29. Solución

Lo primero que hice fue ducharme, froté mi cuerpo con mis manos intentando limpiar la suciedad que sentía. Aun sabiendo que la suciedad que amenazaba mi paz no se iría ni con mil litros de agua ni con mil jabones distintos. Mi problema era otro. Había sido un error siquiera el hecho de encararlo. También había sido un error ignorar el poder de influencia que él tiene sobre mi. 

Me envolví en una toalla finalmente desechando la idea de que estar en medio del agua fuera a calmar, ahora el silencio era mi enemigo mortal, porque mis voces aprovechan para gritarme todo lo que callan cuando están en los brazos de Damián.

Qué tonta y que sobrevalorada me tenía a mi y a mi fuerza de voluntad. 

Unas simples palabras por su parte y volvía a su merced. 

Unas simples palabras y volvía a caer en su jodida trampa, en su jodida red como si no hubiera pasado nada entr
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