Narrador: AldaraLa noche había caído como una manta pesada y silenciosa, envolviéndome en un profundo sueño apenas cerré los ojos. Sentía el cansancio en mis huesos después de todo lo que había pasado, pero era un cansancio extraño, uno que iba más allá del cuerpo, como si fuera un peso que llevaba dentro desde hacía años sin saberlo.Me encontraba en un lugar que no reconocía. El paisaje era brumoso, casi irreal. Frente a mí, un río oscuro serpenteaba bajo la luz de una luna llena, que brillaba con una intensidad sobrenatural. A pesar de no haber estado aquí nunca, algo en mí sentía que conocía este sitio, como si fuera un eco lejano de algo que había olvidado.Mis pies descalzos avanzaban por un suelo frío y húmedo, y con cada paso sentía una mezcla de familiaridad y desconcierto. El viento soplaba suavemente, trayendo consigo un aroma a hierbas y flores que me provocaba una extraña calma, a pesar de la inquietud que me llenaba. Pero entonces, a lo lejos, empecé a distinguir figura
Narrado por RagnarLa luna llena se alzaba en lo alto, bañando el bosque en un resplandor pálido que realzaba cada sombra, cada susurro entre los árboles. Había algo en esa luz que siempre había calmado mi espíritu, pero esta noche todo era distinto. No podía ignorar la tensión que sentía en mis músculos, el palpitar de algo oscuro y urgente en el fondo de mi pecho. Y sabía por qué. O, mejor dicho, *por quién*.Aldara.Ella era un enigma, una mezcla de poder y vulnerabilidad que había empezado a despertar algo en mí que hasta ahora había permanecido dormido. Mis sentidos estaban alerta, cada paso hacia ella era un recordatorio de que lo que sentía iba más allá de la simple atracción. Era instinto puro, una urgencia que, por más que intentaba reprimir, no desaparecía. Como si el mismísimo bosque la reclamara, y yo fuera el guardián que debía protegerla, aunque aún no comprendiera del todo por qué.Cuando la encontré, estaba en un claro, con la luna brillando sobre su figura. Aldara lev
Narrado por AldaraEl bosque tenía una quietud extraña esa mañana. Las hojas susurraban apenas en el viento, y el aire estaba cargado de algo que no alcanzaba a comprender, como si el mismo entorno estuviera ocultándome secretos que solo yo podía revelar. Había dormido poco, atormentada por sueños de voces y rostros borrosos que no lograba identificar, pero que, de alguna manera, sentía míos. Cada vez que intentaba recordar algo, las imágenes se disolvían como niebla, dejando solo una vaga sensación de pérdida.Decidí salir a caminar por el bosque, esperando que el aire fresco despejara mi mente. Cuanto más me adentraba entre los árboles, más fuerte era la sensación de estar siendo guiada hacia algún lugar. La idea me resultaba absurda, pero el impulso era demasiado intenso para ignorarlo. Las ramas crujían bajo mis pies, y un murmullo sordo parecía acompañarme, como un eco de algo antiguo.Después de un rato de caminar, llegué a un pequeño claro rodeado de helechos y arbustos espinos
Narrado por RagnarLa cabaña estaba en silencio, pero no en paz. La tensión era palpable, colándose por cada grieta y cada sombra, como si el mismo bosque hubiese cambiado desde la llegada de Aldara. Los otros lobos lo sentían; aunque no lo dijeran, cada mirada, cada murmullo apenas audible lo confirmaba. No había una sola noche en la que alguno de ellos no cuestionara la razón de tener a una extraña en territorio sagrado.Cuando entré en la sala principal, Marcus estaba allí, apoyado contra la pared, su postura rígida y sus brazos cruzados. No tenía que decir nada para saber que no estaba de acuerdo conmigo.—Marcus —lo saludé, aunque el cansancio se percibía en mi voz.Él me miró, con los ojos entrecerrados y los labios apretados en una línea dura.—Ragnar, sabemos que tienes tus razones… pero esto no puede seguir así. La manada está inquieta. ¿Cuánto tiempo más vamos a tener a esa chica aquí?Suspiré, acercándome al fuego, que crepitaba en la chimenea, lanzando sombras danzantes en
Narrado por AldaraEra tarde, y la cabaña estaba bañada en una penumbra suave, iluminada solo por la luz que se filtraba de la luna. No sabía qué me había llevado a buscar en la vieja biblioteca de la cabaña, ese rincón olvidado entre maderas polvorientas y cueros desgastados, pero algo me guiaba. Era como un impulso persistente que me pedía que escarbara en el rincón más oscuro, más profundo. Al fondo de la estantería, tras montones de papeles viejos y libros deshojados, mis dedos tropezaron con algo distinto.Era un libro antiguo, más grueso que los otros, con una cubierta de cuero gastada y oscura, decorada con símbolos extraños. La piel del libro era suave al tacto, y a la vez, parecía irradiar una energía que me atravesaba como si cada símbolo grabado en su superficie me estuviera llamando. Cuando lo abrí, el olor a pergamino antiguo me golpeó, impregnado de misterio y… algo más, algo familiar. Un escalofrío recorrió mi cuerpo.—¿Qué eres? —susurré en voz baja, pasando la yema de
Narrado por Ragnar
Narrado por AldaraEl bosque estaba en silencio, un silencio que me pesaba en el pecho como si cada sombra entre los árboles conspirara para sofocarme. Ragnar había insistido en que no me alejara demasiado de las cabañas, pero la inquietud dentro de mí era demasiado grande para ignorarla. Había algo en estos árboles, en este aire, que parecía susurrar mi nombre. Algo me llamaba.Caminaba con cuidado, tratando de no hacer ruido. La luz del sol apenas se filtraba a través del espeso follaje, creando un juego de sombras y luces que transformaba cada rama en una figura amenazante. Llevaba conmigo una vieja daga que había encontrado en una de las cabañas, más como un consuelo que como una herramienta útil. No sabía luchar, pero la hoja fría contra mi mano me hacía sentir un poco menos vulnerable.Entonces, lo sentí.Era como una presión en el aire, algo pesado y opresivo que me erizó la piel. Me detuve en seco, conteniendo la respiración. Fue en ese instante c
Narrado por RagnarEl aire de la sala del consejo estaba cargado. Podía sentirlo en cada mirada fija y en cada susurro apagado que se deslizaba entre los miembros reunidos. La cabaña del consejo, la más grande de todas, estaba iluminada únicamente por el fuego de la gran chimenea central, que proyectaba sombras danzantes en las paredes de madera. Era un espacio solemne, reservado para decisiones de gran importancia, y hoy el peso de esa importancia recaía sobre mí.El consejo de ancianos de la manada estaba compuesto por los lobos más viejos y sabios, o al menos así se autoproclamaban. Sentados en un semicírculo frente a mí, sus rostros estaban marcados por arrugas, pero también por una dureza que solo los años de liderazgo podían esculpir. Cada uno tenía su propio rol, pero en este momento, todos parecían unidos en su descontento hacia mí.—Ragn