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Lara sintió un dolor en su cadera que se extendió rápidamente por todo su cuerpo. Tuvo que caminar por el cuarto para ver si al menos el calambre se detuviera, pero el efecto fue el contrario. Jadeó y se tuvo que sostener en el borde de la mesa cuando pequeñas gotas de sudor adornaron su frente.

Pero no era el dolor provocado por su cachorro, aun no era tiempo aun si se adelantaba, además no se parecía a las crisis anteriores. El problema ahora era que estaba terriblemente excitada y con su interior latiendo tan fuerte al punto de volverlo loco. La humedad corría por sus muslos de forma incómoda y espesa. Incluso si era virgen se comería al primer hombre que se le pasara por delante, le abriría las piernas y dejaría que la follara tan fuerte que no le permitiera pensar. Que la hiciera sentir tan llena y complacida. Rápidamente por entre sus piernas un líquido caliente comenzaba a caer en el suelo y ella solo pudo jadear lastimeramente.

Apretó sus puños. Qué demonios le estaba pasando.
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