Era inevitable resistirme porque causaba estragos en mí. Tomé la punta de la trenza y comencé a jugar con ella mientras sonreía como estúpida, la pasé por los labios y no me importó el calor que comenzaba a hacer en el lugar, continué.
—No lo sé, señor lobo, pero no creo que sea nada bueno. Podría decir que en realidad no le causa la menor intención saber acerca de lo que es la medicina forense o qué hacemos en esa materia, solo lo dijo para que no me sienta mal—. Me encogí de hombros.
—¿Quieres una gomita para esa trenza que llevas haciendo desde hace horas? —Preguntó realmente interesado.
Asentí con una sonrisa en los labios.
Volvió a levantarse y sacó de una cajonera de la cocina unas gomitas rojas que reconocí inmediatamente: las mismas que traen el cereal en forma de pequeños dinosa
“Sexo: lo que sucede en diez minutos es algo que excede a todo el vocabulario de Shakespeare.” –Robert Louis Stevenson. ° ° ° Asher “Ya estoy en casa, a punto de cenar y con unas inmensas ganas de tomar el pijama para dormir. Estoy debatiéndome entre la necesidad de alimentarme o pedir esquina para dormir. ¡Auxilio!” –Aitana. Bajé de la motocicleta una vez aparqué frente a mi casa. Me quité el casco al terminar de leer el mensaje de texto y mientras pensaba una contestación caminé rumbo a la entrada; sin embargo, en el reflejo del móvil pude ver la enorme luna detrás de mí así que preferí sentarme en el jardín y observar el hermoso satélite que esa noche podía vislumbrarse. Regresaba a mi hogar cuando estaba por ser medianoche. Nunca había prestado tanta atención a las estrellas como esa noche de noviembre; la oscuridad me permitía ver el cinturón de Orión con mayor definición a tan solo una corta distancia de la luna. La vista a mediados de noviembre tiende a volverse espléndida.
Estaba por comenzar la clase, mi reloj marcaba las diez con diez de la mañana. Continuaba sentado y recargando las manos sobre el escritorio; a esta hora solía estar leyendo o, en mi caso, escribiendo la contestación que por la noche no había podido enviar.“Curiosa siempre has sido, no me lo tienes que decir, lo noté desde el momento en que comenzamos a platicar. Es decir, al día de hoy no encuentro otro motivo por el cual hayas creado un perfil en dicha aplicación —agregando información recientemente adquirida: que en ese entonces eras menor de edad— y en segunda, para que continuaras conversando conmigo.” –Asher.Pude imaginar su sonrisa, incluso el susto que debió causarle el que su celular sonara a mitad de la clase. Tenía pleno conocimiento de que Aitana no silenciaba sus notificaciones por miedo a que fuese algo importante, sin embargo, me decía que lo tenía a un nivel moderado.“¿Sabes que estoy en plena clase, cierto? Lo único que me salva de un posible regaño es que el prof
“El amor es tan solo una forma de tener a alguien que te llame cariño después de tener sexo.” –Julian Barnes. ° ° ° Asher —¿Te refieres a aquella que me recomendaste en su momento? —preguntó Aitana sin dejar de mover la pajilla y con el rostro más angelical que podría haber visto. —Sí, ese mismo que te dije, sino me equivoco, al principio de nuestras charlas nocturnas. —Eh… sí, bueno, digamos que no me sentí plenamente capaz de leer siquiera dos páginas y mira que lo sigo conservando en el celular. —Se encogió de hombros con la mirada aún en su bebida. —Dado que no te veo muy convencida de siquiera pasar de la página con el título, te explicaré sin tanto lujo de detalle. Un nuevo sorbo de café entró por mi boca tomándome el tiempo para saborearlo, aunque también servía para aprovechar esos segundos e intentar organizar con agilidad mis palabras, buscar una manera de que Aitana no pensara que era más pervertido de lo que ella podría soportar. Aunque hasta el momento no tenía quej
“El sexo sin amor sólo alivia el abismo que existe entre dos seres humanos de forma momentánea.” –Erich Fromm. ° ° ° Aitana Acomodé mi suéter color ocre que me había regalado mi hermana en mi cumpleaños, me encantaba porque en estos días era lo que más calentaba sin necesidad de llevar un saco; el pantalón era de mezclilla negro deslavado de las rodillas y para completar el outfit unas botas cafés que parecen tener un oso integrado para repeler el frío. —Debo irme a la Universidad, Sandy, pero prometo llegar temprano para acompañar a papá para despedirte al aeropuerto. —Hablé mientras bajaba las escaleras a toda prisa para no perder las últimas clases de viernes. —¡Te estaré esperando, hermanita! ¡Cuídate! Tomé mi mochila del sillón y las llaves de mi bonita carcachita para irme a clases. El día se había nublado y al parecer una lluvia se avecinaba, algo normal en estos días del mes. Yo odiaba solamente tener las últimas dos clases, porque significaba llegar a las doce del día y
“Es tan arriesgado creerlo todo como creer nada.” –Denis Diderot.° ° °Necesitábamos una de esas noches de chicas. Por primera vez sentía que estaba bastante perdida respecto a ellas y lo que esa tarde pude notar: primero, que Dana había tenido algo que ver con Adán, el chico intelectuoso que acudía al café muy seguido, pero casualmente llevaba días sin aparecer. Ahora entendí la razón. Y que Mariel y Bruno habían estado demasiado cerca, más de lo normal en todos los años de Universidad.—Me vale que tengan planes, hace semanas que no tenemos algo así solo para nosotras. Siento que ya me abren como un huevito kínder y yo soy el juguete del que de repente se acuerdan. —Hice una mueca triste.—¡Claro que no, no seas dramática, Tina! Pero ¿no crees es un poco apresurado todo esto? —Inquirió Mariel.—Un poco, sí, claro, por supuesto, pero extraño una noche así. Además, mi hermana se va de viaje en unas horas y yo estaré más sola que una lechuga… y, o sea, sí me gustan, pero no estar así
“El lobo se vestía con piel de cordero y el rebaño consentía el engaño.” –Mary Shelley.° ° °Asher—Pero, no estoy entendiendo ¿para qué coño te buscó? —Adriana estaba tan enojada y a la vez confundida como yo.—También creí lo mismo que tú, aunque al parecer solo le interesaba saber por qué el profesor de su hermanita no le permitía la entrada al salón. Lo que ella no sabía es que yo era ese profesor, tal vez lo notó cuando su hermana le dijo mi nombre.Nos sorprendía a ambos la aparición de Paula en mi vida, justo cuando vivíamos en total paz, cuando yo estaba tan tranquilo intentando reconstruir mi vida después de tantos años perdidos.—Asher, sigo sin entender cómo es que no te pudiste dar cuenta del nombre, seguro debiste notarlo cuando pasabas lista ¿o acaso no te molestaste en ver todos los nombres?—Azucena es hija de su padre con otra mujer, al parecer los padres de Paula se divorciaron tiempo después de… ya sabes. Solo tenían el primer apellido similar, pero nada más, obvia
AitanaLa noche con mis amigas fue como el aceite a mi motor, como comer unos chocorroles con coca cola porque me sentía llena de energía, con esas ganas de comerme el mundo. Las pláticas, risas, chistes, simplemente el tiempo con ellas me hacía olvidar un poco el vacío que ya sentía sin mi hermana durmiendo en casa. La vida mejoraba un poquito en su compañía.Llegué a la cafetería donde había tenido mi primera cita oficial con Asher. Durante toda la mañana no dejé de pensar en aquello que era tan urgente hablar, aunque una parte de mí estaba tranquila había algo que me hacía dudar que en realidad todo estuviera totalmente bien.En cuanto entré y me secaba un poco el agua que llevaba encima, pude verlo casi al fondo del local. Y supe que debía alejar todos mis pensamientos lejos donde no me impidieran disfrutar de él.Vistiendo una chamarra impermeable negra y sobre la mesa estaba el casco de la motocicleta que había visto estacionada frente al lugar… simplemente verlo arreglaba mi vi
“El sexo es el acto que cuando empieza, te hace subir a las estrellas y cuando termina te hace bajar a la realidad.” –Anónimo. ° ° ° —Esto no puede ser una noche increíble si no tenemos algo de música. ¿Tienes algo en mente o pongo lo primero que encuentre? —Inquirió con el teléfono en mano. —Creo tener algo para el momento. Tomé el teléfono y escribí la canción que había escuchado tiempo atrás, una de esas baladas que mueven el corazón: un amor para la historia de Gilberto Santa Rosa. No tardó mucho en sonar en los altavoces que estaban colgados en las paredes y Asher solo sonrió al escucharla porque, al parecer, también era una canción que él ya conocía. Volvió a tomarme entre sus brazos y los besos continuaron como queriéndome devorar por completo. Me encantaba su forma de ser rudo por momentos y de pronto cambiar a ser un hombre totalmente dulce. Sus caricias me hacían sentir como poco a poco me elevaba a la cima del lugar que sabía era solo de nosotros dos, uno que destiná