Darío, con voz suave, le dijo: —No voy a presionarte ni te pido que me des una respuesta ahora mismo. Simplemente quiero que sepas que aquí estaré.Bella sabía que Darío la había querido durante años, y si no le dejaba claras sus intenciones, él seguiría esperando. Bella se sintió un poco culpable.—Lo siento, Darío. He hecho una promesa a otra persona y debo considerar sus sentimientos.Ante la sinceridad de Bella, la sonrisa de Darío se tornó agridulce. —Estoy seguro de que la persona que hayas elegido debe ser alguien excepcional....Por la tarde, Bella llevaba consigo el broche de diamantes, el colgante de esmeralda que la abuela Romero le había obsequiado por su cumpleaños y algunos perfumes que había preparado para ella, y se dirigió a la antigua residencia de la familia Romero.Al llegar en coche, Bella redujo la velocidad.En la entrada del patio había un jardín rocoso con una pequeña fuente.Allí, una joven delgada estaba agachada, mirando algo, mientras un sirviente intentab
—Antes de mi divorcio con Pedro, no pude devolvértelo a tiempo. Hoy que tengo la oportunidad, he venido a traértelo. —explicó Bella con calma.—Bella, si ya me lo habías dado, ¿por qué lo devuelves ahora? —le recriminó con cariño la abuela Romero.—Gracias por tu generosidad, abuela, pero este collar era un regalo que tenías pensado para la futura esposa de Pedro. No es apropiado que yo lo conserve.Luego, Bella sacó una cajita de terciopelo con un broche de diamantes. —Y también me gustaría que le entregaras esto a Pedro.La abuela Romero, al ver de nuevo ese broche que su nieto ya se había llevado, imaginó lo que debía haber pasado entre Bella y Pedro.Tomando las manos de Bella, le dijo con cariño: —Bella, no sé qué ha ocurrido entre ustedes, pero sé que Pedro debe haberte hecho sufrir de nuevo.»No voy a aconsejarte nada, solo que no te distancies de mí. Este era un regalo para ti, no para su futura esposa.»Eres una chica tan buena, y has soportado tantas dificultades en vuestro m
—¡Muchacho, ¿a qué viene esa actitud? ¡Ven a saludar a Bella! —dijo la abuela Romero.Susana dejó las frutas y se fue a la cocina.Pedro se acercó a ellas a paso lento.Miró a Bella con la mirada algo apagada y movió apenas los labios, pero no dijo nada.—¿Dónde has estado estos días? ¡Pareces un enfermo, tan desanimado! —preguntó la abuela Romero, confundida.—Abuela, tuve un imprevisto en el país de Taloria y él resultó herido por ayudarme. —explicó Bella»Aún no se ha recuperado del todo, así que no lo regañe por mi culpa.Su nieto ayudó a Bella, pero su relación seguía siendo muy mala. Debían haber pasado muchas cosas en el medio.La abuela Romero suspiró en silencio, y decidió no recriminarle nada.—Abuela, tengo unos amigos en el hospital a los que debo ir a ver, así que no me quedaré a cenar. —dijo Bella.Ella había pensado que Pedro no volvería, por eso decidió quedarse a comer, pero ahora que había regresado, Bella prefería evitar tener mucho contacto con él.La abuela Romero
Bella se puso un poco alerta. —No puedes llamarme más de tres veces al día.Carlos dijo: —Tres es muy poco, mejor cinco.Bella dijo: —Cuatro, no puede ser más. Eso es el límite.Carlos no respondió.En ese momento, Elena entró y los sorprendió en plena negociación. Tuvo que contener la risa. —Bella, ven un momento, necesito hablar contigo.Bella salió al pasillo.Se sentaron en un rincón tranquilo.—¿Les he interrumpido? —preguntó Elena con ojos pícaros.Bella sabía a qué se refería. Le lanzó una mirada de fastidio. —Jefa Elena, si tienes tanto tiempo libre, podrías apuntarte al equipo de chismosos.Elena sonrió. —Genial. ¿Me recomiendas alguno?Bella le echó otra mirada irritada. —Venga, dime para qué me has hecho salir.Elena entonces le contó: —He recibido la información de que Pedro va a venir a nuestro hospital a rehabilitarse. ¡Los directivos andan ajetreados buscándole la mejor habitación y los mejores médicos!Bella frunció un poco el ceño.Acababa de ver a Pedro en la mansión
Elena también lo había visto.—Vamos a hablar dentro de la habitación. —le dijo a Bella.—Elena. —la llamó Julio.—Tú habla con ella, yo me adelanto. —dijo Bella.—Señorita Fernández. —la detuvo también Julio.Bella se sorprendió un poco, ya que Julio, que normalmente evitaba las interacciones sociales innecesarias, se había dirigido a ella por propia iniciativa.—Me han dicho los compañeros de Elena que tu amigo ha resultado herido. Si hay algo en lo que pueda ayudar, dímelo. —le comentó Julio.Bella se sorprendió aún más, pero aun así asintió cortésmente. —Gracias.Bella se dirigió a la habitación de Carlos, mientras Elena miraba a Julio con tranquilidad. —¿Qué quieres?—Acabo de pasar por la unidad de cuidados intensivos y, al saber que ustedes están aquí, he venido a visitarles. —se excusó Julio, temeroso de haber molestado a Elena.—No era necesario —respondió Elena—. Julio, tienes mucho trabajo, no deberías perder el tiempo aquí.Julio se quedó un poco sin palabras, pero aun así
Julio se apresuró a detener a su madre. —¿Qué piensa hacer?Rosalía respondió, enfadada: —Voy a hablar con su superior para que le enseñe modales. ¿Cómo se atreve a tratarnos así?—¡Mamá, no hagas eso! —exclamó Julio, elevando un poco el tono de voz.Rosalía se enfureció aún más. —¡Julio, ¿cómo te atreves a hablar así a tu madre?! ¿Hasta cuándo vas a estar de parte de esa Elena? ¿Acaso has olvidado cómo nos amenazó?—Nos trató como si no valiéramos nada, y ahora quiere divorciarse, ¿y tú quieres ir a verla?Julio, fastidiado, respondió: —Ella no estaba equivocada, nosotros no la tratamos bien.—¿Ahora la estás defendiendo? —preguntó Rosalía, cada vez más enfadada.»¿Cómo que no la hemos tratado bien? ¡Como tu esposa, es su obligación cuidar de ti y atender a tus padres! ¿Acaso no es algo normal?»¿Qué se cree que es? Solo porque tiene ese título y ese trabajo, debería estar agradecida de haberse casado con nosotros. ¡Y encima se atreve a desafiarnos!»Te lo digo, ni tu padre ni yo vamo
El móvil de Julio recibió una notificación, al abrirla encontró un archivo comprimido. Al descomprimirlo, reprodujo el vídeo.Las palabras de su madre le resultaban molestas, pero cuando Elena dijo que prefería quedarse soltera de por vida antes que volver a estar con él, Julio sintió una punzada en el pecho....Bella se enteró del escándalo que Rosalía había ido a montar.—¿Cómo se atreve a ir a buscarte bronca? La próxima vez llama directamente a la policía. —le dijo, algo enfadada.Elena ya había pasado el disgusto y ahora le daba pereza seguir discutiendo. —De acuerdo, la próxima vez llamaré a la policía.Bella examinó a Elena con la mirada. —¿Seguro que estás bien?Elena puso los ojos en blanco. —No me subestimes, gente como ella la veo a diario. Hay quienes son aún peor y no me asustan.»Antes no les plantaba cara porque era la suegra, quería mostrarle respeto y no poner a Julio en un aprieto. Ahora me importa un bledo, que la insulte y la enfrente todo lo que quiera.Bella le d
Bella sacudió la cabeza en señal de rechazo. —Ve tú.Natalia rio con coquetería. —Pero creo que el director Romero preferiría verte a ti. Acompáñame, así no tendré que enfrentarme a él yo sola, ¿de acuerdo?Diciendo esto, Natalia se agarró con cariño del brazo de Bella y la arrastró consigo hacia la habitación.La asistente de Natalia llamó a la puerta y la abrió.Así, ellas se encontraron de repente frente a Pedro en su habitación.Era un piso VIP, que contaba con una sala de estar, una cocina abierta, una pequeña sala de rehabilitación y la cama del paciente.Pedro estaba sentado en la habitación mientras Miguel le informaba sobre algo relacionado con el trabajo.Al escuchar el ruido, levantó la vista.Al ver a Bella, en sus ojos se reflejó una clara sorpresa, como si no creyera que ella estuviera allí.—Señora Romero, señorita Llona. —saludó Miguel con educación, retirándose discretamente a un lado.Bella no respondió. Natalia habló con voz melosa: —También está aquí el asistente Ma