Bella se puso un poco alerta. —No puedes llamarme más de tres veces al día.Carlos dijo: —Tres es muy poco, mejor cinco.Bella dijo: —Cuatro, no puede ser más. Eso es el límite.Carlos no respondió.En ese momento, Elena entró y los sorprendió en plena negociación. Tuvo que contener la risa. —Bella, ven un momento, necesito hablar contigo.Bella salió al pasillo.Se sentaron en un rincón tranquilo.—¿Les he interrumpido? —preguntó Elena con ojos pícaros.Bella sabía a qué se refería. Le lanzó una mirada de fastidio. —Jefa Elena, si tienes tanto tiempo libre, podrías apuntarte al equipo de chismosos.Elena sonrió. —Genial. ¿Me recomiendas alguno?Bella le echó otra mirada irritada. —Venga, dime para qué me has hecho salir.Elena entonces le contó: —He recibido la información de que Pedro va a venir a nuestro hospital a rehabilitarse. ¡Los directivos andan ajetreados buscándole la mejor habitación y los mejores médicos!Bella frunció un poco el ceño.Acababa de ver a Pedro en la mansión
Elena también lo había visto.—Vamos a hablar dentro de la habitación. —le dijo a Bella.—Elena. —la llamó Julio.—Tú habla con ella, yo me adelanto. —dijo Bella.—Señorita Fernández. —la detuvo también Julio.Bella se sorprendió un poco, ya que Julio, que normalmente evitaba las interacciones sociales innecesarias, se había dirigido a ella por propia iniciativa.—Me han dicho los compañeros de Elena que tu amigo ha resultado herido. Si hay algo en lo que pueda ayudar, dímelo. —le comentó Julio.Bella se sorprendió aún más, pero aun así asintió cortésmente. —Gracias.Bella se dirigió a la habitación de Carlos, mientras Elena miraba a Julio con tranquilidad. —¿Qué quieres?—Acabo de pasar por la unidad de cuidados intensivos y, al saber que ustedes están aquí, he venido a visitarles. —se excusó Julio, temeroso de haber molestado a Elena.—No era necesario —respondió Elena—. Julio, tienes mucho trabajo, no deberías perder el tiempo aquí.Julio se quedó un poco sin palabras, pero aun así
Julio se apresuró a detener a su madre. —¿Qué piensa hacer?Rosalía respondió, enfadada: —Voy a hablar con su superior para que le enseñe modales. ¿Cómo se atreve a tratarnos así?—¡Mamá, no hagas eso! —exclamó Julio, elevando un poco el tono de voz.Rosalía se enfureció aún más. —¡Julio, ¿cómo te atreves a hablar así a tu madre?! ¿Hasta cuándo vas a estar de parte de esa Elena? ¿Acaso has olvidado cómo nos amenazó?—Nos trató como si no valiéramos nada, y ahora quiere divorciarse, ¿y tú quieres ir a verla?Julio, fastidiado, respondió: —Ella no estaba equivocada, nosotros no la tratamos bien.—¿Ahora la estás defendiendo? —preguntó Rosalía, cada vez más enfadada.»¿Cómo que no la hemos tratado bien? ¡Como tu esposa, es su obligación cuidar de ti y atender a tus padres! ¿Acaso no es algo normal?»¿Qué se cree que es? Solo porque tiene ese título y ese trabajo, debería estar agradecida de haberse casado con nosotros. ¡Y encima se atreve a desafiarnos!»Te lo digo, ni tu padre ni yo vamo
El móvil de Julio recibió una notificación, al abrirla encontró un archivo comprimido. Al descomprimirlo, reprodujo el vídeo.Las palabras de su madre le resultaban molestas, pero cuando Elena dijo que prefería quedarse soltera de por vida antes que volver a estar con él, Julio sintió una punzada en el pecho....Bella se enteró del escándalo que Rosalía había ido a montar.—¿Cómo se atreve a ir a buscarte bronca? La próxima vez llama directamente a la policía. —le dijo, algo enfadada.Elena ya había pasado el disgusto y ahora le daba pereza seguir discutiendo. —De acuerdo, la próxima vez llamaré a la policía.Bella examinó a Elena con la mirada. —¿Seguro que estás bien?Elena puso los ojos en blanco. —No me subestimes, gente como ella la veo a diario. Hay quienes son aún peor y no me asustan.»Antes no les plantaba cara porque era la suegra, quería mostrarle respeto y no poner a Julio en un aprieto. Ahora me importa un bledo, que la insulte y la enfrente todo lo que quiera.Bella le d
Bella sacudió la cabeza en señal de rechazo. —Ve tú.Natalia rio con coquetería. —Pero creo que el director Romero preferiría verte a ti. Acompáñame, así no tendré que enfrentarme a él yo sola, ¿de acuerdo?Diciendo esto, Natalia se agarró con cariño del brazo de Bella y la arrastró consigo hacia la habitación.La asistente de Natalia llamó a la puerta y la abrió.Así, ellas se encontraron de repente frente a Pedro en su habitación.Era un piso VIP, que contaba con una sala de estar, una cocina abierta, una pequeña sala de rehabilitación y la cama del paciente.Pedro estaba sentado en la habitación mientras Miguel le informaba sobre algo relacionado con el trabajo.Al escuchar el ruido, levantó la vista.Al ver a Bella, en sus ojos se reflejó una clara sorpresa, como si no creyera que ella estuviera allí.—Señora Romero, señorita Llona. —saludó Miguel con educación, retirándose discretamente a un lado.Bella no respondió. Natalia habló con voz melosa: —También está aquí el asistente Ma
...—Bella llegó a la habitación de Carlos, quien estaba hablando por teléfono.Al verla, colgó.Luego le informó que el hospital que había emitido el certificado mental de Anna había investigado y hallado que Víctor tenía acciones privadas.—He enviado las pruebas correspondientes a la comisaría. Cuando Anna regrese, solicitaremos una nueva evaluación. —dijo Carlos.»El informe forense de Taloria indica que Daniel murió por una herida de garganta producida por un machete. En cuanto a si fue un asesinato deliberado o un accidente, es imposible determinarlo.»Aunque Anna estaba herida y probablemente no tendría la fuerza para matar a un hombre adulto, en una situación de peligro las personas pueden verse impulsadas por un instinto de supervivencia. Así que este no puede ser una prueba.»El almacén abandonado no tenía cámaras de vigilancia y en ese momento todos los ojos estaban puestos en ti, nadie prestó atención a lo que pasaba dentro. A menos que surjan nuevas pruebas, me temo que se
Pedro llevaba puesta su propia ropa, sin saber si simplemente salía a tomar un poco de aire o si tenía algo que hacer.Al ver a Bella empujando la silla de Carlos, los ojos oscuros y generalmente distantes de Pedro se ensombrecieron ligeramente con un dejo de dolor.—Vaya, director Romero, también está usted ingresado aquí, qué casualidad. —saludó Carlos de forma amistosa.Pedro no le respondió, recuperando esa mirada impenetrable. Luego, dirigió su atención a Bella, como si quisiera decirle algo.—¿Ocurre algo? —preguntó Bella.Los delgados labios de Pedro se fruncieron por un momento. —¿Podría robarte unos minutos en mi habitación? Es un asunto personal.—No es necesario —respondió Bella con calma—. Puede decírmelo aquí mismo.Pedro miró de reojo a Carlos y luego volvió a Bella. —Es un tema privado, no me gustaría que lo escuchara un extraño.—Lo siento —dijo Bella—, pero ahora no tengo tiempo. Hablamos más tarde, cuando esté libre.Estas palabras parecieron herir a Pedro, que lament
Al ver la expresión apremiante de Carlos, Bella no pudo evitar soltar una risita. —Estaba bromeando contigo.—No es por Pedro, la abuela Romero y la señora Romero han sido muy amables conmigo, así que estaré encantada de ayudar en lo que pueda. —explicó ella.Al oír eso, una sonrisa seductora y apasionada floreció en el apuesto rostro de Carlos. —Bella, eres una persona tan bondadosa y hermosa.—Ay, no, no —Bella se frotó el brazo, incómoda—. Señorito Sánchez, por favor, mantén la compostura. No sonrías así ni digas esas cosas, que me da la impresión de que tramás algo.Carlos permaneció en silencio. ¡Era cierto, no podía borrar esa imagen de sí mismo tan frívola y descuidada!...Bella había supuesto que Carlos la llevaría a algún lugar divertido o de una belleza especial.Pero resultó que la condujo a un cementerio.Bella siguió a Carlos, guiada por él, hasta llegar frente a una tumba.En la foto, se veía el rostro de una mujer de mediana edad, de semblante apacible y sonrisa cálida.