Tomás seguía recordando ése día antes, de la tragedia que le había ocasionado el abandono de Margarita, había estado hablando con ella, cuando le pidió acompañarla a pasear, tenía tanto tiempo que los dos no disfrutaban de ésa aventura, pero él no pudo salir.
—" ¡Sí, mi amorcito!— respondió Tomas cariñoso— ¿A que hora irás?—preguntó él.— Después de almorzar— dijo ella— podemos salir al mediodía, después de la oficina, vienes almuerzas y nos vamos y pasamos la tarde juntos.— ¡Está bien, vida mía!— buscó sus labios y la besó apasionadamente.— Estoy cansada Tomás—dijo ella bostezando.— Amor, hoy estoy un poco más descansado y tengo ganas de tí— dijo Tomás— ¡No me rechaces, por favor! — Yo hoy, estoy cansada y no quiero, deseo dormir y tú, deberías hacer lo mismo— pidió ella.—Lo que quieras, vamos a dormir entonces— dijo él resignado. Él caminó detrás de ella y pellizco una de sus nalgas con deseo y ella dio un respingo por la sorpresa.— ¡Tomás, compórtate!— dijo Margarita enojada— ¡Ya te dije que no tengo ganas de nada hoy, así que te aguantas! — ¡Eres deseable para mi, amor, me gustas muchísimo!— había dicho él. — Entonces, deja de trabajar tanto para que me puedas atender como yo quiero y no cuando tu lo desees— había dicho ella. Subió las escaleras, Tomás se tragó su frustración, era tan dura Margarita, pero él la amaba mucho, sabía que estaba enojada con él por estar metido todo el día en las empresas. Mañana saldrían un poco, tenía un pequeño respiro, las cosas iban saliendo muy bien, había hecho algunos movimientos estratégicos de negocios que estaban resultando con éxito. Estaba absorto en sus recuerdos que no escuchó que su madre estaba parada allí, esperando una respuesta a alguna pregunta que había hecho, pero que él no había escuchado nada. Volvió a la realidad y trató de no pensar en ese día; se quedó mirando a su madre. — Disculpa mamá, no escuche tu conversación— dijo Tomás— estaba pensando en otros asuntos. — Ya me di cuenta— dijo Carol— tengo más de cinco minutos hablando y tú ni pendiente. — ¡No siento, mamá! Dime, ¿que decias? — dijo Tomás.— Te decía que todo quedó perfecto, ya los invitados se han marchado— dijo Carol a su hijo— estoy agotada y me regreso a casa. — Está bien, yo te acompaño— dijo Tomás — ¿Ya Sara, se libró de los moscones? — Tomás por favor, son conocidos de tu hija, compañeros de clase en la Universidad— dijo Carol. — Mamá, esos dos que estaban cerca, dudo mucho que sean universitarios— ¡Son ya grandes! — ¡Ah, esos! — dijo Carol restando importancia al asunto— son amigos míos, mejor dicho hijos de amigos de tu madre. — Entonces me quedo tranquilo— dijo Tomás— sabiendo que mi pequeña está en las mejores manos, siempre has sabido escoger a tus amigos. — ¡Claro hijo debes estar tranquilo! Tu mamá te ha ayudado todos estos años — la voz de Carol sonaba divertida. Empezó a recordar a su nieta desde el momento en que tuvo que atenderla por completo, porque su madre se había ido de casa. Había visto venir a la pequeña correr hacia ella y salió a su encuentro para abrazarla, Carol llevó a Sara hasta su habitación, prometiendo a la niña que ella ahora se vendría a vivir con ella para hacerle compañia. — ¿Me vas a dejar sola con papá?— preguntó Sara a su abuela— ¡Él no se siente bien, lo he visto llorar, abuela!— ¡No digas eso mi niña linda!— corrigió Carol a su nieta— él solo está un poco cansado, extraña a tu mamá.— ¡Si, mamá se fue de casa!— dijo la niña triste— ¡ella no me quiere, abuelita!— ¡No mi amor, no digas eso! Estas miy pequeña para entender, son cosas de la gente grande, un día tu papá te lo explicará, mi niña!— dijo la abuela — ¡Yo te amo mucho, mucho, y papá también! — ¡Lo sé abuela!— dijo la niña— es mamá quien no me quiere. se quedó viendo a la abuela Carol, quien no dijo más nada. Carol no se sentía tan bien dejando a la niña con esos sentimientos, pero Sara tenía seis años y se daba cuenta del dolor de su padre, que no podía hacer nada, solo era una niña y ella una abuela consentidora.Dejó a un lado aquellos recuerdos y se concentró en esa noche, estaba agotada y necesitaba descansar, buscó a Sara para volver a casa, Tomás caminó detrás de ella, su madre había sido de gran ayuda en sus momentos más duros. Nadie se podía imaginar lo él sentía, era la mayor frustración, sentir que tu mujer no había valorado tu esfuerzo, que todo había quedado reducido a unas cuantas palabras de reclamos y un adiós sin poder replicar, no hubo una palabra de consuelo, solo había que continuar, a pesar de saber que su mundo se cayó a pedazos aquél díaPasaron los días y Tomás se concentró en el trabajo, dejando todo lo que tenía que ver con Sara en manos de Carol; ella se encargó de los maestros en el colegio, de toda la educación de la niña, eso sí, él supervisaba los movimientos de salida de la casa.no había salidas a ningún lado sin que estuviera controlada por un personal de seguridad, todo lo que la niña necesitara, estaba bajo el control de él, se volvió super protector, no quería que Margarita viniera un día y la arrancará de su lado. Era un destino triste para una niña de apenas seis años, quedarse sin su mamá pero Tomás no podía hacer nada, solo daba órdenes y había que cumplirlas. — Cualquier cosa que Sara necesite, se la piden a mamá, pero no quiero a la niña sola, por ninguna circunstancia, nada de amiguitos en casa— dijo mirando a las empleadas directamente— ni salidas al parque, ni paseos, solo mi madre está autorizada a acompañarla, a todo lugar ¿Me hice entender?Ellas cabecearon en señal de aceptar lo que él exigía, una de ellas que adoraba a la niña, había estado desde el primer día de vida de Sara, le pareció tan injusto lo que su padre pedía, pero no era nadie para ir en contra de la voluntad de su señor y patrón.Muchas veces Sara preguntaba si podía jugar afuera por el jardín,pero su papá ya había exigido de ellas que nada de actividades en los alrededores, le decían que había peligros, ella se quejaba. — ¡Nunca camino sola por los jardines!— decía la niña, la voz de Sara, era triste— me siento enjaulado, yo no veo peligros aca. — Es mejor así, mi amor— decía una de las niñeras— así no te regaña tu padre, ni a nosotras tampoco. — ¡Él no quiere que mi mamá me lleve!— gritó un día Sara llorando— ¡No sé porque, ella nunca va a venir!— ¡No es por eso mi niña!— dijo su abuela que en ese momento entró— es que le da miedo que te vayas a lastimar andando sola, él te adora. — Yo también, pero me gustaría caminar sola de vez en cuando, tengo diez años, no ando correteando por allí— dijo Sara. Carol sonrió ante la respuesta de su nieta, era muy ayuda en sus apreciaciones, pero nunca réplica a una orden de su padre, ella lo consentía cuando llegaba a casa y siempre le decía:— Papá, ¿por qué no te buscas una novia y te casas nuevamente? Necesito una mamá, así no andas con la mirada fea siempre.El consejo de Sara era como él de un adulto, pero eso salía de su mente, nadie le indicaba que decir, era una niña muy inteligente.— ¡No tienes idea de lo que me pides! Te imaginas a una mujer que no es tu madre, molestando, dando órdenes, no solo a ti, si no a tu abuela! ¿Eso es lo que quieres?— dijo el muy serio. — ¡No todas son así papá!— dijo Sara— solo quiero verte sonreír, y no estar siempre feo. — ¡Ah entonces tu piensas que con una novia me pondré guapo!— dijo él divertido. — Pues, no es eso, es que siempre estás solo— dijo la niña tratando de explicar. — Yo no estoy solo, te tengo a ti, a mamá— dijo Tomás— ya hay suficientes mujeres acá. — Mamá se fue, yo quisiera ir con ella, aunque sea una vez— dijo Sara triste.— No estés triste, no quiero que pienses en eso, mamá tiene otra vida,y no podemos cambiar eso, vamos a buscar en el jardín flores para alegrar la casa— dijo él. — ¡Me gustan las flores!— exclamó Sara— deberías dejarme salir sola al jardín. —Ya hemos hablado de eso Sara, no quiero que insistas— dijo Tomás con el rostro duro. — Es que no entiendo, estoy en mi casa, ¿qué puede suceder? ¡
—¿Por qué no me dijeron para traer un regalo hoy? — preguntó Tomás empezando a subir a su habitación.— Señor Williams, pensé qué se iba a enojar — exclamó Mariam— como no le gustan las fiestas. — Aclaró algo, no me gusta que Sara ande en fiestas por allí, pero si se va a hacer acá en casa con los empleados y la familia, podemos celebrar sus quince años— dijo él. — Entonces, ¿podemos hacerlo nuevamente mañana papá?— preguntó ella— ¿ Me dejas invitar a un par de chicas del colegio? Él se quedó mirando a su hija y le guiñó un ojo y dijo:— Si podemos celebrar tu cumpleaños mañana— dijo Tomás— pero sólo dos amigas— ¿Puedes bailar él vals conmigo?— dijo Sara— ¡Será muy corto!— ¡Ay señor!— suplicó Mariam— ¡son sus quince años!— Está bien— dijo cediendo— deja de manipular muchachita.— ¡Gracias papá! ¿Te gusta mi vestido?— dijo SaraYa él sabía perfectamente que su niña, estaba creciendo, estaría pronto en la universidad, y tenía temor, sonrió al imaginar la cara de su hija cuando le
Carol la madre Tomas Williams, tenía ya sesenta años, siempre fue una mujer dulce, pero también de carácter firme, ella estaba ese día llena de júbilo, todo había salido demasiado hermoso.Iban de regreso a casa, los recuerdos la invadían, ya Sara era una chica mayor de edad, a pesar de que ésos doce años al frente de la crianza de su nieta había sido bastante contrariado. Cada vez tenía qué estar enfrentando a su hijo, quién se había vuelto sumamente sobreprotector con la niña, de querer todavía después de tanto tiempo, mantener a Sara alejada de las reuniones sociales. Al final ella había podido persuadirlo de qué ella podía acompañarla, pero era muy exigente, así que verla ahora convertida en toda una mujer era un sueño hermoso. Solo tuvo dos fiestas de cumpleaños, una en la casa, a puertas cerradas y ahora ésta que después de tanto rogar y rogar le había concedido hacerla pública, con pocos invitados, pero definitivamente más de cuatro que fue lo permitido esa vez. Ahora pensa
Esa mañana Sara se levantó con los ánimos muy altos, había disfrutado su celebración de cumpleaños al máximo, además había conocido al hombre más guapo del mundo. Ese día se vería con él, había visto salir a su abuela muy temprano en la mañana y ella también se preparó para salir, iba emocionada por tener su primera salida a solas. Tomó un taxi y llegó al lugar indicado para ver a Renzo, un hombre más grande que ella, pero que le gustaba demasiado. — ¡Hola! ¿cómo estas?— dijo él. — Emocionada por salir hoy a verte— dijo ella— siempre salía con mi abuela hasta hoy. — Entonces hay que celebrarlo con un buen café— dijo Renzo. — Muero por probarlo—dijo ella. Sara Williams estaba teniendo su primera cita, se sentía flotando en el aire, le gustaba mucho lo que estaba sintiendo, era un cosquilleo por todo su cuerpo, un mariposeo en su estómago tan sólo con tenerlo cerca. Renzo sabía que Sara era una joven inexperta, debía ir con cuidado, no quería hacerle daño, sólo deseaba salir, co
Sara después de obtener carta libre con su padre, se sintió muy relajada, se comportaría como una adulta responsable y así evitaría tener problemas en lo futuro con su papá. El fin de semana estuvo poniéndose al día con sus deberes universitarios, le gustaba obtener las mejores calificaciones, le gusta esforzarse, sabía que la disciplina es la clave de todo. Había quedado con Renzo que después de clases irían a almorzar, estaba llena de emoción por volver a ver a este chico que le gustaba mucho. Renzo Davies esa mañana hablaba con Raymond. —¿Saliste con la cumpleañera?— preguntó el amigo de Renzo. — Si, y hoy nuevamente saldré con ella, tenemos un almuerzo en común— dijo Renzo. —Amigo, ¿sabes a lo que te expones con Agatha al ir con ésta jovencita?— dijo Raymond alarmado. — No va a pasar nada, la muchacha no tiene amigos, yo solo la estoy ayudando a tener vida social, no hay nada de malo en eso— dijo Renzo. — ¡Estás comprometido amigo!— dijo el otro— en pocos meses estarás cas
Carol se quedó mirando a su nieta con cierta preocupación. — Aclaremos algo mi niña— dijo la abuela— está bien que te guste, pero tienes una cara como si te hubieras comido el mejor postre del mundo, eso me da temor. — Abuela, no soy ninguna tonta— dijo Sara— que peligro puede haber de que me guste un hombre. — Muchos hija, eres inexperta, él es más grande, tu estas saliendo del cascarón— dijo Carol— a eso me refiero. — Convenimos en el punto de mi inexperiencia, pero ya no soy una niña y necesito que dejen de fiscalizar todo lo que hago— dijo Sara a la defensiva. — No te estoy fiscalizando, solo me estoy preocupando— dijo Carol— no trates de desviar las cosas, te conozco muy bien Sara y sé que esa euforia es por algo más que un almuerzo. Sara detestaba la manera en que su abuela la estaba interrogando, pero no tenía más remedio que aguantarse, al final era su abuela, y sabía que lo hacía por su bien..No podía creer que tuviera que decirle que Renzo le dió un pequeño beso, pero
Esa mañana caminó por los jardines de la universidad, observó todo a su alrededor, el mundo que se presentaba para ella, aprendería a ser una mujer responsable y de mundo. Esperaba que Renzo la llamara ése día anterior, per no sucedió, tampoco en la mañana, a lo mejor estaba bastante ocupado, pero ella no sería la que andaría buscando una nueva cita, tenía clase, era una chica tímida en ese aspecto. Llegó hasta las empresas, su padre ya le tenía su oficina lista, entraría como asistente administrativa y tenía una jefa que la entrenaría en todo lo referente al negocio. Órdenes estrictas de su padre, estaría hasta las cuatro aprendiendo de manera intensiva, desde la oficina se veía la de su padre, podía verlo trabajar a sus anchas desde allí. ¿«Lo habría hecho a propósito»? Se preguntó Sara, bueno realmente eso importaba poco ya estaba allí y tenía que aprovechar el tiempo. Esa semana cada día fue igual, no hubo una llamada, ni un mensaje de Renzo, se sentía decepcionada, pero tení
Estuvo casi una hora dando vueltas por la ciudad, tenía él corazón apretado por la decepción que sentía, ¿porque la hizo ilusionar de esa manera? Ahora entendía el porqué no se comunicó, estaba luchando con lo más sensato.Decidió ir a casa, nada hacía pensando en lo inútil de aquello que no llegó a nacer, lo mejor era abortar aquel sentimiento que empezaba a brotar, sepultaron en lo más profundo de su alma y no pensar más. — ¡Hija, me tenías preocupada!— dijo su abuela, abrazándola— ¿Por qué tardaste tanto?Ella la miró extrañada y dijo:— ¿Tardar? — Si, tu papá me llamó diciendo que ya habías salido para acá— dijo Carol— ¿Sucedió algo? — Oh no abuela, cuando venía para acá quise dar una vuelta para relajar mis pensamientos, solo quise distraerme un poco. — ¿Tuviste un mal día?— preguntó la abuela. — ¿Puedo terminar de llegar abuela?, estoy cansada— respondió ella. — Disculpa querida, ve termine de llegar— dijo Carol. Sara se introdujo en su habitación y se echó boca abajo en