Narrado por AldaraEra tarde, y la cabaña estaba bañada en una penumbra suave, iluminada solo por la luz que se filtraba de la luna. No sabía qué me había llevado a buscar en la vieja biblioteca de la cabaña, ese rincón olvidado entre maderas polvorientas y cueros desgastados, pero algo me guiaba. Era como un impulso persistente que me pedía que escarbara en el rincón más oscuro, más profundo. Al fondo de la estantería, tras montones de papeles viejos y libros deshojados, mis dedos tropezaron con algo distinto.Era un libro antiguo, más grueso que los otros, con una cubierta de cuero gastada y oscura, decorada con símbolos extraños. La piel del libro era suave al tacto, y a la vez, parecía irradiar una energía que me atravesaba como si cada símbolo grabado en su superficie me estuviera llamando. Cuando lo abrí, el olor a pergamino antiguo me golpeó, impregnado de misterio y… algo más, algo familiar. Un escalofrío recorrió mi cuerpo.—¿Qué eres? —susurré en voz baja, pasando la yema de
Narrado por Ragnar
Narrado por AldaraEl bosque estaba en silencio, un silencio que me pesaba en el pecho como si cada sombra entre los árboles conspirara para sofocarme. Ragnar había insistido en que no me alejara demasiado de las cabañas, pero la inquietud dentro de mí era demasiado grande para ignorarla. Había algo en estos árboles, en este aire, que parecía susurrar mi nombre. Algo me llamaba.Caminaba con cuidado, tratando de no hacer ruido. La luz del sol apenas se filtraba a través del espeso follaje, creando un juego de sombras y luces que transformaba cada rama en una figura amenazante. Llevaba conmigo una vieja daga que había encontrado en una de las cabañas, más como un consuelo que como una herramienta útil. No sabía luchar, pero la hoja fría contra mi mano me hacía sentir un poco menos vulnerable.Entonces, lo sentí.Era como una presión en el aire, algo pesado y opresivo que me erizó la piel. Me detuve en seco, conteniendo la respiración. Fue en ese instante c
Narrado por RagnarEl aire de la sala del consejo estaba cargado. Podía sentirlo en cada mirada fija y en cada susurro apagado que se deslizaba entre los miembros reunidos. La cabaña del consejo, la más grande de todas, estaba iluminada únicamente por el fuego de la gran chimenea central, que proyectaba sombras danzantes en las paredes de madera. Era un espacio solemne, reservado para decisiones de gran importancia, y hoy el peso de esa importancia recaía sobre mí.El consejo de ancianos de la manada estaba compuesto por los lobos más viejos y sabios, o al menos así se autoproclamaban. Sentados en un semicírculo frente a mí, sus rostros estaban marcados por arrugas, pero también por una dureza que solo los años de liderazgo podían esculpir. Cada uno tenía su propio rol, pero en este momento, todos parecían unidos en su descontento hacia mí.—Ragn
Narrado por AldaraEl día amaneció gris. Las nubes, pesadas y espesas, cubrían el cielo como una manta opresiva, y el aire estaba impregnado de un olor extraño, a tierra mojada y a algo más... algo antiguo y familiar. Desde que abrí los ojos aquella mañana, un peso invisible se había instalado en mi pecho. Una sensación persistente de inquietud, como si el bosque mismo me estuviera llamando, susurrando palabras que no podía entender.Intenté ignorarlo al principio. Me quedé en la cabaña, junto al fuego, mirando cómo las llamas bailaban con un brillo hipnótico, pero el zumbido en mi cabeza no cesaba. Era un tirón sutil, un hilo invisible que parecía tirar de cada fibra de mi ser, arrastrándome hacia el exterior.—Solo son nervios —murmuré en voz baja, más para convencerme a mí misma que para otra cosa.No funcionó. La sensación aumentó con cada minuto que pasaba. Era como si el bosque tuviera un latido, uno que resonaba en sincronía con el mío. Mi piel hormigueaba, y un sudor frío empe
Ragnar no apartaba su mirada de la mía, y en sus ojos había una mezcla de determinación y miedo. Era como si él también estuviera luchando con lo que veía frente a sí.—Eres una bruja, Aldara —dijo finalmente, su voz ronca, casi un susurro, pero cada palabra me golpeó como un trueno.—No puede ser... —intenté retroceder, pero sus manos me sostuvieron con suavidad, como si temiera que me rompiera.—Lo sabes —insistió—. Lo sientes.Y lo sentía. Un calor que parecía provenir de mi propio pecho, que irradiaba por mis venas como un fuego que no quemaba, pero que tampoco podía ignorar. Algo se había despertado dentro de mí, algo que siempre había estado allí, escondido bajo capas de negación y olvido.—¿Por qué ahora? —pregunté, mi voz temblorosa—. ¿Por qué siento esto ahora?Ragnar suspiró y apartó la mirada por un momento, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras.—Porque el bosque te está reclamando. Tu magia, tu esencia... todo lo que eres. Este lugar tiene memoria, Aldar
Narrado por RagnarEl bosque parecía contener la respiración, como si cada rama y hoja estuviera expectante de lo que estaba por venir. Mi instinto de alfa rugía dentro de mí, exigiendo que protegiera a Aldara a cualquier costo. Apreté los puños, sintiendo la transformación acechando bajo la superficie de mi piel. Pero no podía permitir que la bestia tomara el control todavía. No sin saber contra qué nos enfrentábamos.—Quédate detrás de mí —le ordené a Aldara, mi voz baja y firme.—¿Qué es eso? —preguntó ella, su tono tembloroso pero curioso, como si estuviera intentando comprender algo que su mente apenas podía procesar.El aire se había vuelto más denso, cargado de una energía que no era natural. Podía sentir el peso de la magia oscura en el ambiente, una presencia que e
Narrado por RagnarLa luna llena colgaba alta en el cielo, bañando el bosque con una luz plateada. Mi manada estaba reunida en el claro principal, cada rostro lleno de tensión y expectación. Esta reunión no podía ser evitada; las palabras de la figura encapuchada y la creciente incertidumbre sobre Aldara habían llegado a oídos de los lobos más ancianos. Ahora, todos querían respuestas, y yo debía proporcionarlas como alfa.Aldara estaba oculta en una de las cabañas, protegida por dos de mis lobos más leales, pero sabía que esto no era una solución permanente. La manada necesitaba confiar en mí, y yo debía enfrentar sus dudas antes de que la discordia se extendiera como un veneno.—¡Alfa! —la voz de Viktor, uno de los lobos más veteranos, rompió el silencio. Su tono era grave y acusatorio—. Has traído una desconocida a nuestras tierras, y no cualquier desconocida. Sabemos que no es humana.—¿Y si es una amenaza para la manada? —intervino Freya, su mirada penetrante reflejando el miedo