12. Verte a los ojos

VILKANK

Tomó sus cosas y emprendió el viaje con más velocidad de la que había esperado, había tantas cosas que esperaba conocer, que esperaba comprender una vez que pudiera ver a Alisa en la realidad de su hogar. Tenía tantas ganas de ayudar a aquella especie y a aquel planeta que había sacado de las sombras antes de que dejara de existir en su totalidad, necesitaba tener esperanzas de que la información que recolectara ayudara a enviar un mensaje al Consejo para que pudieran tomar medidas reales sobre la amenaza inminente sorbe el planeta tierra. Caminaba con más velocidad, pero no sentía el cansancio, solo quería llegar a ese punto que se marcaba en sus mapas.

Fue intenso, pero logró llegar al lugar. Una inmensa cerca de metal cubría la entrada a lo que parecía un complejo de hogares tan grandes como aquellos de las galaxias cercanas reservados solo para los ricos. Era grande y bonito, pero estaba tocado por los desastre con gran evidencia, algunas de las casas habían cedido por completo dejando un cúmulo de desechos en las vías principales y cubriendo partes del espacio útil. Él trepó con facilidad aquella cerca y saltó al otro lado sin que nadie lo notara, caminó distraído por las casas que parecían muertas en el interior.

Observó con atención y se imaginó como se vería todo en un momento diferente, lo bonito que sería aquel lugar. El silencio era pesado a diferencia del asentamiento que tenía voces que se alzaban con fuerza. El mapa lo llevó hasta una de las casas en el lugar, caminó hasta quedar en lo que parecía la puerta al interior, se quedó allí sin saber cómo proceder. No había interruptores de notificación o algún otro modo de saber quiénes estaban dentro, buscó en su información algo que lo ayudara en esa situación hasta que supo que solo debía tocar la puerta usando sus nudillos. Con un suspiro él hizo exactamente eso.

Escuchó entonces algunos pasos apresurados en el interior, algunas voces apagadas y el sonido de puertas cerrándose. Esperó lo que pareció una eternidad, tenía encendida su pulsera de camuflaje al igual que el traductor universal, listo para contestar cualquier pregunta. La puerta sonó con un tintineo metálico antes de abrirse por fin, aunque no fue el rostro de Alisa el que estuvo del otro lado, eran dos machos quienes estaban allí. Intentaban parecer amenazantes, por lo que decidió ser amable y calmado.

-¿Quién eres tú?- Preguntó el macho más bajo -¿qué buscas aquí?

Lo miraban con atención, cada movimiento.

-Estoy buscando a Alisa Montéz- anunció él -mi nombre es Víctor Porter.

El silencio se hizo y ambos hombres abrieron los ojos impresionados. Se miraron entre ellos sin saber cómo proceder.

-¿Tienes algo que pruebe que eres Víctor Porter?- Insistió el macho de baja estatura.

-Lo siento- dijo él negando -pero soy yo. Estoy aquí porque fue Alisa con quien compartí la información que recolecté, ¿eso no es suficiente?

-¿Qué fue lo que le dijiste?- Siguió el macho.

Él procedió a relatar la información con muchos detalles hasta que los hombros tensos de los machos se relajaron.

-Pasa- lo invitó el segundo macho que hasta ese momento no había hablado.

Vilkank asintió antes de entrar en aquella vivienda, era lujosa y llena de colores. Cosas cómodas en todos lados, lo que era normal porque los humanos eran una especie que lucía bastante delicada como reflejo de su belleza. Dio unos pasos antes de escuchar como la puerta se cerraba a su espalda, ambos machos lo miraban con atención, él pudo notar que era mucho más alto y musculado que aquellos que estaban allí a su lado, lo miraban del mismo modo que los seres del asentamiento. Comprendía que él era mucho más alto que un humano regular y más musculoso a pesar de que era solo un científico no muy dado a los ejercicios.

-Espera aquí- le dijo el macho bajito antes de alejarse.

Lo vieron subir al piso superior y luego las voces de las hembras aparecieron. Su corazón se aceleró buscando con intensidad a la hembra que deseaba. Eran tres, bajaban las escaleras con confusión en sus miradas y una de ellas llevaba a una pequeña hembra en sus brazos. Lo notaron unos momentos más tarde, sus cuerpos se tensaron, él pudo notarlo, pero cuando el rostro de Alisa estuvo a la vista fue como si no existiera nada más que la hembra.

La observó mientras se acercaba, la curiosidad brillaba en el fondo de su mirada. Era más hermosa de lo que había llegado a suponer, su cuerpo reaccionó con tanta fuerza como temía y agradecía que su traje de camuflaje hiciera el mejor trabajo para ocultar esa evidencia. Pronto las tres hembras estuvieron frente a él, la pequeña se ocultaba en el cuello de su madre. El silencio se mantenía en la estancia.

-Este hombre vino a verte, Alisa- le dijo el macho que había regresado con ellas.

Ella lo miró confundida y se movió hacia él.

-¿Quién eres tú?- Preguntó ella con una voz tan delicada y hermosa como su imagen.

Sintió la necesidad de acercarse, tocarla, correr llevándosela a la intimidad de su espacio. No entendía cómo podía reaccionar de ese modo, pero su cuerpo no era suyo, era de ella a partir de ese momento y lamentaba comprender que las palabras de su hermano eran demasiado ciertas, Alisa sería suya. No lo dudaba, ella sería su pareja porque no habría modo en el universo en el que dejara ir a aquella dulce hembra lejos de sus manos.

-Soy Víctor Porter- anunció él. Pensaba que ella sonreiría y le daría la bienvenida, en cambio ella solo se tensó.

-¿Y qué es lo que haces aquí?- Soltó ella de pronto -¿cómo llegaste? ¿Cómo es que sabes mi ubicación? ¿Cómo sabías mi nombre completo? Son demasiadas preguntas y no puedo confiar en ninguna de tus respuestas. Eres un extraño.

De pronto todos los ojos lo miraron como una amenaza y él lamentó que ella lo viera de ese modo. Sintió la necesidad de acercarse a ella, pero sabía que aquello no sería bien visto, por lo que solo esperó y pensó en la mejor manera de responder las preguntas que le habían hecho.

-Lo entiendo, pero ese es mi nombre- dijo él -soy quien se comunicó contigo intentando contactar con alguien que pudiera ayudar. Llegué aquí caminando, cuando calculé las coordenadas de tus mensajes me di cuenta de que en realidad no estábamos tan lejos y sé tu nombre porque el internet todavía es un gran banco de información que no puede ser borrado.

El silencio se hizo presente de nuevo. Todas las miradas cayeron sobre Alisa.

-Pensé que habías dicho que no eras tan bueno en la informática y comunicaciones- acusó ella.

-No lo soy- convino él -fue mi hermano quien consiguió esa información. Él decidió quedarse en nuestro hogar en lugar de arriesgarse a venir aquí.

Alisa frunció el ceño antes de suspirar.

-¿Cómo es que este hermano no encontró los contactos de la NASA?- Siguió ella.

-No es tan sencillo.

-Pues yo sí logré hacerlo- le dijo ella con fuerza -y ellos me dijeron que no figuras en ninguno de sus registros. Así que estamos viendo a un fantasma o a alguien que está mintiendo.

-Yo no soy un científico de la NASA- convino él -nunca lo he sido. No figuro en los registros porque siempre fui muy reservado con mi información. Nunca me gustó eso de que la gente pudiera saber quién eras con el toque de un botón, así es como se roban tus descubrimientos.

Alisa lo miró unos segundos al igual que los demás. Las miradas de sospecha eran intensas.

-¿Por qué no le damos una oportunidad y movemos esta conversación a la cocina?- Intentó una de las hembras que solo lo había mirado, era la que no cargaba a la hembra pequeña.

Todos asintieron y comenzaron a moverse por lo que los siguió.

-Gracias- le dijo él a la hembra que caminó a su lado con lentitud.

-No nos decepciones- pidió ella con seriedad -no es tiempo de correr riesgos.

Y con esas palabras una nueva fase de interrogación inició.

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