El regreso del rey

Ya en el reinó Fénix, las dos princesas menores estaban muy felices por haber conocido un poco mejor a sus posibles prometidos.

-No puedo creer que hayas ido como caballero y él no sepa que eres una chica, estás loca y por éso te adoro.- dijo Candy abrazando a su segunda hermana la cual seguía con armadura de caballero.

-¿Y tú? No puedo creer que en verdad les dijiste que imaginar como los osos devoraban a Ricitos de Oro te hacía sacar una sonrisa y no te trataron de loca.

Estaba asustada por pensar que le pedirias tener un duelo a alguno ellos.- dijo Stephanie acariciando el cabello de su hermana menor.

Luz se acercó a ellas y las miró con los ojos brillosos mientras recordaba los deliciosos postres que probó y Candy la acercó y la abrazo junto con su hermana.

-¡Y lo mejor de todo es que los tres eran muy guapos!

Sí no se quiere casar ninguno conmigo le pediré a papá que me regalé uno para navidad.- dijo la de rulos imaginando como en navidad un chico ejercitado, con piel algo bronceada, ojos azules, sonrisa deslumbrante, cabello rubio y en traje de baño le sonreía a ella mientras sostenía un cartel con la palabra "regaló" escrito.

¡Una chica puede imaginar lo que quiere y nadie se lo puede impedir!

-Ustedes...

Las tres alegres chicas voltearon a un lado para ver a la mayor de ellas de brazos cruzados, con en ceño fruncido y un leve nervio palpitando en su frente.

-¡¿Tienen idea de la impresión que causaron para nuestro reinó?!

Una hablando de que le da risa imaginarse a una niña recibir su merecido, otra con armadura de caballero, posiblemente causando confusión en la heterosexualidad de un príncipe...

Candy al oír éso sonrió levemente y la rubia la miró con enojó.

-¡No es momento para tus raros pensamientos Candy!- le gritó.

Recordaba que cuando sus hermanas eran pequeñas le obedecían y respetaban, ¿cuándo fue que éso cambió?

-Andrea, calma, los príncipes parecieron no molestarse y hablaron cómodamente con nosotras, hasta ignoraron como la amiga de Candy devoraba todo sin delicadeza, hasta ignoraron como te atoraste con tu propia saliva cuando te presentaste, y yo no pude evitar reír cuando Candy me lo contó.- dijo la de armadura despreocupada.

Tuvo que luchar contra un feroz dragón ella solá, poniendo en riesgo su propia vida así que tenía derecho a divertirse un poco antes de decirle al príncipe Samuel que ella lo rescato.

La rubia dio un suspiro sonoro y puso sus manos en su cintura para ver a sus hermanas con mucho enojó.

-¡No dijeron nada por ser príncipes, personas a las que le enseñan educación y modales desde que tienen memoria, igual que a nosotros pero al parecer a ustedes se les olvidó todo el arduo trabajo que pusieron en enseñarnos éso! ¡Seguro ahora los príncipes deben creer que las tres somos unas fenómenos!- gritó la rubia sin contención.

Lo suyo le puede pasar a cualquiera pero sus hermanas ¡¿qué pasa por sus cabezas?!

Seguro los príncipes ya deben de estar pensando en cómo negarse al compromiso con ellas.

.

.

En el reinó Águila de Oro.

-¡Kyaaaaa! ¡La princesa Andrea es tan hermosa!

Me caso y me caso con una chica bonita.

A partir de ahora no los conozco manga de feos porque tengo una prometida bella y educada.- dijo el príncipe Jax mientras daba vueltitas con una sonrisa boba al imaginar a la princesa llegar en un caballo blanco, con una armadura resplandeciente mientras le sonríe y le extiende la mano para llevarlo a explorar el mundo.

¡Ya tenía que planear los nombre de sus futuros 12 hijos y 3 hijas!

-Oh mi bella princesa Candy, ¿podré un día contar cuántas hermosas pecas tienes en tu bello y juvenil rostro?

Tu amiga me da miedo pero lo cierto es que tu sonrisa me hace querer desafiar a la mas temibles de las fieras sólo para estar a tu lado.- dijo Arturo, sentado en el borde de una ventana mientras olía una rosa.

La princesa Candy se veía inocente y llena de energía, éso simplemente le era adorable.

-¿Por qué la princesa Stephanie no vino? ¿Será qué me conoce y cree que soy feo? ¿Será qué no quiere ni conocer al príncipe que fue secuestrado por un dragón?

¿Cómo se llamará el valiente caballero que me ayud... ¡éso ahora no importa!

¿Qué puedo hacer para causar una buena impresión la primera vez que vea a la princesa Stephanie? ¿Debería dejarme crecer la barba?- se preguntaba el príncipe Samuel quien caminaba en círculos, hecho un mar de nervios.

Iris, que estaba sentada en su cama de brazos cruzados tenía el ceño fruncido en su límite.

-¡¿Por qué rayos están otra vez en mi habitación?!

¡Salgan de aquí! ¡Ustedes sólo piensan en sus "novias" y nos quieren dejar!- gritó la chica.

Los príncipes miraron a su hermana que parecía olvidada y se acercaron con la intención de abrazarla.

-No seas tonta, eres nuestra hermana favorita y nunca te dejaremos de querer.- dijo el mayor de los hermanos.

La chica los bloqueó con sus manos, enojada.

-¡Soy su única hermana!- les gritó.

-Claro que no, recuerda que Samuel aveces también es nuestra hermana.- dijo Arturo, bajando los brazos de su hermana para todos abrazarla.

La chica gruño mientras se rendía al abrazo de sus hermanos.

Éso era incómodo.

-Ya me hacía raro que no me molesten con éso.- dijo Samuel mientras suspiraba aliviado.

Ya se estaba hasta preocupante de no recibir ningún tipo de burla de sus hermanos.

-Yo quiero una explicación del por qué vestias de princesa.- susurro Jax con seriedad mientras su hermano sonreía nervioso.

También le hacía raro que nadie preguntó de éso hasta ahora... ¿cómo se supone que debía explicar éso sin que se rían de él?

.

.

De regresó con las princesas.

-¡No sólo hicimos algo de lo que nuestro padre estará completamente en desacuerdo, también causamos una mala impresión a nuestros prometidos y dejamos mal a nuestro reinó al cual representabamos!- gritó la rubia con furia.

La de armadura pareció quedar rígida, Candy quedó pálida y Luz se dio media vuelta y se fue a otro lado (a buscar la cocina) mientras fingia silbar, haciendo que Andrea se relaje un poco.

¿Les dio miedo?

¡Bien! Era hora de que sepan quien era la mayor y responsable del reino mientras su padre no se encontraba.

-¿De qué prometidos hablas, Andrea?

Y en ése momento la mayor de las hermanas quedó pálida y comenzó a sudar al sentir una voz gruesa y algo ronca detrás de ella.

¡¿Su suerte no podía ser peor que le tendría que explicar a su raro padre ninja que apareció de la nada, oyendola?!

Todo éso le pasa por seguir las locuras de Candy y ayudarla a convencer a Stephanie para que rescate al príncipe.

Y así, el rey del reinó Fénix regresó y sus hijas le debían de dar una laaaarga explicación.

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