—Si… sigues besándome de esa forma… uh... —Dijo ella recuperando la respiración perdida, bajo la sonrisa ladeada del príncipe. —Nunca… podré hacer mi equipaje… —Pese a eso, el príncipe le besó una vez más porque nunca podría parar. Pero sólo porque se lo decía con esa hermosa mirada, y sus labios rojizos lastimosamente llamándoles para comérselos a besos, se detendría.
Por último, acarició los labios de Louise con su índice atrayendo una sonrisa a su propio rostro. —Sucedió de la nada… creo que deberías ponerte celosa más seguido. —Besos sonoros invadieron su audición, sonrojándole a más no poder con esas caricias plácidas. —Pero… ¿por qué no te ayudo con lo que necesites? Tendrás que ser… la mujer más hermosa de esa noche. Y me disculparás por lo que diré, pero estaré abierto a golpear a cualquier aristócrata que quiera tener lo que es mío.
Serio se comportaba cuando estaba abierto ese tipo de cosas. Aquellas, que sin importar la situación, provocaban que su corazón
—Quiero… disfrutar de esa fiesta como cualquier otro. —Susurrando se acercó hacia ella, de lado, aceptando los pequeños besos que posó en su boca. Sonoros, y dulces. —Ella… me preguntó que si me sentiría cómodo estando sentado en una mesa especial para mí, pero me negué. —Un beso. —Prometió que habría una mesa para nuestra familia, pero creo pasar toda la noche fuera de ella. Louise acarició su cabello por un buen rato, hasta que bajó hacia su rostro. Delineando con precisión su mandíbula definida, su mirada yendo detrás de su propio dedo que, en silencio total, se dedicó a adorar la belleza de este príncipe. Y de pronto… —Estoy tan harta de ella. Escupió con tanto desagrado, pero no lo suficiente para tenerle un rencor insólito. La mueca en su rostro, y la forma en que apretó la piel suave de los labios del príncipe hizo que el castaño se quejara en alto. Para luego, sonreír egocéntrico unos segundos después. —Estás celosa. Pes
La reina tomó las manos del castaño para apretarlas con ligera fuerza, e incluso cuando el gesto le impresionó, no avistó ningún cambio en él. Sólo sus ojos intensos se quedaron prendados de la excéntrica mujer.—Tu maravillosa presentación no podía pasar por el suelo. Ésta es un evento único en la vida, ¡regresaste después de tantos años! ¡Eso sí que es impresionante! ¿Verdad que sí, mi amor? —Le habló a su esposo con emoción, casi podía asumir que estaba saltando diminuta en su sitio.Sin embargo, el rey apenas mostró signo de la misma emoción. Era el tipo de hombre con el que no quería pasar el rato por lo… exigente que se veía con simplemente desviar la mirada hacia un lado, arrogante.Tanta diferencia entre dos personas que convivían juntas, era agobiante
—¿Estará en su cuarto? —Le preguntó a la chica en el espejo con una mueca en su rostro. Con un ligero movimiento intentó ver su espalda pero apenas pudo ver las dos piezas que unían la parte superior, disconformes ante la nula presencia de las cintas que debían unirlas. Pues… era una estúpida broma si quería salir con el vestido mal puesto. ¿Sentarle bien? No tanto, el azul cielo no era su color favorito. ¡Pero era lógico que no saldría con ese vestido cayéndose en su espalda! A menos que quisiera iniciar una nueva tendencia de la cual todos se reirían. “Toc, toc, toc” Tocaron a su puerta, ella carraspeó antes de invitar a la persona a entrar. Sonriente porque ya sabía de quien se trataba cuando admiró el cabello castaño asomarse por la puerta, a través del espejo. —¡Pero bueno! —Exclamó la pelinegra dando la vuelta en la silla para mirar al príncipe caminar airoso por la habitación sacudiendo su chaqueta. —¿Desde cuándo te has visto t
Si seguían haciéndolo de ese modo, nunca serían capaces de llegar a esa fiesta a tiempo. Louise tuvo que hacer un tremendo esfuerzo por quitarse a ese príncipe besucón de encima. Tal se veía que los nervios le ponían amoroso en los últimos minutos, porque en cuanto salieron de su habitación procurando que no hubieran moros en la costa; le propinó un rápido beso. ¿Atolondrada? ¡Más que eso! —Cuando vayamos por allí, no tendré tanta libertad para besarte. ... ¡Ya! ¡No estoy hablando tan fuerte! —Discutió ante las reclamadas órdenes de guardar silencio que se entreveía en los ansiosos ojos redondos. —Eres mi buena suerte. Por favor, bésame. La desesperada petición resonó dentro de su corazón, invitando a su estómago a divulgar las malditas mariposas que hacían de su paciencia un fiasco totalmente. “Por última vez…” Insistió, con los ojos oscuros retratando su rostro con precisión, un cariño inigualable tintando sus ojos, al ver que no había ning
Le dio otro apretón y le incitó a moverse hacia la entrada del salón. Sus piernas temblaron cuando comenzaron a avanzar con una lentitud abrasante que carcomió cada rincón de su cuerpo. Con el sonar de los aplausos impresionantes que inundaron por completo su audición, en compañía de los silbidos inesperados que tintaron el aire de pura emoción. Sí, pura emoción que les congeló en medio de la entrada. Escuchando esa efusiva bienvenida que por un segundo le espantó, debía admitirlo. Peor fue darse cuenta que Elion no soltó el agarre en ningún segundo. Louise permaneció mirando a todas esas personas animando con sus copas arriba, ignorando el hecho de que Elion no le dejó ir cuando intentó soltarse. Observó a Oliver, en una esquina a lo lejos tomando de a sorbos de su copa en silencio. “Suéltame, Elion. Por favor…” Desesperada se dijo a sí misma con la disminución de la euforia del público. ¿Interpretarían mal esta unión, o creerían como siempr
“¡Qué viva!” Se repitió al unísono con el alzamiento de las copas. Oliver se tomó la suya mucho antes de brindar, por lo que Louise se guardó por completo lo desconsiderado que fue al hacer eso.Por su parte, cumplió con el brindis tomándose un sorbo de su copa. La carismática mujer siguió dictando algunas cosas que no fueron de su interés, hasta que la música volvió a hacerse presente ésta vez con mucho más ánimo. Animando a todos a bailar en el centro del salón.—Finalmente, creo que es hora de que me vaya. Tengo negocios por atender. —Sonrió el príncipe a su lado dejando la copa encima de la bandeja de un sirviente que pasó apurado. —Espero que disfrutes la fiesta de principio a fin, Louise. Nos veremos en otra ocasión, seguramente tendrás mucho trabajo mañana.Co
—Esa vibra imperial tenía que sonarme de algo, tal parece que mis sentidos se equivocaron por una vez. ¡Pensé que eras una princesa! —“Ah, no digas eso…” Risitas salían sin parar de ella, invitando a Magnus a caer a sus pies por su interesante atractivo. —¿Qué te parece si te invito una pieza, después de que termines de comer? Bueno, ya casi estás por terminar.Maldita sea. —Odiaría ponerme en ridículo entre todas estas personas que perfectamente saben bailar. —Intentó rechazarlo de la forma más tranquila posible. —Es espléndido que me haya dado la oportunidad de pasar el tiempo con usted, pero esa es la única cosa que no puedo aceptar. Perdóneme.—Oh, no te disculpes, hermosa. No estaba obligándote, puedes estar tranquila. —Habló con amabilidad, Louise estaba aliviada. —P
—Definitivamente no tengo nada de suerte cuando se trata de príncipes. —Resopló entre risas sin gracia frente al espejo, en el que minutos después permaneció callada viendo su reflejo.Abrumada era poco para toda la mierda que sucedió.No tanto por las miradas, porque justo ahora no le importaba esa porquería. Pero sí que le molestaban de sobremanera. ¡La primera que escuchara reírse de que era una irrespetuosa por hablarle así a ese príncipe Magnus, la tiraría por las escaleras!“¡Ugh!” Exclamó golpeando el agua del lavamanos, salpicando todo. Quizás estaba siendo extremista, pero… nadie le iba a quitar la molestia por un buen rato.Unas cuantas respiraciones profundas después, y estuvo lista para ir al ataque otra vez. No muy segura, porque debía ser honesta con lo que sentía. &