La reina tomó las manos del castaño para apretarlas con ligera fuerza, e incluso cuando el gesto le impresionó, no avistó ningún cambio en él. Sólo sus ojos intensos se quedaron prendados de la excéntrica mujer.
—Tu maravillosa presentación no podía pasar por el suelo. Ésta es un evento único en la vida, ¡regresaste después de tantos años! ¡Eso sí que es impresionante! ¿Verdad que sí, mi amor? —Le habló a su esposo con emoción, casi podía asumir que estaba saltando diminuta en su sitio.
Sin embargo, el rey apenas mostró signo de la misma emoción. Era el tipo de hombre con el que no quería pasar el rato por lo… exigente que se veía con simplemente desviar la mirada hacia un lado, arrogante.
Tanta diferencia entre dos personas que convivían juntas, era agobiante
—¿Estará en su cuarto? —Le preguntó a la chica en el espejo con una mueca en su rostro. Con un ligero movimiento intentó ver su espalda pero apenas pudo ver las dos piezas que unían la parte superior, disconformes ante la nula presencia de las cintas que debían unirlas. Pues… era una estúpida broma si quería salir con el vestido mal puesto. ¿Sentarle bien? No tanto, el azul cielo no era su color favorito. ¡Pero era lógico que no saldría con ese vestido cayéndose en su espalda! A menos que quisiera iniciar una nueva tendencia de la cual todos se reirían. “Toc, toc, toc” Tocaron a su puerta, ella carraspeó antes de invitar a la persona a entrar. Sonriente porque ya sabía de quien se trataba cuando admiró el cabello castaño asomarse por la puerta, a través del espejo. —¡Pero bueno! —Exclamó la pelinegra dando la vuelta en la silla para mirar al príncipe caminar airoso por la habitación sacudiendo su chaqueta. —¿Desde cuándo te has visto t
Si seguían haciéndolo de ese modo, nunca serían capaces de llegar a esa fiesta a tiempo. Louise tuvo que hacer un tremendo esfuerzo por quitarse a ese príncipe besucón de encima. Tal se veía que los nervios le ponían amoroso en los últimos minutos, porque en cuanto salieron de su habitación procurando que no hubieran moros en la costa; le propinó un rápido beso. ¿Atolondrada? ¡Más que eso! —Cuando vayamos por allí, no tendré tanta libertad para besarte. ... ¡Ya! ¡No estoy hablando tan fuerte! —Discutió ante las reclamadas órdenes de guardar silencio que se entreveía en los ansiosos ojos redondos. —Eres mi buena suerte. Por favor, bésame. La desesperada petición resonó dentro de su corazón, invitando a su estómago a divulgar las malditas mariposas que hacían de su paciencia un fiasco totalmente. “Por última vez…” Insistió, con los ojos oscuros retratando su rostro con precisión, un cariño inigualable tintando sus ojos, al ver que no había ning
Le dio otro apretón y le incitó a moverse hacia la entrada del salón. Sus piernas temblaron cuando comenzaron a avanzar con una lentitud abrasante que carcomió cada rincón de su cuerpo. Con el sonar de los aplausos impresionantes que inundaron por completo su audición, en compañía de los silbidos inesperados que tintaron el aire de pura emoción. Sí, pura emoción que les congeló en medio de la entrada. Escuchando esa efusiva bienvenida que por un segundo le espantó, debía admitirlo. Peor fue darse cuenta que Elion no soltó el agarre en ningún segundo. Louise permaneció mirando a todas esas personas animando con sus copas arriba, ignorando el hecho de que Elion no le dejó ir cuando intentó soltarse. Observó a Oliver, en una esquina a lo lejos tomando de a sorbos de su copa en silencio. “Suéltame, Elion. Por favor…” Desesperada se dijo a sí misma con la disminución de la euforia del público. ¿Interpretarían mal esta unión, o creerían como siempr
“¡Qué viva!” Se repitió al unísono con el alzamiento de las copas. Oliver se tomó la suya mucho antes de brindar, por lo que Louise se guardó por completo lo desconsiderado que fue al hacer eso.Por su parte, cumplió con el brindis tomándose un sorbo de su copa. La carismática mujer siguió dictando algunas cosas que no fueron de su interés, hasta que la música volvió a hacerse presente ésta vez con mucho más ánimo. Animando a todos a bailar en el centro del salón.—Finalmente, creo que es hora de que me vaya. Tengo negocios por atender. —Sonrió el príncipe a su lado dejando la copa encima de la bandeja de un sirviente que pasó apurado. —Espero que disfrutes la fiesta de principio a fin, Louise. Nos veremos en otra ocasión, seguramente tendrás mucho trabajo mañana.Co
—Esa vibra imperial tenía que sonarme de algo, tal parece que mis sentidos se equivocaron por una vez. ¡Pensé que eras una princesa! —“Ah, no digas eso…” Risitas salían sin parar de ella, invitando a Magnus a caer a sus pies por su interesante atractivo. —¿Qué te parece si te invito una pieza, después de que termines de comer? Bueno, ya casi estás por terminar.Maldita sea. —Odiaría ponerme en ridículo entre todas estas personas que perfectamente saben bailar. —Intentó rechazarlo de la forma más tranquila posible. —Es espléndido que me haya dado la oportunidad de pasar el tiempo con usted, pero esa es la única cosa que no puedo aceptar. Perdóneme.—Oh, no te disculpes, hermosa. No estaba obligándote, puedes estar tranquila. —Habló con amabilidad, Louise estaba aliviada. —P
—Definitivamente no tengo nada de suerte cuando se trata de príncipes. —Resopló entre risas sin gracia frente al espejo, en el que minutos después permaneció callada viendo su reflejo.Abrumada era poco para toda la mierda que sucedió.No tanto por las miradas, porque justo ahora no le importaba esa porquería. Pero sí que le molestaban de sobremanera. ¡La primera que escuchara reírse de que era una irrespetuosa por hablarle así a ese príncipe Magnus, la tiraría por las escaleras!“¡Ugh!” Exclamó golpeando el agua del lavamanos, salpicando todo. Quizás estaba siendo extremista, pero… nadie le iba a quitar la molestia por un buen rato.Unas cuantas respiraciones profundas después, y estuvo lista para ir al ataque otra vez. No muy segura, porque debía ser honesta con lo que sentía. &
Su camino de pronto fue interrumpido por un grupo de tres hombres que venían riendo mientras agitaban sus copas. Saludaron con la mano al príncipe, mientras que el dorso de la mano de Louise fue besado tres veces. —Buenas noches, príncipe Elion. Hemos… visto que se ha desocupado un poco de tanto ajetreo, así que… tuvimos la intromisión de hablar con usted por un rato. —Explicó un hombre de cabello castaño oscuro, lucía mucho más joven que los otros dos. Solo un par de canas en su oscurecida barba. —Después de todo, nos iremos temprano, lamentablemente. —Entonces están de suerte, supongo que puedo posponer mi tentempié por un rato si se trata de ustedes. —Desde la palabra “tentempié” Louise estuvo escéptica por el largo vocabulario del príncipe. Fuera de las groserías, la referencia a besarse y demás. Más, esos hombres se sentaron encantados en cuanto avistaron una mesa vacía sin dueño. Louise se sentó de igual forma, agradecida en su interior por no s
—Es una fortuna que tengas a un príncipe experto en mentiras para ayudarte a escapar. —Había susurrado en su boca, acariciando sus labios y sonriendo para sí mismo ante los pequeños gestos que indicaban que ella quería hacerlo tanto como él. —Si no te hubiera traído aquí, jamás podría haber descubierto lo hermosa que te ves entre las sombras. Una mano fue directo a acariciar su cabello, enredándose en los mechones de su frente y quitándole la peineta en un movimiento fácil. —Velas iluminando el perfil de tu precioso rostro… tan sublime que podría morir aquí mismo. ¿Te das cuenta de lo que transmites cuando me miras de esa forma? ¿Con… tanto cariño? Louise rió sacudiendo su cabeza en negación, el oscuro cabello cayendo por los lados en pequeñas ondulaciones. Vergüenza, tanto como devoción iban de la misma mano cuando se trataba de enfrentar a este príncipe. El mismo que hacías las cosas más impensables que ni en un millón de años luz, podría haber hecho. Ella