'No te debo nada y tú tampoco deberías venir a mí...'.

Brendan nunca había pensado que una frase tan ligera le asestara un golpe tan doloroso.

Sus ojos enrojecieron mientras decía: "¿Y si digo...? ¿Y si digo que no sabía nada de lo que te había pasado en la cárcel?".

"¿Qué?". Deirdre frunció el ceño sin comprender y tardó un buen rato en poder hablar. "Brendan, no sé por qué me haces esa pregunta. Pero aunque no lo supieras, no puedes cambiar el hecho. Fuiste tú quien me obligó a ir a la cárcel y a ser el chivo expiatorio. Tampoco pudiste proteger a mi madre y me dejaste huérfana a los 20 años".

Deirdre contó sus faltas y errores, y dijo con calma: "Entonces, aunque no lo supieras, nunca podrás ser inocente".

"Sí". Brendan sintió que su corazón estaba a punto de desgarrarse. Sonrió y asintió. "Lo siento".

Deirdre no dijo nada más, pero tomó un profundo respiro. "Ya que te has despertado y ya es tarde, debería irme".

"De acuerdo".

Deirdre salió. En cuanto salió por la puerta, Br