Volvemos a la barra.
- ¿Qué estabas tomando? – me pregunta el muchacho, esquivando mi mirada, es un poco tímido.
- Martini.
- Dos Martini, por favor. – pide y luego me observa. Sus mejillas vuelven a colorearse y aparta la mirada nuevamente. – Me llamo Gael.
- Yo soy Bella.
- Bonito nombre.
- Gracias – le respondo.
- ¿Estás aquí sola? Quiero decir… una chica tan guapa como tú debe tener novio… No es que te esté interrogando por nada malo… solo quiero saber… pero si no quieres responder, no pasa nada… Es más, olvida la pregunta…
- Tranquilo, Gael. No tengo novio y vengo con esa loca que está bailando acompañada por esos hombres – le señalo a Trice. – ¿Por qué estás nervioso?
- Lo siento. Es que me pongo así cuando hablo con chicas guapas.
- Gracias. Tú también eres muy guapo. - Y ahí está ese sonrojo de nuevo. – Háblame de ti. ¿Vienes solo?
- No. Vine con mi hermano. Es ese que está allí. – me señala hacia
La rabia me consume. De entre todos los bares de la ciudad, Nikita tenía que escoger este, y precisamente hoy. Y encima se atreve a ir a un bar estando embarazada. Ella no tiene control alguno sobre su salud y la de su bebé y temo que se repita la misma historia que con Tassia.- ¿Qué coño haces aquí? – le pregunto.- Hola, a ti también. Te he extrañado bastante.¡La mato! Busco a Bella con la mirada y ella nos mira interrogante. Quizás Niko pudiera ayudarme, pero no está por ningún lado y tampoco Trice. Esto no puede ponerse peor.Bella se levanta de su asiento y me rodea con un brazo por la cintura. Corrijo: sí puede ponerse peor.¡Joder!- Hola. Yo soy Bella. – dice extendiendo su mano al frente. Nikita la acepta vacilante.- Yo soy Nikita… Tú eres la comatosa, ¿no? – pregunta de forma hiriente. Ahora sí la mataré.Voy a responder, pero la pecosa me lo impide y lleva mi brazo derecho a su hombro. Está celosa y por muy retorcido que
Bella suelta el aire que estaba conteniendo, su pecho sube y baja al igual que el mío. Siento su pulso radial latiendo frenético, al tener sus manos entre las mías. Traga saliva con fuerza, mil emociones reflejadas en su rostro.- Si me odias tanto, y te molesta lo que puedas sentir por mí, ¿qué haces aquí? Podrías deshacerte de mí fácilmente, e incluso sacarme de tu piso. ¿qué te lo impide, Luke? – siento rabia en sus palabras, mezcladas con esperanza y yo sé que, llegados a este punto, no hay vuelta atrás.- ¿Crees que no lo he intentado? – le pregunto soltando sus manos y dando un trago de mi bebida. Bella me observa esperando a que diga algo más. – He pensado en millones de formas de sacarte de una vez por todas de mi vida. Podría comprarte una casa, poner una cuenta a tu nombre para que no pases necesidades mientras encuentras un trabajo. Podría desentenderme de ti sin sentir ningún tipo de remordimiento. Lo he intentado, pecosa, ¡pero no puedo! De solo pensar
- ¡Ay, Dios! ¡Luke! – el grito de Bella a mi lado me despierta. Está sentada en la cama, cubriéndose hasta la barbilla con la sábana. - ¿Qué hago en tu cama? ¡Ay, Dios mío! No me digas que tú y yo… que… tú… ya sabes…- No, pecosa. No hicimos nada. – le digo.- Gracias a Dios. – dice y suena como aliviada.Yo la miro frunciendo el entrecejo. ¿Es que acaso no quiere tener sexo conmigo?- ¿Anoche prácticamente me violaste y ahora sientes alivio al saber que no lo hemos hecho? – le pregunto molesto. Me siento y recuesto la espalda al cabecero de la cama cruzándome de brazos.- ¿Qué yo anoche hice qué?- Te desnudaste y te abalanzaste sobre mí. Si no te detengo, en estos momentos estarías adolorida.- ¡Dios, qué vergüenza! – sus mejillas se sonrojan y se levanta. – Necesito ir al baño. ¿puedo?Señala mi baño y yo asiento. Corre y cierra la puerta tras ella.Miro la hora en mi móvil. Son más de la nueve de la mañana. No rec
Bella me descontrola, me inspira a cometer locuras, saca mi lado cursi e infantil, me impulsa a actuar de forma desesperada y salvaje. La necesito. Necesito estar dentro de ella con urgencia, con un hambre atroz.Devoro cada rincón de su cuello con mis labios. Jadea con fuertes respiraciones y sus manos viajan al cinto de mi pantalón, desatándolo.- Te necesito dentro, maldito idiota. ¡Ahora mismo! –exige y un huracán en mi interior se desata, demoliendo todos mis muros, pero ni siquiera me importa.La coloco sobre la encimera y subo su vestido hasta la altura de sus pechos, dejando sus bragas expuestas.- Pecosa, ¿estás preparada para esto? – le pregunto mientras me adentro entre sus muslos.- Estoy preparada desde que me besaste por primera vez en esta misma cocina. – me encanta su respuesta.- Necesito que sepas que intentaré hacerlo lo mejor posible. Estoy acostumbrado a follar, no a hacer el amor que es lo que te mereces. No
Me asusta su cara de espanto. Le he dicho que lo quiero sin pararme a pensarlo, estaba en esa nube de gloria en la que me mandó hace unos minutos y no pude evitarlo. Como tampoco puedo evitar lo que siento por él. Es tan fuerte que da miedo. Me ha hecho tocar el cielo sin moverme de la tierra. Consigue que mis nervios se disparen con la más simple caricia.El sexo con él ha sido lo mejor de lo mejor que me ha pasado desde que lo conozco. Es muy bueno en lo que hace, sabe perfectamente qué puntos tocar y cuándo.Me dijo que no era romántico, que iba a ser rudo y me iba a hacer daño, y surgió todo lo contrario. Me he sentido mimada en todo momento, dándome el tiempo necesario para acomodarme a la invasión, besando y tocando todo mi cuerpo a la vez como si de un pulpo se tratara. Su intensa mirada mientras se corrió dentro de mí, quedará grabada para siempre en mi memoria. Al igual que su risa, esa que me regaló sin que pudiera evitarlo. Es la primera vez que rí
Estamos unos minutos en silencio y sin movernos, esperando a que nuestros corazones dejen de latir desbocados.- ¡Hola! – me susurra al oído y yo sonrío, volteándome para enfrentarlo. - ¿Te he hecho daño? – pregunta. Parece genuinamente preocupado.- No. Estoy más que bien. De hecho, creo que puedo volar. – le contesto y esa sonrisa que intenta ocultar reaparece. Mi pecho se expande. Me encanta verlo sonreír. Ese hoyuelo que tanto me gusta hace su aparición y lo toco con mi dedo índice.- ¿Qué haces? – pregunta, levantando una de sus cejas.- Me encanta este pequeño hueco que aparece aquí – toco su mejilla – las pocas veces que sonríes – la explico y él rueda los ojos.Me río de su cara y siento su mirada sobre mí, escrutándome con ímpetu. Suspira y cierra los ojos. Me gustaría saber en qué piensa.- Déjame probar algo, Malcriada – me dice y yo asiento.Luke ladea la cabeza a un lado y deposita un sencillo beso en la
Me ausento unos minutos para ir a la cafetería de la planta. Pido algo de comer y beber para Luke. Al regresar me siento a su lado y le paso la bandeja.- Muchas gracias, Pecosa, pero no tengo hambre – dice devolviéndomela – Además, no tomo café.Con una mano rechazo la bandeja y lo obligo a colocarla sobre sus muslos para que pueda comer algo. Estoy segura que lleva horas sin digerir nada.- El café es para mí. Para ti traje ese vaso de whisky – me mira sorprendido y yo me encojo de hombros. – Sé que lo necesitas.- Gracias – me dice mientras lleva a sus labios ese asqueroso líquido color ámbar y se lo bebe de un sorbo. Ruedo los ojos.♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥Más de una hora después, tengo a Luke con su cabeza apoyada en mis muslos y su cuerpo doblado de forma incómoda en el sofá. Al menos, se merece un poco de descanso mientras yo cuido de la pequeña, que solo se mueve de vez en cuando para tos
Lo abrazo con fuerza, brindándole todo mi consuelo, sin embargo, sus brazos no me rodean.- Lo siento mucho, Luke. – murmuro entre lágrimas.La nena estará muy tiste cuando lo sepa, a pesar de que hace dos días tuvo la oportunidad de decirle adiós, sé que la va a extrañar demasiado y que hasta que no aprenda a vivir con ese dolor, todo será más que complicado.- Sal de aquí, Bella – me dice con voz ronca. – Necesito estar solo.- No. No me iré, Luke. Me necesitas y yo a ti. –digo aferrándome a su cuerpo, pero él me aparta con tanta fuerza que casi caigo al suelo.- Yo no necesito a nadie. Vete, por favor. – dice dándome la espalda. Veo que tiene sangre en su mano y me asusto.- ¿Qué te ha pasado en la mano? – intento tocarla para inspeccionarla, pero se aparta.- Bella, no tengo ganas de discutir. Sal de aquí. Ahora. – dice abriendo la puerta para mí.- No – le digo cruzando mis brazos. – No voy a permitir que me apar