Vincenzo estaba absortó revisando la información que le había entregado Angelo más temprano ese día cuando escuchó su celular sonar. Dejó a un lado el archivo y levantó su celular.—Hablando del diablo —susurró al ver el identificador de llamadas—. Cosimo, buenas tardes —saludó.—Vincenzo. ¿Cómo van las cosas con mi hija?—Bastante bien. No ha presentado ningún síntoma de los que mencionaste, pero creo que debería estar preparado por si eso llegara a cambiar. ¿Crees que puedas facilitarme el nombre de su psiquiatra? Es por si necesito contactarlo en algún momento. No veo el sentido de cambiar del doctor. Confío en que eligieron al mejor. Además, él conoce el historial de Serena y sabrá cómo tratarla.—Por supuesto, le diré a mi esposa que te la información de contacto.—Gracias.—Esta mañana me reuní con mis abogados, me informaron que sigues siendo el abogado de Garibaldi. Creí que para este momento ya habrías renunciado.—Decidí no hacerlo. —Esta no era una petición. Pienso destro
Serena levantó su celular en cuanto empezó a sonar y miró el identificador. Se sintió tentada a no contestar cuando vio el nombre de su madre. No estaba de humor para hablar con ella en ese momento y, la verdad sea dicha, nunca. Pero si no contestaba, ella seguiría llamando.Soltó un suspiro y respondió.—Hola, mamá. ¿Cómo estás?—Acabo de hablar con la madre de Vincenzo hace un momento —dijo su madre, sin molestarse en saludarla—. Me contó de la hermosa fiesta que está organizando para celebrar tu matrimonio con su hijo. ¿Por qué es que me vengo a enterar recién ahora? —Se me olvidó mencionártelo.—Me hiciste quedar en ridículo. Como tu madre, debería haber participado en la organización. En lugar de eso, soy una más de los invitados.—Es algo que Bianca quería hacer, no le pude decir que no y tampoco creí que estarías interesada en participar.Mentira. Sabía que su madre se habría ofrecido a ayudar ante la mínima mención de la fiesta. Podía seguir odiando que su única hija se hubi
Serena no podía recordar mucho de lo que su madre había dicho durante el almuerzo porque, sinceramente, no le había estado prestando atención la mayoría del tiempo. Pero casi estaba segura que no habían sido más que críticas y quejas. —¿Qué opinas de ese? —preguntó, su madre mientras movía el vestido en sus manos. Se encogió de hombros. —No lo sé, tendría que verte con él para saber cómo te queda. Su madre la miró extrañada y luego le dio una sonrisa demasiado ensayada. —No es para mí, cariño. Es para ti. Serena miró el vestido como si estuviera deliberando, aunque había tomado su decisión en cuanto su madre lo agarró. No iba a usar ese vestido, ni ese, ni ninguno de los que su madre le había pedido a la pobre dependienta. —¿Para mí? —Sí. Luego podemos buscar un vestido para mí. En este momento encontrar uno para ti es la prioridad. Es un evento importante debes verte elegante. Es perfecto. ¿No lo crees? Las palabras de su madre le habrían sonado dulces viniendo de cualquier
—¿Estás lista para el show? Serena sonrió ante la pregunta de Sienna. —Ni un poco, pero al menos no estaré sola. —Por supuesto que no. Si la bruja de tu madre in… —Sienna —interrumpió Antonella. —Lo siento. No debería haber llamado a tu madre de esa manera delante de ti. Es una bruja, pero no tenía por qué decirlo en voz alta. Serena rompió a reír. —Tienes razón ella lo es. —Bueno, regresando al tema. Este es tu día y el de mi hermano, los dos se merecen una fiesta por todo lo alto después de lo apresurado que fue vuestra boda. Si tu madre te hace sentir incómoda en cualquier momento, solo danos una señal y la sacaremos de aquí. Podría tomarla del cabello y arrastrarla hasta la puerta. Sería un espectáculo inolvidable y quizás hasta se quedaría en su casa hecha de golosinas por un tiempo. Serena entendió la referencia de Hasel y Gretel. —Si eso pasa, me aseguraré de obtener las mejores fotos —continuó Antonella, siguiendo el curso de pensamientos de su gemela—. Podríamos di
Vincenzo acercó a Serena a su cuerpo, con la mano que reposaba en su cintura, y se preparó para enfrentarse a los padres de su esposa. Los dos, notoriamente fríos y distantes, avanzaron con la cabeza en alto a través de los invitados, ofreciendo a su paso asentimientos formales como saludo. La tensión en el aire era palpable, sin embargo, Vincenzo mantuvo un semblante tranquilo. Se encontraban rodeados de su familia, en su territorio. Los Castelli tendrían que jugar bajo sus reglas y comprenderían que no eran una fuerza que pudieran pasar por alto. Alegra Castelli esbozó una sonrisa y abrió los brazos. —Mi preciosa hija, te ves espléndida. —Madre —saludó Serena, con una sonrisa demasiado forzada, y se acercó a abrazarla. Alegra tomó a su hija por los hombros y la hizo hacia atrás para darle un beso en cada mejilla. —Bienvenido oficialmente a la familia —dijo Cosimo, ofreciéndole una mano a Vincenzo. Lo último que deseaba era estrechar la mano de un bastardo como él, pero deb
Vincenzo se dirigió fuera de la pista de baile, dejando atrás a su esposa con Volkov. Lo menos que había deseado era dejarla con él, pero decir “No quiero, es mía y solo mía” no había parecido tampoco una buena opción. Después de todo sería un baile o quizás ni eso. Si él no mantenía sus manos en zona segura o sentía a Serena tensa, intervendría antes de que la canción llegara a su final. —No saldrá huyendo con ella —comentó su hermano mayor y le dio un trago lo que parecía brandy—. No delante de tantos invitados, no es que eso te detuviera a ti cuando la sacaste de su boda. Vincenzo tomó una copa de la bandeja de uno de los meseros que pasaba por allí y bebió el contenido de un solo sorbo. —¿Dónde está tu esposa? —preguntó, mal humorado, sin dejar de ver a Serena. —Fue a llamar a la niñera para comprobar que todo está bien con nuestra hija. Oh, ella está sonriendo. Esa no es buena señal. ¿verdad? Tensó la mandíbula y le dio una mirada de advertencia a su hermano, quien simpleme
Vincenzo no apartó la mirada de Alegra mientras esta se alejaba. No confiaba en que no intentara algo si le daba la espalda, aunque habría sido demasiado idiota, considerando que estaban rodeados de su familia. Sin embargo, eso no la había detenido de intimidar a Serena, así que no podía decir que era muy inteligente.Solo cuando Alegra desapareció, se giró a Serena y la tomó del rostro con ambas manos. —¿Estás bien?Serena sonrió, conmovida al verlo preocupado. Durante toda la noche cada persona la había tratado con cortesía y cariño, incluso aquellas que no la conocían bien. No entendía porque sus padres no podían sentirse felices por ella. ¿Por qué tenían que arruinar una noche tan especial?—¿Serena?—Estoy bien —musitó y le dio un suave beso—. Eres mi héroe. Apareciste en el momento correcto.—¿Segura?Serena asintió con la cabeza.—¿Qué es lo que quería tu madre? La vi dirigirse hacia aquí y supe que no podía tener ninguna buena intención, así que salí tras ella. Habría llegad
—Cuando me levantaste temprano, no tenía en mente que era para esto. —Serena hizo un mohín—. Tienes suerte de que te amé o te lanzaría debajo de los autos. Vincenzo soltó una carcajada y tiró de Serena para que entraran en el rocódromo. —Ha pasado un tiempo desde que salimos a escalar y… —No el suficiente como para que empiece a gustarme. —Creí que te ayudaría relajarte —continuó Vincenzo sin dejar de sonreír. Serena se quejaba cada vez que iban a escalar, pero para cuando terminaban siempre tenía una sonrisa de satisfacción en el rostro. Vincenzo había aprendido a escalar desde muy joven. Era una de las actividades favoritas de su padre, quien le había inculcado su pasión. Con el tiempo, la escalada se convirtió también en una manera de ayudarle a despejar su mente cada vez que se sentía sobrepasado por algo. —No estoy segura de esto —dijo Serena mirando la pared frente a ella mientras Vincenzo la ayudaba a colocarse el arnés de seguridad—. Puedo quedarme en el suelo y animart