—¿Vas a volver a hacer el mismo juego? —Inquirió el príncipe. En un rápido movimiento le acorraló contra la pared, a la vista de que cualquier persona que bajara o subiera, los observara. —Elion, suéltame. Alguien nos va a ver.
—No. Quiero hacerte saber que entiendo todo lo que me estás diciendo. Pero así como tú tienes tus propias razones para desconfiar de todo esto, yo tengo mi lógica para querer asistir a esa fiesta. Por mucho que no me importe tanto eso de ser importante dentro de la nobleza, ¿qué es esa mierda? —Bien, se rió un poco. —Me gustaría que pensaras sobre venir conmigo, aunque supongo que querrás verme fracasar frente a todos.
—Sería un honor ver eso si no estuviera tan al pendiente de lo que los demás piensan de ti como príncipe. —Él vaciló un poco pero asintió
¡De pronto, gritos y risas se mezclaron en uno solo! Manos temblaron detrás de su espalda e instintivamente sus pasos se fueron hacia atrás, tanto como su corazón saltó dentro de su pecho. Sus ojos se fijaron en Elion, parado en medio de las dos celdas con el ceño fruncido, de allí provenían las risas enloquecidas que congelaron todo el lugar.—¡T-TÚ! ¡DEBERÍAS ESTAR MUERTO!“¡Mierda!” Masculló al Dóminic ponerle una mano en el hombro. No perdió tiempo en mirarle a la cara en busca de una respuesta, pasaron segundos donde no pudo decir ni una sola palabra.Él se adelantó cuando le vio luchar entre los gritos dementes. —Se volvieron locos, tal vez de recibir tanto daño y sólo estar encerrados en este lugar.—Esto es digno de volverse un lunático… —Res
—¿Irás a la fiesta, no es así? —Dóminic se pasó una mano por el cabello bien peinado, hacia atrás. Los músculos de su espalda se flexionaron debajo de esa camisa adherida a él, la que llevaba debajo de la chaqueta de su uniforme particular que… apenas se daba cuenta no tenía. Louise no movió ni un solo músculo de su cara, pero respondió a su pregunta. —Dudo mucho asistir. —Se mordió la lengua en un acto de desconcierto. —Sigo con muchas dudas acerca de esa fiesta que puede hacerse en cualquier otro momento. Pero Noora, y su familia, están emocionados porque Elion asista. Todo por su… inexplicable decisión de presentarse con el Consejo. —Deberías hacerlo, no todos los días tienes la oportunidad de asistir a una fiesta privada plagada de nobles. —Le dijo con diversión, en un tono burlón que dejaba la vista lo ridículo que sonaba eso a sabiendas que Louise permanecía alejada de todo lo que tuviera que ver con… lujos. Y nobles, irónicamente. —Escucharás música en vivo, b
Pronto, se encontró cerrando su oficina con llave a eso de las once de la noche. Habiendo cenado con mucho gusto, para partir a primera hora de la mañana, era tiempo para terminar de organizar las pertenencias que llevaría a la fiesta. Y lo más seguro, es que se tuvieran que quedar allí hasta el día siguiente. No le gustaba eso. Encaminándose a su habitación, enumeró las cosas que ordenaría primero. Lo esencial… era el vestido que le tenía carcomiendo todo su interior. Incluso ahora, que estaba a unas pocas horas de irse de este lugar a un palacio desconocido, no tenía idea de qué vestido llevaría. ¡Igual, tampoco tenía muchas opciones de vestidos elegantes que todas esas nobles usarían! Louise resopló con una mueca y se abrazó a sí misma entre los pasillos. Todo era silencioso a esta hora, pero de esa forma, también se volvía tenebroso por el hecho de todas las cosas terribles que han sucedido por la noche. ¿Pensaba que en algún momento, saltaría Alan de la
—Si… sigues besándome de esa forma… uh... —Dijo ella recuperando la respiración perdida, bajo la sonrisa ladeada del príncipe. —Nunca… podré hacer mi equipaje… —Pese a eso, el príncipe le besó una vez más porque nunca podría parar. Pero sólo porque se lo decía con esa hermosa mirada, y sus labios rojizos lastimosamente llamándoles para comérselos a besos, se detendría. Por último, acarició los labios de Louise con su índice atrayendo una sonrisa a su propio rostro. —Sucedió de la nada… creo que deberías ponerte celosa más seguido. —Besos sonoros invadieron su audición, sonrojándole a más no poder con esas caricias plácidas. —Pero… ¿por qué no te ayudo con lo que necesites? Tendrás que ser… la mujer más hermosa de esa noche. Y me disculparás por lo que diré, pero estaré abierto a golpear a cualquier aristócrata que quiera tener lo que es mío. Serio se comportaba cuando estaba abierto ese tipo de cosas. Aquellas, que sin importar la situación, provocaban que su corazón
—Quiero… disfrutar de esa fiesta como cualquier otro. —Susurrando se acercó hacia ella, de lado, aceptando los pequeños besos que posó en su boca. Sonoros, y dulces. —Ella… me preguntó que si me sentiría cómodo estando sentado en una mesa especial para mí, pero me negué. —Un beso. —Prometió que habría una mesa para nuestra familia, pero creo pasar toda la noche fuera de ella. Louise acarició su cabello por un buen rato, hasta que bajó hacia su rostro. Delineando con precisión su mandíbula definida, su mirada yendo detrás de su propio dedo que, en silencio total, se dedicó a adorar la belleza de este príncipe. Y de pronto… —Estoy tan harta de ella. Escupió con tanto desagrado, pero no lo suficiente para tenerle un rencor insólito. La mueca en su rostro, y la forma en que apretó la piel suave de los labios del príncipe hizo que el castaño se quejara en alto. Para luego, sonreír egocéntrico unos segundos después. —Estás celosa. Pes
La reina tomó las manos del castaño para apretarlas con ligera fuerza, e incluso cuando el gesto le impresionó, no avistó ningún cambio en él. Sólo sus ojos intensos se quedaron prendados de la excéntrica mujer.—Tu maravillosa presentación no podía pasar por el suelo. Ésta es un evento único en la vida, ¡regresaste después de tantos años! ¡Eso sí que es impresionante! ¿Verdad que sí, mi amor? —Le habló a su esposo con emoción, casi podía asumir que estaba saltando diminuta en su sitio.Sin embargo, el rey apenas mostró signo de la misma emoción. Era el tipo de hombre con el que no quería pasar el rato por lo… exigente que se veía con simplemente desviar la mirada hacia un lado, arrogante.Tanta diferencia entre dos personas que convivían juntas, era agobiante
—¿Estará en su cuarto? —Le preguntó a la chica en el espejo con una mueca en su rostro. Con un ligero movimiento intentó ver su espalda pero apenas pudo ver las dos piezas que unían la parte superior, disconformes ante la nula presencia de las cintas que debían unirlas. Pues… era una estúpida broma si quería salir con el vestido mal puesto. ¿Sentarle bien? No tanto, el azul cielo no era su color favorito. ¡Pero era lógico que no saldría con ese vestido cayéndose en su espalda! A menos que quisiera iniciar una nueva tendencia de la cual todos se reirían. “Toc, toc, toc” Tocaron a su puerta, ella carraspeó antes de invitar a la persona a entrar. Sonriente porque ya sabía de quien se trataba cuando admiró el cabello castaño asomarse por la puerta, a través del espejo. —¡Pero bueno! —Exclamó la pelinegra dando la vuelta en la silla para mirar al príncipe caminar airoso por la habitación sacudiendo su chaqueta. —¿Desde cuándo te has visto t
Si seguían haciéndolo de ese modo, nunca serían capaces de llegar a esa fiesta a tiempo. Louise tuvo que hacer un tremendo esfuerzo por quitarse a ese príncipe besucón de encima. Tal se veía que los nervios le ponían amoroso en los últimos minutos, porque en cuanto salieron de su habitación procurando que no hubieran moros en la costa; le propinó un rápido beso. ¿Atolondrada? ¡Más que eso! —Cuando vayamos por allí, no tendré tanta libertad para besarte. ... ¡Ya! ¡No estoy hablando tan fuerte! —Discutió ante las reclamadas órdenes de guardar silencio que se entreveía en los ansiosos ojos redondos. —Eres mi buena suerte. Por favor, bésame. La desesperada petición resonó dentro de su corazón, invitando a su estómago a divulgar las malditas mariposas que hacían de su paciencia un fiasco totalmente. “Por última vez…” Insistió, con los ojos oscuros retratando su rostro con precisión, un cariño inigualable tintando sus ojos, al ver que no había ning