“El lobo se vestía con piel de cordero y el rebaño consentía el engaño.” –Mary Shelley.° ° °Asher—Pero, no estoy entendiendo ¿para qué coño te buscó? —Adriana estaba tan enojada y a la vez confundida como yo.—También creí lo mismo que tú, aunque al parecer solo le interesaba saber por qué el profesor de su hermanita no le permitía la entrada al salón. Lo que ella no sabía es que yo era ese profesor, tal vez lo notó cuando su hermana le dijo mi nombre.Nos sorprendía a ambos la aparición de Paula en mi vida, justo cuando vivíamos en total paz, cuando yo estaba tan tranquilo intentando reconstruir mi vida después de tantos años perdidos.—Asher, sigo sin entender cómo es que no te pudiste dar cuenta del nombre, seguro debiste notarlo cuando pasabas lista ¿o acaso no te molestaste en ver todos los nombres?—Azucena es hija de su padre con otra mujer, al parecer los padres de Paula se divorciaron tiempo después de… ya sabes. Solo tenían el primer apellido similar, pero nada más, obvia
AitanaLa noche con mis amigas fue como el aceite a mi motor, como comer unos chocorroles con coca cola porque me sentía llena de energía, con esas ganas de comerme el mundo. Las pláticas, risas, chistes, simplemente el tiempo con ellas me hacía olvidar un poco el vacío que ya sentía sin mi hermana durmiendo en casa. La vida mejoraba un poquito en su compañía.Llegué a la cafetería donde había tenido mi primera cita oficial con Asher. Durante toda la mañana no dejé de pensar en aquello que era tan urgente hablar, aunque una parte de mí estaba tranquila había algo que me hacía dudar que en realidad todo estuviera totalmente bien.En cuanto entré y me secaba un poco el agua que llevaba encima, pude verlo casi al fondo del local. Y supe que debía alejar todos mis pensamientos lejos donde no me impidieran disfrutar de él.Vistiendo una chamarra impermeable negra y sobre la mesa estaba el casco de la motocicleta que había visto estacionada frente al lugar… simplemente verlo arreglaba mi vi
“El sexo es el acto que cuando empieza, te hace subir a las estrellas y cuando termina te hace bajar a la realidad.” –Anónimo. ° ° ° —Esto no puede ser una noche increíble si no tenemos algo de música. ¿Tienes algo en mente o pongo lo primero que encuentre? —Inquirió con el teléfono en mano. —Creo tener algo para el momento. Tomé el teléfono y escribí la canción que había escuchado tiempo atrás, una de esas baladas que mueven el corazón: un amor para la historia de Gilberto Santa Rosa. No tardó mucho en sonar en los altavoces que estaban colgados en las paredes y Asher solo sonrió al escucharla porque, al parecer, también era una canción que él ya conocía. Volvió a tomarme entre sus brazos y los besos continuaron como queriéndome devorar por completo. Me encantaba su forma de ser rudo por momentos y de pronto cambiar a ser un hombre totalmente dulce. Sus caricias me hacían sentir como poco a poco me elevaba a la cima del lugar que sabía era solo de nosotros dos, uno que destiná
Yacíamos recostados y tapados con una sábana de satén blanco. Asher me tenía sobre su pecho y yo estaba encantada escuchando su corazón latir. —¿Ya debes irte, cariño? Revisé el teléfono y eran apenas las seis de la tarde; mi padre no había llamado, solo tenía unas cuantas llamadas de un número que no conocía. Ya había aprendido a no contestar esa clase de timbrazos, así que tenía todavía un buen colchón de tiempo. —Ninguna novedad por aquí así que lo dudo. Mi papá sabe que hoy es mi día libre en la cafetería. —Sonreí para después mirarlo a los ojos—. Así que ahora será un buen momento para conversar. ¿Qué era aquello que teníamos que hablar? Lo noté pensativo como queriendo recordar. —¡Ah, claro, ya! De todas las veces que te quedaste escuchando por teléfono, Aitana, ¿cuántas de ellas te tocaste pensando en mí? —Comentó después de darme un beso en la frente. Era curioso que eso fuera el tema tan urgente que debíamos tratar. —Esas cosas no se preguntan, querido, menos cuando tú
“Nunca estás en el lugar equivocado. A veces estás en el lugar correcto mirando las cosas de manera equivocada.” –Desconocido. ° ° ° Durante todo el camino hasta el restaurante que estaba más cerca de lo que pensé, repasé la historia que armé para disculparme por mi torpeza. Una simple mentira piadosa que me permitiera continuar con mi vida como yo deseaba. Bajé de la motocicleta al estar frente al gigante vitral multicolor que se me figuraba tanto a esas piezas que se encuentran en las iglesias. Aunque conocía bien la pintura que se plasmaba en el vidrio principal del lugar y es que fue el favorito de mi madre durante tanto tiempo: la noche estrellada del pintor Vicent Van Gogh. Sentí como si fuera una señal de que ella me acompañaba esa noche, que me daría tanta fuerza como siempre ocurría al encontrarme con algo que lograra recordármela. —Deseo que todo salga bien, conejita. Ve allá dentro y con toda la actitud. —El ojiverde tomó el casco que siempre me prestaba y besó mi frent
Pasaron unos cuantos minutos hasta que llegó la comida, mientras yo seguía guardando mi distancia del profesor que parecía querer asesinar a quien le dirigiera la palabra. Algo escribía en su celular y en ocasiones parecía sonreírle a la pantalla, así tal cual lo hacía cualquiera que estuviese enamorado, bueno, al menos alguien lo mantenía lo suficientemente ocupado como para impedir que hubiese una masacre en el lugar. La castaña colocó frente a mí un plato con su respectiva tapa que solía usarse para que los alimentos no se enfríen; lo descubrió y ahí estaba la más hermosa y por lo que se veía, deliciosa lasaña que probaría esa noche. Luego fue el turno del platillo del profesor Dorian y ¡voila! Ahí estaba la razón a las expresiones de ambos cuando ordené… como si fuese una réplica de mi platillo sobre el plato del comensal frente a mí. Casualidades, malditas casualidades del destino. En cuanto vi el plato descubierto dirigí la mirada al mío como intentando explicar de qué jodida
“Después de un tiempo aprenderás que el sol quema si te expones demasiado. Aprenderás incluso que las personas buenas podrían herirte alguna vez y necesitarás perdonarlas. Aprenderás que hablar puede aliviar los dolores del alma… Descubrirás que lleva años construir confianza y apenas unos segundos destruirla y que tú también podrás hacer cosas de las que te arrepentirás el resto de tu vida.” –William Shakespeare. ° ° ° Un mes después… —¿Estás segura de lo que pretendes hacer, Aitana? Mira que es el paso más grande, algo similar a si te fueras a casar. —Preguntó Dana intentando no morder la goma del lapicero que tenía en la boca, pero al parecer lo devoraría de ansiedad. Estábamos sentadas en las bancas grises acojinadas fuera de los cubículos que ocupábamos para el seminario de las prácticas profesionales. Debíamos reunirnos como cada semana para conversar acerca de los casos que atendíamos en el Bufete Cadent – Alarcón & Asociados. —No podría estar hablando más en serio, amiga
Coloqué el plato y la malteada sobre la mesa de Charly poco tiempo después y tomándola desprevenida. —Fue bueno que tus padres te enseñaran que a veces hay lobos vestidos de ovejas, que no todos dicen la verdad o que lo hacen a medias para poder obtener algo a cambio; te enseñaron, incluso, lo que es la humanidad y el apoyar a alguien que no posee lo mismo que tú y no lo digo para que se aprovechen, sino que de verdad… —guardó silencio unos minutos antes de verme directo a los ojos mientras masticaba un poco del pastel—. Esto que me estás proporcionando ahora me ayudará a no dormir con el estómago vacío. Si antes me sentí con ese hueco en el estómago, ahora comprendía sin necesidad de que fuese ella quien me lo dijera. Charly vivía en la calle y por eso el agua la había sorprendido, por eso su ropa se veía algo sucia, aunque no lo suficiente como para decir que dormía fuera de un techo. Ahora sí me sentía con la necesidad de cuestionar un poco más. —¿Eso quiere decir, Charly, que n