De modo que nadie quería convocar la ira del Rey Damien, Oliver tomó la palabra con seriedad para informar a su padre sobre los dos ataques que habían sucedido en el último mes, a las afueras del pueblo. Si de algo no tenía duda, es que el príncipe era extremadamente bueno en lo que hacía, siempre tenía las palabras perfectas y sabía cómo manejarse frente a alguien como su padre. Damien le miraba fijamente, entrecerrando sus ojos; pero escuchando atento a lo que decía.
Sorprendida, se sobresaltó cuando por un segundo Oliver pareció poner su mirada sobre ella. “¿Tiene un problema conmigo?” Fue lo que pensó, pero cuando no hubo más respuesta de su parte, simplemente pensó que había sido una equivocación.
Sin embargo, la presencia abrumadora que le provocó ser mirada por él fue espeluznante.
A simple
Carraspeó, y Louise casi frunce su ceño por la suposición. Pero pronto recuperó su estabilidad, y le respondió también con una ligera sonrisa. —No lo es en absoluto, pero usted no fue claro. Sin embargo, no es algo de su incumbencia, príncipe Elion.El semblante divertido, y doloroso, había cambiado a uno inoportuno y ofensivo. Luego de un par de segundos, volvió a sonreírle arrogante. Sin embargo, Louise sabía leer muy bien a las personas y Elion era predecible. —Durante toda esta cálida bienvenida, eres la primera persona en llamarme “príncipe”.Dijo aquello abriendo sus brazos con una alegría tan fingida que le hizo, por un minuto, tenerle lástima. Pero seguía siendo peligroso.—Eso es lo que es, y no puedo permitirme llamarlo por otra forma que no sea esa. —Dijo calmadamente, luego señal&oacu
…—¿Necesita que lo ayude con algo, señor?Está plantada frente a Damien en su oficina, al día siguiente a primera hora de la mañana. En la vida se había levantado tan apresurada debido a un llamado. Usualmente, se tomaba su tiempo para alistarse pero la manera en que una sirvienta había entrado escandalosamente a su habitación casi que gritando su nombre; fue un susto horrible.Luego ella se disculpó por unos cinco minutos seguidos cuando le ordenó buscar los documentos que había preparado durante toda la semana. Sollozando entre perdones por haberla levantado de esa manera, pero “era muy importante”.Más, en este momento estaba nerviosa por lo que su rey le diría. Principalmente, la razón de ese extraño nerviosismo se debía a que no podía dejar de pensar en la equivocación que
Pero ahora, más tranquila —y completamente consciente del problema en que estaba metida— pudo pensar mejor las cosas. Louise debía poner todo su empeño para convencer al… sucio e irrazonable hombre de que podía confiar ella. Para poder ser un buen hombre digno de no avergonzar a toda una familia.Y mientras más lo pensaba, más se le hacía ridículo.Y mientras más pensaba en Elion, Dios… más lo odiaba.Se supone que sólo debía ser ella misma. Tenía que desligarse de cualquier amistad que tuviera con la Familia Real —que no eran muchas en realidad— y hacer como que sólo era una mujer más que tenía la oportunidad de brindarle oportunidades a otros. Y pensándolo de esa forma, no parecía tan aterradora como muchos lo hacían parecer.Pero en un suspiro, la conversación que ambos tuviero
Sus labios se apretaron de inmediato y su corazón comenzó a acelerarse con un pesar de crueldad acechándola por detrás. Provocándole escalofríos cuando llevó sus dedos temblorosos hacia su cuello pálido, decorado con marcas rojizas de gruesos dedos que le quitaron la posibilidad de respirar.“—Sabes muy bien que nunca podría reducirme a tu nivel, ¿lo sabes, verdad Louise? Tan callada siempre que me da una inmensa curiosidad saber lo que estás pensando en este momento… ¿Sientes que te falta el aire?”La restricción que apretaba poco a poco su cuello estaba aminorando su falta de oxígeno. Sus uñas largas rasgaban la mesa de madera en busca de algo que ayudara a quitárselo de encima, pero la empujó con todas sus fuerzas sobre la mesa sin detenerse cuando escuchó el quejido ahogado que produjo su garganta cuando fue
—¿Qué, qué es tan gracioso? Pues todo en realidad, una reverenda locura. ¿Qué mierda crees que haces con mis cosas? —Espetó Elion al arrancarle su ropa sucia a una de las chicas, impulsivo. Alerta de que estuvieran de pronto adentrándose y tomando sus cosas como si nada. —Deja que estas chicas hagan su trabajo y abstente de ser una maldita molestia.Le dijo Damien furioso de lidiar con él. Le vio taparse la nariz con asco, examinándole de pies a cabeza como si el hedor que provenía del húmedo cuarto fuese su culpa. Rió estoico, apretando su mandíbula y levantándose de la cama. Los guardias en un segundo se habían puesto entre él y Damien.—Primero me encierras aquí como si fuera un criminal, y como si no fuera suficiente, ¿también vas a dejarme sin pertenencias? ¿Sin muebles también? —Elion habl
—¡¿Qué Elion qué?!Los hombros de Louise bajaron tan lentamente al soltar el cuarto suspiro consecutivo del día.Frente a ella, Dóminic estaba con la boca abierta, conmocionado por la gran noticia que le había dado, demasiado, diría ella.En su lugar, estaba más estresada que antes. Todo le parecía una pesadilla y Dóminic actuaba como un niño emocionado por un puesto de panes dulces a la vuelta de la esquina.—Ya te lo he dicho, aunque me parece extraño que no te hayas enterado ya. —Dijo levantándose para buscar unos papeles en la estantería. —Se supone que eres un guardia, es tu trabajo estar al tanto de estas cosas. ¿O me equivoco?Él fulminó con la mirada, recostando su espalda en el sillón cruzado de brazos, todavía mirándole como si le ocultara algo. —¿Qué?
Aunque disimulara, estas sorpresas viniendo a ella le estaban haciendo olvidarse un poco de todo. A pesar de que sólo se tratara del príncipe Elion porque, claro, es y será el tema favorito de todos.—¿Entonces? —Ella arrugó su nariz. —¿Entonces, qué? —Dóminic se quedó viendo el techo, vacilando sobre cualquier cosa. —¿Qué piensas sobre él?—Ya sabes lo que pienso sobre él, lo hablamos temprano. —“Es cierto…” Susurró. —Pero ahora estoy más convencida que el servicio no lo dejará en paz, si llega a salir de su habitación. —“Si es que puede hacer eso” Pensó incómoda.—Sí… Por cierto, ¿no has oído nada de los demás? Apenas y he visto a los otros príncipes hoy. —Louise negó, poniendo
Su oficina quedó en silencio. Solo el suave viento silbando a través de la ventana, a la par que Louise contaba mentalmente hasta diez y Elion miraba interesado a la meticulosa tutora absorta en sus pensamientos.Frotó su ceño fruncido, con un angustiante dolor de cabeza comenzando a nacer. —¿Sabe? No era necesario hacer todo un escándalo sólo por el erróneo título que le han dado a esta plática. —Mencionó hastiada. Ya renuente a ocultar la molestia que le producía Elion. Actuando tan helada y sombría como solía serlo.Sin embargo, Elion no se quedó atrás. Louise lo odiaba por eso. ¡No entendía por qué no se podía quedar callado!—Es que, señorita Louise —Elevó su comisura —usted prefiere enfocarse en cosas formales a las cuales ya está acostumbrada. Como besarle los pies al