—Adivina —digo a Román con una sonrisa, él me mira con curiosidad.
—Creo que adivinar nunca ha sido una de mis virtudes —dice, yo ruedo los ojos.
—Voy a volver a estudiar —digo emocionada, él abre los ojos sorprendido y luego sonríe.
—¿Cómo lo convenciste? —pregunta, a mi mente vienen las imágenes de lo que hice para convencerlo, pero solo me encojo de hombros.
—Se lo pedí solamente —digo, Román me mira con una ceja alzada.
—¿Solo así?, bueno la verdad no me sorprende, ya le has vendido tu alma —dice, yo no digo nada, la verdad para muchos es venderle el alma al diablo, pero yo no tengo pensado quedarme toda la vida ahí, quiero ir a la universidad y vivir mi propia vida, no quiero ser la secretaria de un narco.
E
—¿Tú lo hiciste? —digo cuando él abre la puerta, levanta una ceja.—Hola, ¿qué tal? —dice, yo ruedo los ojos, Alex se hace a un lado para que yo entre.—¿Tú enviaste a los chicos a hacer un encargo? —pregunto, él se encoge de hombros, me doy el tiempo de mirarlo, solo esta vestido con un pantalón, su torso esta descubierto, un pecho marcado, casi lleno de tatuajes, y eso me desconcentra, muevo la cabeza.—Ellos trabajan para mí, deben hacer contestar cuando yo los llamo —dice.—Si pero Román dijo que hoy se suponía no les tocaba a ellos —digo, él rueda los ojos.—Les toca cuando se me da la puta gana —dice molesto, intento calmarme, la verdad el hecho de que los haya mandado a trabajar solo para que yo viniera, me molesta,
Algunos rayos me despiertan, por un momento me desoriento un poco, yo dormía para el otro lado de la ventana y me había dado el tiempo de dejar bien tapado, así en las mañanas cuando había un sol intenso, no me despertaran, pero hoy era diferente, un calor emanaba a mi estomago de forma penetrante, abro los ojos confundida y me sorprendo al ver un brazo sobre mi abdomen.Miro hacia atrás, la cara del demonio, sus ojos cerrados, y una expresión de completa calma en su rostro, me recuerdan todo lo que paso la noche anterior. Me muerdo el labio sonriendo.Anoche, había sido la mejor de mi vida, lo habíamos hecho al menos tres veces, en diferentes partes de su casa, habíamos terminado agotados en su cama, y era la razón del porqué yo estaba despertando aquí. Saco su brazo con cuidado, siento unas inmine
Alex había insistido en irme a dejar al departamento, y no había tenido mucho chance de negarme, él había sido tajante con eso, pero por más que pedí no encontrarme con Román, cuando llegamos al edificio, este estaba saliendo de el. Se quedo atento al auto, seguramente su primer pensamiento fue que el demonio lo estaba buscando, pero cuando me vio bajar del lujoso auto, su cara se desfiguro.Acababa de comprobar que yo esta más que involucrada con el demonio, y probablemente recibiría un sermón.—Nos vemos en la oficina, nena —dice Alex, al momento de cerrar la puerta, no le respondí nada, ahora, aunque pareciera tonto, solo podía pensar en lo que diría Román.—Hola —digo cuando llego a su lado, él da media vuelta y sin decir nada más, entra al edificio. Suspiro pero me decido a seguir
—No sé que has hecho, pero sé que algo te traes entre manos, niñita —dice Jimena cuando paso hacia mi escritorio, ella esta esperando para entrar, yo me la quedo mirando sorprendida.—¿Qué? —pregunto, ella rueda los ojos.—No te hagas la tonta —dice.—No sé de que hablas, y la verdad no me interesa —digo, sigo caminando pero ella me toma del brazo.—Por alguna razón estás teniendo privilegios, y eso no nos gusta aquí, sabemos que te estás acostando con el jefe —dice, yo levanto una ceja.—¿No les gusta? O ¿no te gusta? ——No te hagas la lista conmigo —dice, yo río.—Yo no me hago la lista, yo soy lista —le digo guiñándole un ojo, ella me mira muy enoj
—Quizás hoy —dice él.—En la tarde tengo que hacer algunos trámites —digo, él asiente.—Hay algo que me ronda la cabeza —dice mirándome fijamente, me descubrió—. ¿Qué edad tienes? —pregunta, yo suspiro y de seguro lo estoy mirando de forma aliviada.—Dieciocho —digo, él asiente.—Lo supuse, por lo menos eres legal, la cárcel no me gusta mucho —dice él riendo, yo también río—. Eres muy bonita, y tu cara solo demuestra juventud, te ves de esa edad, bueno soy mayor que tú, podría ser tu suegra —dice él levantando las cejas, yo me río.—Me gusta mantenerme sola, pero gracias por la oferta ——Entonces, ¿cuándo me darás el placer de s
Llevaba más de una hora en el gimnasio de mi departamento, no podía dejar de pensar en lo que había sucedido hoy, de como al tirarme a esa mujer, solo había pensado en ella. No entendía nada, no sabía qué es lo que me pasaba con Aria. Si, era hermosa, pero muchas mujeres lo eran.Ver a mi hermano intentando ligar con ella, me hizo enojar, ella no lo conocía, no es que yo fuera un santo, era peor que él, pero Max tenía unos gustos que no cualquier mujer compartía, y yo estaba seguro que ella no los compartía.Por otro lado me había comportado como un idiota, había llamado a esa mujer, le había mostrado frente a sus narices que me la había follado.¿Por qué te preocupas?Ustedes no son nada, solo follaron.Claro,
Hoy me iba a juntar con el hermano de Alex, habíamos quedado a la salida del almuerzo. Estaba nerviosa, no sabía ni lo que estaba haciendo, ¿Era correcto salir con su hermano?Probablemente no lo era, teniendo en cuenta que él también gobernaba un imperio mafioso, pero quizás él era más amable e humano que Alex.Pero a quién quieres es al demonioMuevo la cabeza, hoy en la mañana, Alex había llegado a la oficina antes que yo, no había salido de su oficina, ni tampoco me había llamado, al parecer estaba solo y ninguna mujer entro a su oficina.Eso en parte me hacía sentir bien, y no debería hacerlo.Me habían asignado un nuevo computador, uno más nuevo, no había venido el demonio personalmente a dej&aacu
Estábamos comiendo con Max, me había llevado a un sitio muy lujoso, el nombre de las comidas era demasiado raro, y yo no tenía idea de qué elegir porque no conocía nada, es decir, no sabía que contenían.Max se había dado cuenta de esto, lejos de reírse como creo habría echo Alex, él me explico que contenían los platos y cuál podría gustarme. Había sido muy atento en todo.Me había acompañado a la notaría, me había asesorado, y yo me sentía realmente cómoda con él. Si en un principio dude en salir con él, ahora estaba completamente agradecida de haber accedido.—¿Qué tal está? —me pregunta, yo asiento. La carne que me había recomendado, estaba exquisita, estaba bañada de una salsa que definitivamente era de otro mundo.—Muy rico, era muy buena o