Elion se llenó de risas, a pesar de las lágrimas que decoraban las esquinas de sus ojos oscuros. Cuando ella pudo darse cuenta, ambos estaban en el sofá. Elion acariciando su cintura con mucha calma mientras seguía llorando sobre su pecho.
—¿Q-qué estás haciendo aquí? —Le preguntó en un hilo de voz, alejándose de él para verlo con mejor claridad. Sin embargo, la oscuridad de su oficina dejaba mucho que desear. —Ven aquí, no te… vayas. —Dijo con un suspiro, frunciendo su ceño. Louise apretó sus labios, ignorando el ardor.
Las palabras se habían ido de su ser. ¿Qué tenía que decir primero? “¿Me alegro de volver a verte? ¿Cómo estás?” Su cerebro se atrofiaba cuando él estaba cerca, pero ahora lo estaba muchísimo más. Y él no lo hacía todo más fácil al poner sus manos encima, acariciando su cintura y recostándole de nuevo sobre él. Sus piernas acomodadas sobre los cojines del sofá.
Los minutos pasaron. Minutos, que ambos pasaron en silenci
Sin pedírselo, él le abrazó. Cálida, y suavemente que se desmoronó entre sus brazos. Su nuevo hogar, y el único que tendría. —Cuando desperté… escuché que habías salido gravemente herida y yo… no podía moverme. —Explicó con la voz grave, al borde del llanto. —No me dejaban salir de la habitación, y… varias veces quise escapar. —Rió. —Pero mi herida seguía dándome problemas, hasta que hoy encontré la oportunidad perfecta para verte. —Eres un estúpido. —Declaró ella con mucha seriedad. Claramente el príncipe no se esperaba esa respuesta, y simplemente se echó a reír por lo bajo. Louise sonrió sin mostrar los dientes. —Sigues siendo terco… incluso cuando estás malherido, ¿no es así? —Lo descubrí cuando empecé a quererte. Ella clavó sus ojos en él, viendo al frente hasta que devolvió su vista hacia ella con una tenue sonrisa. —Si, a ti. —Susurró, como si Louise no supiera que hablaba únicamente de ella. Estaba… malditamente feliz. —No cre
—Te salvas que estás tumbado en esa cama, porque si no ya te habría golpeado. —“No veo el problema porque lo hagas” Arremetió el príncipe con una sonrisa socarrona que le hizo suspirar cansada. Veintiséis años tenía, y ahora se encargaba de los berrinches de dos adultos. —Iré a buscar tu medicina y tu té, más vale que te lo tomes o ya verás. —Los mensajes pasivo-agresivos de la princesa eran graciosos, hasta cierto punto. Él, con su necedad, sólo logró que su hermana cerrara de un portazo la puerta. —¿Puedes ser más comprensivo con ella? —Louise se cruzaba de brazos cuando frunció los labios, más el príncipe se encogió de hombros. —¿Puedes venir a acostarte conmigo? —Replicó en su lugar con una sonrisa y palmeó el lugar vacío de su enorme cama. —No, porque tu hermana podría entrar en cualquier momento. —Le explicó con mucha precaución, ladeando su cabeza y enarcando una ceja cuando él no tardó en mofarse de sus palabras. Era si
…—¿Señorita Roosevelt? ¿Necesita algo?Ella asintió parada en la entrada de la cocina, mirando a las pocas sirvientas que quedaban apresurándose para dejar todo listo para la cena. La encargada de la cocina no dudó en tenderle una reverencia. —¿Qué es lo que necesita? Bueno, desde luego, algo que comer.Habría sonreído por esa obviedad, pero no fue capaz de mover un músculo de su indiferente rostro. En un chasquido simplemente se ordenó una ligera merienda junto a un café azucarado, y fue a sentarse en el patio a la espera de ello.El sol aún no había desaparecido por completo, a pesar de que ya se acercaba su hora. Su hora favorita del día era el atardecer, pero hoy pensó que no sería capaz de verlo al estar pasando la tarde con Elion.Pero luego de eso… Louise no hizo
—No sé qué excusa darte, porque no estaba pensando racionalmente. —Apresó el rostro contra su pecho, luciendo pequeña a su lado. —Yo… solo leí esa carta y cuando fui a tu habitación la encontré hecha… Dios, todo… Fue horrible. Explicarse era difícil cuando quería decir tantas cosas pero se tropezaban unas contra otras. Fue tras él con el miedo de perderlo cuando por fin estaba feliz con él. Fue una locura de su parte, que ella sola entendía. —Pasaron muchas cosas que no me detuve a pensar que era… una locura. Me arrepentí cuando salí en compañía de otros guardias, y… —Los hermosos ojos almendrados de Elion entristecidos se posaron en ella, le dio un pequeño beso en la frente. —Un montón de cosas pasaron por mi cabeza… cuando te vi conmigo. ¿Sabes lo asustado que estaba? —Hablaba en voz baja, afligido. Queriendo llorar contra su cabello. —Ya estaba pensando que era… el final. Literalmente. —Detestó la punzada que atacó su pecho, ¿cómo podía decir eso ahora? —M
Calor abrasador se cernía en la habitación. Acusaciones salían sin parar, pero ninguna daba en el clavo con tanta exactitud como querían. Tan solo decir el nombre del príncipe heredero significaba sufrir la cólera de Alina, arraigada a la idea de que Oliver no era culpable de lo que le habían hecho a Elion. Mientras él veía hacia donde se debería encontrar su ventana, tapada por las cortinas. Incomodidad le rodeaba, porque ambos dejaron de centrarse en el problema principal. Tomó una gran bocanada de aire apretando sus manos, supuso que esto no tenía futuro así que miró a su alrededor sin más nada que hacer antes de despedirse. —De hecho, esto no debería estar sucediendo desde un principio. —Giró su rostro directo hacia Elion, en donde una sonrisa tétrica sucumbió toda su tranquilidad. —La persona que planeó esto, nunca habría querido que comenzáramos a averiguar quién lo hizo. El camino fácil era secuestrarme, y luego matarme. Así no habría testigo o
Se dedicó a abrir cada cajón con rapidez, rebuscando entre los papeles amontonados que no le decían algo que le interesara.En su escritorio no encontró nada más que tinta en los cajones y papeles en blanco que no le ayudaron en nada. Estuvo a punto de desesperarse, pero se movió hacia otro lado, la estantería que cubría toda la pared izquierda.Desordenó todos los libros sin importarle que eso llamara la atención después, buscó algún indicio de… algo que no sabía que estaba buscando.Hasta que en los libros del fondo, de la hilera más adyacente al suelo llamaron su atención. Papeles, documentos sobresalían de ellos y Elion no dudó en tomar un par de ellos.Rebuscó, y encontró acuerdos que poco entendió. Abrió otro libro, nada. El siguiente contuvo el mismo que el anterior, hasta que
—De todas formas… no está. —Se encogió de hombros dándole fin a su respuesta. —Así que no habrías hecho mucho si hubieras venido por él.—Qué horror, ¡nunca vendría por él! Mirar la bonita fuente de nuestro hogar es mejor que verle la cara. He tenido cosas más importantes por las que preocuparme, ya que todo ha estado alborotado últimamente.—¿Es así? Admito que yo también he estado ocupada, justo ahora iba a darme un descanso a pesar de que no llevo demasiado.—Lamento decirte que pasarás tu descanso hablando conmigo… —Canturreó divertida tomando asiento al igual que la pelinegra. —Hmph…Resopló unas cuántas veces, apretando las rodillas cubiertas por el vestido blanco que destilaba pureza y parpadeó en el suelo. —¿Qu&eacut
Oscurecida fue su mirada, observando sus manos juntas. —Sólo… sentía remordimiento por, no haber estado ahí cuando eso. Y-y luego… vi unas cartas al final del libro donde encontré todo eso. —Louise… —Dice su nombre entrecortado luego de minutos en silencio, al borde de nuevas lágrimas. —¿S-sabes q-qué es encontrar que… tu madre no falleció por una enfermedad, sino por un acuerdo? ¿Un asesinato? ¿En contra de tu propia esposa? ¿Sabes lo que es eso? —Lanzó preguntas cargadas de angustia, agobio que le hizo a Louise resguardar el nudo en su garganta que le impidió responder. El príncipe respiró cansado, y volvió a hablar. —En un documento, estaba la confirmación de la muerte de mi mamá. Pero en las cartas, alguien escribió con… mucha falsedad lo arrepentido que estaba por haber hecho eso. Elion rió adolorido, despeinando su cabello en frustración. —¿Sabes quién es verdad? La maldita persona que se hace llamar mi padre. El mismo que manchó esas cartas con sus sucias lágr