La cena concluyó en un absoluto desastre. Leila, furiosa y con el orgullo herido, consumió una copa de vino tras otra, abandonando toda semblanza de compostura.Mientras tanto, Cloe apenas probó bocado; su corazón estaba demasiado cargado de tristeza como para concentrarse en otra cosa. Cuando todos comenzaron a dispersarse, Cloe se inclinó hacia Ethan, susurrándole: —¿Me darás unos minutos más para hablar con mi abuela?Ethan, con una mirada comprensiva, asintió.Mientras Cloe se dirigía a la habitación de su abuela, se cruzó con su tío en el pasillo. —No dejaré que te quedes con lo que por derecho me pertenece —escupió con un tono cargado de resentimiento—. Abriré un juicio legal. No sé qué hiciste para convencer a mi madre, pero no te saldrás con la tuya.Cloe lo miró, cansada y herida.—Tío, no hice nada. Esto es el karma pasándote factura. Desde que tengo uso de razón, tú y Leila me han tratado como una recogida, cuando bien sabes que soy parte de esta familia.Él se rió con am
Cloe estaba sentada en silencio, ignorando deliberadamente a Ethan. Sus dedos se movían sobre la pantalla de su teléfono, pero su mente estaba lejos de los mensajes que fingía leer. La pregunta burlona de Ethan seguía resonando en su mente, "¿Estás celosa?", de solo pensarla sentía un desafío y una humillación que la hacía arder de indignación. Él, como siempre, estaba tranquilo, observándola de reojo desde el asiento contiguo, con una leve sonrisa que solo añadía combustible a su ira contenida. De repente, las luces de la camioneta comenzaron a parpadear, como si una sombra densa y ominosa hubiera caído sobre ella. Un frío inusual llenó la cabina, y el aliento de Cloe se volvió visible frente a ella. Ethan frunció el ceño, y su expresión cambió de calma a alerta en un abrir y cerrar de ojos. Dentro de su mente, Ferus gruñó con fuerza. (Algo está en la carretera. Un enemigo.)Ethan no reaccionó externamente; estaba acostumbrado a lidiar con situaciones de peligro. Para un alfa
Ethan, que seguía corriendo por el bosque con Cloe en brazos, frunció el ceño. A pesar de su calma habitual, las palabras de Kael encendieron una chispa de ira en su interior.(Entonces que no lo intente más. Contengan a esa cosa. No permito que ninguna amenaza cruce este territorio)(Lo estamos haciendo, pero es astuta. Nos está costando mantenerla fuera)Mientras Kael hablaba, la abominación se lanzó contra uno de los miembros de la manada que había llegado para reforzar el perímetro. Su grotesca figura parecía más desesperada con cada momento que pasaba, gruñendo y lanzándose contra cualquier cosa que se interpusiera entre ella y el camino que Ethan había tomado.—¿Qué está pasando? —preguntó Cloe con voz temblorosa, aferrada aún más al cuello de Ethan, mientras corría con una precisión que desafiaba la lógica en la oscuridad del bosque.—Nada que deba preocuparte —respondió Ethan con una voz que intentaba ser tranquilizadora, pero que no lograba ocultar del todo la tensión.Cloe
Cloe se encontraba sumida en un sueño profundo, donde sus pensamientos se entrelazaban entre la oscuridad de la noche. En su ensoñación, se vio a sí misma en un bosque frondoso, rodeada por altos árboles de misterioso follaje. De repente, un lobo azul azabache con ojos rojos gigantes y brillantes emergió de la penumbra, acercándose sigilosamente hacia ella. El pelaje del lobo ondeaba en el viento de forma siniestra, emanando un aura de peligro. Y Cloe sintió el pánico apoderarse de su ser mientras el lobo se acercaba cada vez más, mostrando sus fauces con afilados colmillos ansiosos por la sangre.Justo en el momento en que el lobo estaba a punto de abalanzarse sobre ella, el sueño cambió súbitamente. La oscuridad del bosque se desvaneció para dejar paso a un lugar completamente diferente. Incluso ella había cambiado, su cabello no era de color negro, sino blanco, y la piel de su brazo y pecho estaba cubierta por runas de color negro. Se encontraba de pie en un prado radiante. A
La indignación hervía en la sangre de Leila mientras se miraba en el espejo, repasando cada detalle de su rostro a la vez que se aplicaba las cremas de su costosa rutina de skincare. Y su reflejo parecía devolverle una mueca amarga de su propia frustración. —¿Qué solo sea su mediocre empleada? —murmuró con dientes apretados, masajeando su mandíbula con fuerza—. Abuela, con razón vas a morir de manera tan fea. Eres un ser despreciable. —Odio ser masajista —continuó, deslizando sus dedos por sus mejillas con movimientos mecánicos—. Me dediqué a esto solo para infiltrarme en ese maldito spa y fastidiarle la vida a esa mojigata. Y ahora… ahora no solo se quedó con mi herencia, sino que tiene un hombre envidiable, no como mi patético esposo. ¡Un gerente sin atributos ni ambiciones! —gruñó, golpeando la mesa frente a ella con la palma de la mano.Un timbre interrumpió su diatriba interna. Leila respiró profundamente, ajustándose la bata de seda antes de dirigirse hacia la puerta. Al abrir
Kael hizo una pausa, con su mirada fija en Cloe.—No la dejó desayunar porque alguien intentó envenenar su comida. En ese plato pusieron plata fundida, un veneno para nosotros. Si fueron capaces de hacer eso con el plato de mi Alfa, ¿cree que no harían algo igual o peor para dañarla a usted? Las palabras golpearon a Cloe como un mazo. Tragó grueso, mientras un recuerdo surgía en su mente: la pulsera de plata que llevaba aquel día había desaparecido después de que Xiomara la tocara. Una oleada de incomodidad y culpa la atravesó. —Si nadie me quiere aquí —murmuró, con un nudo en la garganta—, ¿no sería más sensato que tu jefe simplemente me dejara ir? Kael alzó una ceja, con un aire de escepticismo. —No es tan simple, futura Luna… —empezó, pero antes de que pudiera continuar, Cloe alzó una mano, deteniéndolo. —No importa. De todos modos, solo quería ir a la cocina a ayudar a la señora Aria. Está sola preparando la comida de todos, y no es justo que una mujer enferma tenga que
—¿Un bebé lobo? ¡Esto es ridículo! ¡Si son bestias, cómo esperan que yo, una humana, dé a luz a un… perro gigante! —gritó, horrorizada, con una mezcla de repulsión y confusión en sus ojos. La simple idea de Ethan transformado, queriendo emparejarse con ella en esa forma, era suficiente para hacer sentir a Cloe que el mundo se desmoronaba a su alrededor. No, no podría soportarlo. Solo la visión de aquello sería su sentencia de muerte.Liora apretó los puños con tanta fuerza que sus uñas se clavaron en la piel de sus palmas. Quería gritarle, corregir esa comparación insultante, pero se contuvo. Inspiró profundamente y, forzando una sonrisa rígida, replicó con voz moderada:—No somos perros, Luna. Somos lobos, y debería mostrar más respeto.Antes de que pudiera continuar, Samira se interpuso entre ambas.—¡Ya basta! —exclamó, fulminando a Liora con una mirada gélida—. ¿Crees que no me doy cuenta de tus intenciones? Puedes engañar a Cloe haciéndola creer que eres su amiga, pero a mí no.
Ethan no reaccionó, pero su beta, Noa, que permanecía firme detrás de él como un guardián implacable, dejó escapar una leve sonrisa burlona. El odio de Mason era conocido, pero tenía raíces profundas. Años atrás, Mason había perdido a su compañera, y estaba convencido de que Ethan había sido el responsable. Aunque el ser especial usó sus poderes divinos para interrogar a Ethan, no pudo acceder a sus recuerdos. Ya que una oscuridad impenetrable había protegido la mente del lobo alfa, una barrera que incluso los dones divinos no podían atravesar. Para Mason, aquello solo era una prueba más de la naturaleza oscura y corrupta de Ethan, quien, en su opinión, había burlado incluso la voluntad de los dioses. A pesar de sus ansias de venganza, Mason sabía que matar a Ethan no solo era imposible, sino que también traería consecuencias desastrosas. El castigo sería severo, y su aquelarre quedaría desprotegido ante un nuevo Supremo, hambriento de venganza. De repente, **Vadim, el ser sup