—¿Un bebé lobo? ¡Esto es ridículo! ¡Si son bestias, cómo esperan que yo, una humana, dé a luz a un… perro gigante! —gritó, horrorizada, con una mezcla de repulsión y confusión en sus ojos. La simple idea de Ethan transformado, queriendo emparejarse con ella en esa forma, era suficiente para hacer sentir a Cloe que el mundo se desmoronaba a su alrededor. No, no podría soportarlo. Solo la visión de aquello sería su sentencia de muerte.Liora apretó los puños con tanta fuerza que sus uñas se clavaron en la piel de sus palmas. Quería gritarle, corregir esa comparación insultante, pero se contuvo. Inspiró profundamente y, forzando una sonrisa rígida, replicó con voz moderada:—No somos perros, Luna. Somos lobos, y debería mostrar más respeto.Antes de que pudiera continuar, Samira se interpuso entre ambas.—¡Ya basta! —exclamó, fulminando a Liora con una mirada gélida—. ¿Crees que no me doy cuenta de tus intenciones? Puedes engañar a Cloe haciéndola creer que eres su amiga, pero a mí no.
Ethan no reaccionó, pero su beta, Noa, que permanecía firme detrás de él como un guardián implacable, dejó escapar una leve sonrisa burlona. El odio de Mason era conocido, pero tenía raíces profundas. Años atrás, Mason había perdido a su compañera, y estaba convencido de que Ethan había sido el responsable. Aunque el ser especial usó sus poderes divinos para interrogar a Ethan, no pudo acceder a sus recuerdos. Ya que una oscuridad impenetrable había protegido la mente del lobo alfa, una barrera que incluso los dones divinos no podían atravesar. Para Mason, aquello solo era una prueba más de la naturaleza oscura y corrupta de Ethan, quien, en su opinión, había burlado incluso la voluntad de los dioses. A pesar de sus ansias de venganza, Mason sabía que matar a Ethan no solo era imposible, sino que también traería consecuencias desastrosas. El castigo sería severo, y su aquelarre quedaría desprotegido ante un nuevo Supremo, hambriento de venganza. De repente, **Vadim, el ser sup
—Continúa —ordenó Vadim, el ser especial.Xiomara respiró hondo y prosiguió:—El ciclo de la bestia no es un simple trastorno temporal. Con cada luna nueva, la duración de ese estado salvaje se extiende. Estamos perdiendo, poco a poco, nuestra humanidad. Hace semanas tuve una revelación de la Diosa Luna. En esa visión, vi cómo nuestra especie caía en un abismo de destrucción, cómo éramos eliminados por las otras especies para evitar que desatáramos un caos irreversible.Un escalofrío recorrió la sala. Incluso los gobernantes más orgullosos parecieron inquietarse ante esa posibilidad.—Pero la Diosa también mostró una salida. Vi que el Supremo debía tomar una decisión: elegir a otra luna o romper su vínculo con la manada y ceder el liderazgo a su hermano.Un murmullo aún más intenso estalló, y Ryan, con los ojos brillando de ambición, miró a su hermano mayor con desafío.—El Supremo optó por elegir una nueva luna —continuó Xiomara —, pero ignoró nuestras recomendaciones. A pesar de nue
El rugido del motor del deportivo resonaba como un eco salvaje en la carretera desierta, mientras Noa, el beta de Ethan, miraba fijamente el horizonte a través del parabrisas, con los pensamientos, hechos un torbellino caótico que su vínculo con el Supremo no podía ocultar.Ethan apretó el volante, y sus nudillos se marcaron mientras su paciencia se desmoronaba. (Me agobias. Mejor dime lo que tengas en mente y deja de saturarme. Puedo sentir tu preocupación por nuestro vínculo). La voz de Ethan, cargada de autoridad, resonó en la mente de Noa.El beta soltó un suspiro y lo miró de reojo, esbozando una sonrisa que no llegaba a sus ojos.—Es que, Supremo, dijiste en esa reunión que Cloe era la mujer que mordiste aquella vez… pero sé que mentías.Ethan giró ligeramente la cabeza hacia él, con una chispa de irritación ardiendo en sus ojos grises. Su mandíbula se tensó, dejando que su orgullo hablara por encima de la razón.—No pienso permitir que ese afeminado de los dioses me castigue —
Cloe jadeó, apartándose de Ethan, pero el agarre que él mantenía en su nuca permaneció firme. La respiración de Cloe era errática, el sudor perlaba su frente, y el desconcierto se reflejaba en sus ojos.—¿Qué… qué ha sido eso? —volvió a preguntar, con la voz temblorosa.Ethan sonrió con suficiencia, en una mueca cargada de arrogancia.—Solo quiero que dejes de hacer suposiciones absurdas. Y mostrarte que yo no traicionaría a mi esposa —respondió Ethan, mientras se inclinaba hacia ella. Volvió a pegar su frente contra la de Cloe, y de nuevo la imagen apareció en su mente, como si estuviera observando un recuerdo ajeno a través de una pantalla. Allí estaba su prima Leila, parada en el jardín de la mansión de su abuela, con Ethan peligrosamente cerca.Cloe se echó a reír.—¿Y esperas que te crea? —replicó con indignación y desdén—. Eres un hipócrita. Tienes concubinas y aun así intentas convencerme de que eres mejor que Robin. No viviré a la sombra de un hombre que no sabe lo que signi
Cloe respiró profundamente, pero el desconcierto no la abandonaba. Fue entonces cuando notó una pequeña nota descansando sobre la almohada.La tomó con recelo, observando la escritura meticulosa, de líneas rectas y perfectas. —Qué simple para ser la letra de un hombre... aunque, debo admitir, es bonita. Si no supiera que esto viene del salvaje, diría que fue una mujer quien la escribió —murmuró para sí misma. Finalmente, abrió la nota y comenzó a leer."Querida esposa, debo decirte que te he besado hasta el alma y me siento mejor, aunque no satisfecho. Estoy ansioso por tu aprobación. Te tomaré de todas las formas posibles"Cloe abrió los ojos como platos, dejando caer la nota. Rápidamente, levantó la colcha para comprobar si lo que insinuaba era cierto, y claramente no tenía ropa interior debajo de su camisón largo. Podía sentir la humedad entre sus muslos.—¡No dormí, lo que hice fue caer en coma y el maldito se aprovechó de mí! —rezongó, sintiendo como sus mejillas se encendían mi
En el salón de descanso, Caleb disfrutaba de un habano, con postura tranquila pero imponente. Cuando Ryan irrumpió crispando de ira, y le colocó una mano en el hombro, Caleb, con sus reflejos de un alfa, le torció la muñeca en un instante.—¡Padre, soy yo! ¡Soy yo! —gritó Ryan, con voz cargada de temor.Caleb aflojó su agarre, pero no su intensidad.—Supe que saliste con tu madre ayer. No me dijeron a dónde. Habla, y hazlo rápido.Ryan tragó saliva, intentando ocultar su miedo.—Fuimos con Vadim… para intentar ponerle un alto a Ethan.El rostro de Caleb se endureció. Se levantó de su asiento con movimientos lentos, pero la presencia de Xiomara, quien irrumpió agitada y sin aliento, lo hizo girar la cara.—Dime, mujer, ¿qué le aconsejaste a Ryan hacer en la reunión de líderes? —preguntó Caleb con un tono frío.—Alguien tenía que exponer el abuso de tu hijo Ethan.Xiomara, sin amedrentarse, esbozó una sonrisa que pronto se desvaneció al recibir una bofetada que no vio venir.—¡Qué demo
—¡Isabella! —. Una voz llena de dolor y enojo resonó enel bosque. Un rayo negro se disparó sin rumbo a través de los árboles. Perosólo el eco le respondió, devolviendo su propia desesperación en el vasto ycruel silencio.Ethan, uno de los Alfas más poderosos, quedócompletamente devastado por la pérdida de su luna, Isabella. Ya no estaba ahí,o no estaban. Su destinada luna, una loba tan pura y hermosa, su presencia eslo único que podía detener la oscuridad de su lobo. Pero Isabella ya no estabaallí, se había ido con su hijo, su hijo que nunca nacería, se lo llevaron en unbrutal accidente aéreo, dejándolo solo y vacío.Las lágrimas luchaban por salir de sus cuencas, pero élno se lo permitía. En su pecho, el lobo rugía, arañando las paredes de sumente, exigiendo liberarse, exigiendo sangre.Ethan cerró los ojos, pero el pasado lo asaltó como unatormenta. Recordó aquella noche de luna nueva, la más oscura que había vivido.Como furia lo había tomado por completo. Sin Isabellap