el lugar. —Estoy investigando algo. Al menos esta vez no se había aventurado a ir sola. Solo Dios sabía en qué clase de problemas podría meterse Laila. —No me digas, no me habría dado cuenta si no me lo decías. Laila se volvió hacia él con los ojos entrecerrados. Él le dio una de sus mejores sonrisas antes de ponerse de pie, luego estiró una mano hacia ella. Ya
Laila despertó al sentir algunos rayos de sol en su rostro. Debía ser alrededor de las ocho de la mañana, pero aún no tenía muchos ánimos de levantarse. Se giró y sonrió al ver a Michelle aún dormido. Era el quinto día consecutivo que despertaba a su lado. Desde la primera vez que habían pasado la noche juntos, él se las había ingeniado para convencerla de quedarse a dormir con él. No es que necesitara insistir demasiado. Disfrutaba pasar las noches con él. Había descubierto que hacer el amor con él era en cada ocasión una experiencia diferente y magnífica. Aunque también le gustaba aquellas noches que se quedaban hasta muy entrada la noche hablando sobre cualquier cosa. Michelle no tenía reparos en compartir su vida con ella y Laila quería ser igual de abierta con él. Estiró la mano y acarició su mejilla. Disfrutó de la sensación de su incipiente barba contra la mano y se quedó allí durante algunos minutos. Cuando intentó alejar la mano para levantarse, él la sujetó por la muñec
Michelle guardó silencio mientras observaba la cabaña unos metros más allá. El lugar pertenecía a una pareja y podías encontrar muchas otras cabañas más pequeñas si seguías por el sendero que estaba a su derecha. En ellas se albergaban a visitantes todos los días del año.Había pasado un tiempo desde la última vez que visitó el lugar, pero todo se sentía igual. Aquel sitio había convertido en el favorito de Aurora desde que Salvatore y él la llevaron durante un fin de semana para celebrar sus cumpleaños.—¿Estás bien? Si no te gusta, podemos irnos. —Laila se escuchaba bastante insegura.Sonrió y se giró a verla.—Claro que me gusta. —No estaba segura si querrías venir, pero luego de nuestra conversación sobre Aurora, me di cuenta que no tuviste tiempo para llorar su pérdida. Estabas demasiado ocupado cuidando de los tuyos. Y pensé que quizás necesitabas pasar algo de tiempo en un lugar que te hiciera sentir cerca de ella. —Laila hablaba a toda velocidad casi sin respirar—. Así que