Los ojos negros como el carbón de Kyran se clavaron en el rostro de Deirdre. La punta de su nariz estaba enrojecida por el frío, ya que había caminado hasta aquel lugar.

Tal vez fuera por su actitud indiferente de ayer o tal vez porque tenía dudas sobre quién era Kyran en realidad, que ya no podía sonreír indefensa.

En cualquier caso, cuando se recompuso, oyó una voz desde el teléfono de Kyran. "Hace demasiado frío aquí afuera. Entremos".

Deirdre asintió y se acercó a la pared.

Kyran la siguió para que ella pudiera agarrarse a su manga. "Solo sígueme".

"De acuerdo".

Deirdre bajó la cabeza. Se encontraron con mucha gente en el camino, como los constructores, los trabajadores y los pueblerinos.

Algunos que estaban familiarizados con Kyran empezaron a molestarlo. "Señor Reed, se ha conseguido una esposa, ¿no es así?".

"Por eso siempre te niegas cuando intento presentarte a alguna chica. Resulta que ya tienes una".

"Para andar uno detrás de otro, los dos parecen hacer buena pareja