- ¡Ay, Dios! ¡Luke! – el grito de Bella a mi lado me despierta. Está sentada en la cama, cubriéndose hasta la barbilla con la sábana. - ¿Qué hago en tu cama? ¡Ay, Dios mío! No me digas que tú y yo… que… tú… ya sabes…
- No, pecosa. No hicimos nada. – le digo.
- Gracias a Dios. – dice y suena como aliviada.
Yo la miro frunciendo el entrecejo. ¿Es que acaso no quiere tener sexo conmigo?
- ¿Anoche prácticamente me violaste y ahora sientes alivio al saber que no lo hemos hecho? – le pregunto molesto. Me siento y recuesto la espalda al cabecero de la cama cruzándome de brazos.
- ¿Qué yo anoche hice qué?
- Te desnudaste y te abalanzaste sobre mí. Si no te detengo, en estos momentos estarías adolorida.
- ¡Dios, qué vergüenza! – sus mejillas se sonrojan y se levanta. – Necesito ir al baño. ¿puedo?
Señala mi baño y yo asiento. Corre y cierra la puerta tras ella.
Miro la hora en mi móvil. Son más de la nueve de la mañana. No rec
Bella me descontrola, me inspira a cometer locuras, saca mi lado cursi e infantil, me impulsa a actuar de forma desesperada y salvaje. La necesito. Necesito estar dentro de ella con urgencia, con un hambre atroz.Devoro cada rincón de su cuello con mis labios. Jadea con fuertes respiraciones y sus manos viajan al cinto de mi pantalón, desatándolo.- Te necesito dentro, maldito idiota. ¡Ahora mismo! –exige y un huracán en mi interior se desata, demoliendo todos mis muros, pero ni siquiera me importa.La coloco sobre la encimera y subo su vestido hasta la altura de sus pechos, dejando sus bragas expuestas.- Pecosa, ¿estás preparada para esto? – le pregunto mientras me adentro entre sus muslos.- Estoy preparada desde que me besaste por primera vez en esta misma cocina. – me encanta su respuesta.- Necesito que sepas que intentaré hacerlo lo mejor posible. Estoy acostumbrado a follar, no a hacer el amor que es lo que te mereces. No
Me asusta su cara de espanto. Le he dicho que lo quiero sin pararme a pensarlo, estaba en esa nube de gloria en la que me mandó hace unos minutos y no pude evitarlo. Como tampoco puedo evitar lo que siento por él. Es tan fuerte que da miedo. Me ha hecho tocar el cielo sin moverme de la tierra. Consigue que mis nervios se disparen con la más simple caricia.El sexo con él ha sido lo mejor de lo mejor que me ha pasado desde que lo conozco. Es muy bueno en lo que hace, sabe perfectamente qué puntos tocar y cuándo.Me dijo que no era romántico, que iba a ser rudo y me iba a hacer daño, y surgió todo lo contrario. Me he sentido mimada en todo momento, dándome el tiempo necesario para acomodarme a la invasión, besando y tocando todo mi cuerpo a la vez como si de un pulpo se tratara. Su intensa mirada mientras se corrió dentro de mí, quedará grabada para siempre en mi memoria. Al igual que su risa, esa que me regaló sin que pudiera evitarlo. Es la primera vez que rí
Estamos unos minutos en silencio y sin movernos, esperando a que nuestros corazones dejen de latir desbocados.- ¡Hola! – me susurra al oído y yo sonrío, volteándome para enfrentarlo. - ¿Te he hecho daño? – pregunta. Parece genuinamente preocupado.- No. Estoy más que bien. De hecho, creo que puedo volar. – le contesto y esa sonrisa que intenta ocultar reaparece. Mi pecho se expande. Me encanta verlo sonreír. Ese hoyuelo que tanto me gusta hace su aparición y lo toco con mi dedo índice.- ¿Qué haces? – pregunta, levantando una de sus cejas.- Me encanta este pequeño hueco que aparece aquí – toco su mejilla – las pocas veces que sonríes – la explico y él rueda los ojos.Me río de su cara y siento su mirada sobre mí, escrutándome con ímpetu. Suspira y cierra los ojos. Me gustaría saber en qué piensa.- Déjame probar algo, Malcriada – me dice y yo asiento.Luke ladea la cabeza a un lado y deposita un sencillo beso en la
Me ausento unos minutos para ir a la cafetería de la planta. Pido algo de comer y beber para Luke. Al regresar me siento a su lado y le paso la bandeja.- Muchas gracias, Pecosa, pero no tengo hambre – dice devolviéndomela – Además, no tomo café.Con una mano rechazo la bandeja y lo obligo a colocarla sobre sus muslos para que pueda comer algo. Estoy segura que lleva horas sin digerir nada.- El café es para mí. Para ti traje ese vaso de whisky – me mira sorprendido y yo me encojo de hombros. – Sé que lo necesitas.- Gracias – me dice mientras lleva a sus labios ese asqueroso líquido color ámbar y se lo bebe de un sorbo. Ruedo los ojos.♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥Más de una hora después, tengo a Luke con su cabeza apoyada en mis muslos y su cuerpo doblado de forma incómoda en el sofá. Al menos, se merece un poco de descanso mientras yo cuido de la pequeña, que solo se mueve de vez en cuando para tos
Lo abrazo con fuerza, brindándole todo mi consuelo, sin embargo, sus brazos no me rodean.- Lo siento mucho, Luke. – murmuro entre lágrimas.La nena estará muy tiste cuando lo sepa, a pesar de que hace dos días tuvo la oportunidad de decirle adiós, sé que la va a extrañar demasiado y que hasta que no aprenda a vivir con ese dolor, todo será más que complicado.- Sal de aquí, Bella – me dice con voz ronca. – Necesito estar solo.- No. No me iré, Luke. Me necesitas y yo a ti. –digo aferrándome a su cuerpo, pero él me aparta con tanta fuerza que casi caigo al suelo.- Yo no necesito a nadie. Vete, por favor. – dice dándome la espalda. Veo que tiene sangre en su mano y me asusto.- ¿Qué te ha pasado en la mano? – intento tocarla para inspeccionarla, pero se aparta.- Bella, no tengo ganas de discutir. Sal de aquí. Ahora. – dice abriendo la puerta para mí.- No – le digo cruzando mis brazos. – No voy a permitir que me apar
Al llegar al ático, vamos hacia la habitación de Alessa y nos acostamos con ella entre nosotros. Nos permitimos estar juntos y en silencio unos minutos.En cuanto la niña se duerme, Luke me carga en brazos y me lleva a su habitación, cerrando la puerta y depositándome sobre la cama. Se sienta en el centro y me lleva a su regazo. Acaricia mi rostro mientras sus ojos caen en los míos con demasiada intensidad.- Te necesito, Malcriada. – susurra en mi oído.Se me acelera el pulso, el corazón va a escapárseme del pecho.- Yo también a ti, maldito idiota. – le digo antes de depositar mis labios en los suyos en un beso pausado.Luke muerde mi labio inferior y lo estira entre sus dientes, amo que haga eso, es su forma de demostrarme que mi boca es solo suya. Aparta sus labios de los míos solo un segundo para suspirar, y luego pasa su lengua por mi cuello, mi mentón y hace su camino de regreso a mis labios. Con mis manos desabotono su camisa, tománd
No es cierto lo que me está contando esta mujer. No puede ser cierto. Sólo quiere meter cizaña entre nosotros.- ¿Qué has dicho? – ella me sonríe con malicia, sé que he caído en su trampa, pero necesito saber de Luke, ya que no me cuanta nada, no sé cómo ayudarlo.- Eisner asesinó a su esposa y a su hijo… - trago saliva intentando no desmayarme ante lo que acaba de decir. siento el pulso acelerado. – En realidad mató a sus dos hijos.- ¿Cómo fue? – pregunto. Ella me sonríe encantada.- Eisner es un borracho que se pasaba la mayor parte del tiempo en bares o discotecas. Ella era mi mejor amiga, una mujer avariciosa, pero buena persona. – hace una pausa y luego continúa. – Ellos solo pensaban en divertirse de fiesta en fiesta, pero en el momento del accidente, ella estaba embarazada y con un niño de dos años en brazos. Él la obligó a subirse a aquél carro y se estrelló contra un camión de carga. Él quería quitarse la vida ese día, pero ella y sus dos hijos, pag
Luke camina hacia mí, sus ojos buscando los míos con crueldad.– No siento nada por ti. Te utilicé a mi antojo. Te follé cuantas veces quise. Encontré en ti sexo gratis y cómodo, sin salir de casa. Nada más – las lágrimas comienzan a resbalar por mi rostro sin poderlo remediar. Sus palabras me afectan demasiado. Está siendo muy cruel y no me lo merezco.- Tú… - tartamudeo entre lágrimas, buscando las palabras adecuadas que decirle. Me duele el pecho y me cuesta respirar.- ¿Yo qué? – dice con voz burlona. – Pecosa, ¿Pensaste que lo que teníamos iba en serio? ¿Qué me había enamorado de ti?Sin poderme contener lo abofeteo tan fuerte que me duele la palma de la mano. Hay miles de formas de decir las cosas, ésta de todas es la peor.- Eres un… - me detengo. Decirle idiota sería recordar lo que éramos. O más bien, lo que yo creí que éramos: él un maldito idiota y yo su malcriada.- Ah, pero no te detengas – se está burlando de mí. El