Me ausento unos minutos para ir a la cafetería de la planta. Pido algo de comer y beber para Luke. Al regresar me siento a su lado y le paso la bandeja.
- Muchas gracias, Pecosa, pero no tengo hambre – dice devolviéndomela – Además, no tomo café.
Con una mano rechazo la bandeja y lo obligo a colocarla sobre sus muslos para que pueda comer algo. Estoy segura que lleva horas sin digerir nada.
- El café es para mí. Para ti traje ese vaso de whisky – me mira sorprendido y yo me encojo de hombros. – Sé que lo necesitas.
- Gracias – me dice mientras lleva a sus labios ese asqueroso líquido color ámbar y se lo bebe de un sorbo. Ruedo los ojos.
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Más de una hora después, tengo a Luke con su cabeza apoyada en mis muslos y su cuerpo doblado de forma incómoda en el sofá. Al menos, se merece un poco de descanso mientras yo cuido de la pequeña, que solo se mueve de vez en cuando para tos
Lo abrazo con fuerza, brindándole todo mi consuelo, sin embargo, sus brazos no me rodean.- Lo siento mucho, Luke. – murmuro entre lágrimas.La nena estará muy tiste cuando lo sepa, a pesar de que hace dos días tuvo la oportunidad de decirle adiós, sé que la va a extrañar demasiado y que hasta que no aprenda a vivir con ese dolor, todo será más que complicado.- Sal de aquí, Bella – me dice con voz ronca. – Necesito estar solo.- No. No me iré, Luke. Me necesitas y yo a ti. –digo aferrándome a su cuerpo, pero él me aparta con tanta fuerza que casi caigo al suelo.- Yo no necesito a nadie. Vete, por favor. – dice dándome la espalda. Veo que tiene sangre en su mano y me asusto.- ¿Qué te ha pasado en la mano? – intento tocarla para inspeccionarla, pero se aparta.- Bella, no tengo ganas de discutir. Sal de aquí. Ahora. – dice abriendo la puerta para mí.- No – le digo cruzando mis brazos. – No voy a permitir que me apar
Al llegar al ático, vamos hacia la habitación de Alessa y nos acostamos con ella entre nosotros. Nos permitimos estar juntos y en silencio unos minutos.En cuanto la niña se duerme, Luke me carga en brazos y me lleva a su habitación, cerrando la puerta y depositándome sobre la cama. Se sienta en el centro y me lleva a su regazo. Acaricia mi rostro mientras sus ojos caen en los míos con demasiada intensidad.- Te necesito, Malcriada. – susurra en mi oído.Se me acelera el pulso, el corazón va a escapárseme del pecho.- Yo también a ti, maldito idiota. – le digo antes de depositar mis labios en los suyos en un beso pausado.Luke muerde mi labio inferior y lo estira entre sus dientes, amo que haga eso, es su forma de demostrarme que mi boca es solo suya. Aparta sus labios de los míos solo un segundo para suspirar, y luego pasa su lengua por mi cuello, mi mentón y hace su camino de regreso a mis labios. Con mis manos desabotono su camisa, tománd
No es cierto lo que me está contando esta mujer. No puede ser cierto. Sólo quiere meter cizaña entre nosotros.- ¿Qué has dicho? – ella me sonríe con malicia, sé que he caído en su trampa, pero necesito saber de Luke, ya que no me cuanta nada, no sé cómo ayudarlo.- Eisner asesinó a su esposa y a su hijo… - trago saliva intentando no desmayarme ante lo que acaba de decir. siento el pulso acelerado. – En realidad mató a sus dos hijos.- ¿Cómo fue? – pregunto. Ella me sonríe encantada.- Eisner es un borracho que se pasaba la mayor parte del tiempo en bares o discotecas. Ella era mi mejor amiga, una mujer avariciosa, pero buena persona. – hace una pausa y luego continúa. – Ellos solo pensaban en divertirse de fiesta en fiesta, pero en el momento del accidente, ella estaba embarazada y con un niño de dos años en brazos. Él la obligó a subirse a aquél carro y se estrelló contra un camión de carga. Él quería quitarse la vida ese día, pero ella y sus dos hijos, pag
Luke camina hacia mí, sus ojos buscando los míos con crueldad.– No siento nada por ti. Te utilicé a mi antojo. Te follé cuantas veces quise. Encontré en ti sexo gratis y cómodo, sin salir de casa. Nada más – las lágrimas comienzan a resbalar por mi rostro sin poderlo remediar. Sus palabras me afectan demasiado. Está siendo muy cruel y no me lo merezco.- Tú… - tartamudeo entre lágrimas, buscando las palabras adecuadas que decirle. Me duele el pecho y me cuesta respirar.- ¿Yo qué? – dice con voz burlona. – Pecosa, ¿Pensaste que lo que teníamos iba en serio? ¿Qué me había enamorado de ti?Sin poderme contener lo abofeteo tan fuerte que me duele la palma de la mano. Hay miles de formas de decir las cosas, ésta de todas es la peor.- Eres un… - me detengo. Decirle idiota sería recordar lo que éramos. O más bien, lo que yo creí que éramos: él un maldito idiota y yo su malcriada.- Ah, pero no te detengas – se está burlando de mí. El
Diecisiete malditos días han pasado desde que Bella salió de este apartamento. Desde entonces no paro de darle vueltas a la cabeza, de martirizarme. Siento un gran vacío en mi pecho, un vacío que no recuerdo haber sentido con la pérdida de mi mujer. Esto es algo completamente diferente.La extraño, ¡joder! La extraño cada maldito día, a cada maldita hora. No sabía lo imprescindible que era en mi vida hasta ahora. No poder ver su sonrisa, no molestarme por su insolencia, no sentir su perfecto cuerpo cerca del mío. No deleitarme con sus besos, sus caricias, nuestra forma particular de hacer el amor. Estos diecisiete días han sido un completo desastre. No logro concentrarme en el trabajo; paso todo el tiempo en mi despacho, torturándome, sintiéndome tan infeliz que duele. Me he dado cuenta que esta soledad ya no me gusta, nadie se ha acercado a hablarme, ni siquiera Nikolai. Todos me han dado la espalda, sobre todo porque yo se los exigí y ahora me ahoga tanto silencio, tan
Sus ojos me escudriñan con odio, su respiración agitada por la rabia. Luce realmente hermosa hoy. El uniforme hace que se vea más joven y más excitante.- ¡¿Cómo te atreves a provocar que me despidan?! – grita sin importarle que las personas la vean.- ¿Te han despedido? – pregunto con fingida preocupación. – No puede ser posible, si tú eres una excelente camarera.- Déjate de jueguitos conmigo. Quiero que entres ahora mismo y lo sobornes para que me readmita de vuelta.- No puedo hacerlo, Pecosa – le digo con cara de inocente. – He gastado todo el efectivo que traía encima.- Pues le haces un cheque. ¡Me da igual! – grita colérica.- Me excitan tus gritos – le digo dando un paso al frente. Ella retrocede.- ¿Q – qué? – tartamudea, sus mejillas están demasiado sonrojadas.- Te he dicho que me excita que me grites, tanto como luces con el uniforme – le repito con voz calmada.Ella traga saliva despacio y lleva una mano
No puedo permitir que sus palabras después del sexo me hagan tener esperanzas cuando sé que no va a cambiar. Luke no siente nada por mí. Él solo me quiere para follar, como anoche. Sus palabras me hacen demasiado daño, no puedo dejarme guiar por ellas.Debo mantener mi mente en alarma, porque lo que es mi corazón, ya está completamente derretido por lo que sucedió anoche, por sus besos y su forma de hacerme el amor. He llorado demasiado después de salir de su casa y no tengo claro si valga la pena estar así por alguien que no me valora.Ahora debo encontrar un nuevo trabajo, debo buscar dónde irnos Alessa y yo, no podemos vivir con Trice para siempre.Voy a buscar a la niña al colegio. Está demasiado contenta porque tiene un nuevo amigo y este le regala flores todos los días. Está ilusionada. Los días tristes por la pérdida de su hermana han ido pasando, aunque en ocasiones la menciona sin darse cuenta y entonces se entristece.La veo venir
- No hay nada de qué hablar, Luke. Todo está bien… Así estamos bien. – no sé si intento convencerlo a él o a mí.- No estamos bien si estamos separados, Pecosa. Luego de la muerte de Anna me fui solo a un hotel. Necesitaba tiempo para pensar y regodearme de mi desgracia. – dice acercándose a mí. – Me dolió mucho perder a un ser tan inocente… fue muy difícil para mí cuidarla y luego verla morir delante de mis ojos sin poder hacer nada para evitarlo. – dice y aparta la mirada.- Entiendo lo que sentiste, Luke. Yo también sufrí la muerte de Anna, al igual que Alessa. La enana y yo no solo sentimos la ausencia de su hermana, también te perdimos a ti ese día, justo cuando más necesitábamos que estuvieras ahí. No puedes desaparecer cuando las cosas se ponen feas y después regresar como si nada hubiese pasad