—Quizás hoy —dice él.
—En la tarde tengo que hacer algunos trámites —digo, él asiente.
—Hay algo que me ronda la cabeza —dice mirándome fijamente, me descubrió—. ¿Qué edad tienes? —pregunta, yo suspiro y de seguro lo estoy mirando de forma aliviada.
—Dieciocho —digo, él asiente.
—Lo supuse, por lo menos eres legal, la cárcel no me gusta mucho —dice él riendo, yo también río—. Eres muy bonita, y tu cara solo demuestra juventud, te ves de esa edad, bueno soy mayor que tú, podría ser tu suegra —dice él levantando las cejas, yo me río.
—Me gusta mantenerme sola, pero gracias por la oferta —
—Entonces, ¿cuándo me darás el placer de s
Llevaba más de una hora en el gimnasio de mi departamento, no podía dejar de pensar en lo que había sucedido hoy, de como al tirarme a esa mujer, solo había pensado en ella. No entendía nada, no sabía qué es lo que me pasaba con Aria. Si, era hermosa, pero muchas mujeres lo eran.Ver a mi hermano intentando ligar con ella, me hizo enojar, ella no lo conocía, no es que yo fuera un santo, era peor que él, pero Max tenía unos gustos que no cualquier mujer compartía, y yo estaba seguro que ella no los compartía.Por otro lado me había comportado como un idiota, había llamado a esa mujer, le había mostrado frente a sus narices que me la había follado.¿Por qué te preocupas?Ustedes no son nada, solo follaron.Claro,
Hoy me iba a juntar con el hermano de Alex, habíamos quedado a la salida del almuerzo. Estaba nerviosa, no sabía ni lo que estaba haciendo, ¿Era correcto salir con su hermano?Probablemente no lo era, teniendo en cuenta que él también gobernaba un imperio mafioso, pero quizás él era más amable e humano que Alex.Pero a quién quieres es al demonioMuevo la cabeza, hoy en la mañana, Alex había llegado a la oficina antes que yo, no había salido de su oficina, ni tampoco me había llamado, al parecer estaba solo y ninguna mujer entro a su oficina.Eso en parte me hacía sentir bien, y no debería hacerlo.Me habían asignado un nuevo computador, uno más nuevo, no había venido el demonio personalmente a dej&aacu
Estábamos comiendo con Max, me había llevado a un sitio muy lujoso, el nombre de las comidas era demasiado raro, y yo no tenía idea de qué elegir porque no conocía nada, es decir, no sabía que contenían.Max se había dado cuenta de esto, lejos de reírse como creo habría echo Alex, él me explico que contenían los platos y cuál podría gustarme. Había sido muy atento en todo.Me había acompañado a la notaría, me había asesorado, y yo me sentía realmente cómoda con él. Si en un principio dude en salir con él, ahora estaba completamente agradecida de haber accedido.—¿Qué tal está? —me pregunta, yo asiento. La carne que me había recomendado, estaba exquisita, estaba bañada de una salsa que definitivamente era de otro mundo.—Muy rico, era muy buena o
—Cuando gemías mi nombre, parecía que eras mía —dice Alex abrochándose los pantalones, yo me puse el pantalón y el sujetador, teniendo en cuenta que no tengo una blusa para salir.—Pues, pensaste mal, porque yo podría gemir el nombre de cualquier hombre, pero eso no significa que sea de él —digo, él se encoge de hombros.—Estabas gimiendo mi nombre, por lo que sí, eres mía —dice, yo ruedo los ojos, sé que lo esta haciendo para fastidiarme.—Piensa lo que quieras, pero no es así —digo, me mira el pecho—. ¿Ahora cómo voy a salir? ——Tendrás que quedarte en mi oficina todo el día —dice.—¿Cómo voy a hacer eso si tengo que trabajar? —digo alto, Alex hace un ademán de taparse los oídos.—Estoy justo a tu lado, no es nece
—¿Hoy tienes escuela? —pregunta, luego frunce el ceño—. Me siento como si estuviera con una escolar ——Bueno, lo estás, solo tengo dieciocho —digo rodando los ojos.—Tienes razón, ¿luego nos vemos en tu nuevo departamento? —pregunta, ahora es mi turno de fruncir el ceño.—¿Cómo sabes? ——Nena, ¿te olvidas de quien soy? —dice levantando una ceja.—Claro que no, ¿me seguiste? ——No, yo no —guiña un ojo—. Aunque me molesta que hayas ido con Max, y ahora él sabe dónde vives —dice.Me tiro en su sofá, Alex había mandado a uno de sus choferes, a buscarle una camisa y una blusa para mí, no sé de donde la sacaría, es decir, si acaso la iba a comprar o no, solo esperaba que fuera una bonita y que me quedara.<
Alex me había mandado a pedir ropa, así que ahora estábamos saliendo de su edificio para ir al trabajo.—Te queda bien —me dice, yo asiento.—Todo me queda bien ——Bueno doña vanidosa, vamos —Alex toma sus llaves y salimos del edificio, cuando llegamos a la empresa, siento un pequeño sudor frío en mi espalda cuando veo que Max esta entrando al edificio, no digo nada, hago como que no lo vi, Alex parece no haberlo visto porque no dice nada y mientras vamos subiendo por el ascensor, todo mi cuerpo comienza a sudar frío.—¿Estás bien? —pregunta Alex, yo le doy una mueca que se supone era una sonrisa.—Si —Las puertas se abren y el demonio me deja pasar primero, un pie afuera, y los ojos de Max directamente en los míos.—Fui a tu departamento a buscarte pero no estabas —me dice, cuando voy
—¿De qué hablas? —le pregunta Max al demonio—. Tú eres el puto demonio, ella no es como tú —dice apuntándome, la verdad eso me molesto, el hecho de que él pensara que yo no podía hacer nada malo. Me molestaban mucho los hombres que creían que las mujeres teníamos que ser blancas palomas, a algunas nos embargaba una oscuridad que aunque fuera provocada, ahí estaba.—No me conoces, no hables de mí como si lo hicieras, no sabes las cosas que he hecho, lamentablemente tu hermano y yo somos iguales, no intentes hacerte una idea errónea de mí —digo, Max me mira sorprendido por mis palabras, de hecho yo también lo estoy. Salieron con tanta fuerza que resultaron un poco intimidantes.—Te lo dije hermanito, ¿Te acuerdas cuándo me decías que nunca encontraría una buena mujer? —dice Alex, yo lo miro, sus ojos
Alex se había tomado muy en serio sobre lo de reinar juntos, yo ya no era su secretaria, había pasado un mes desde que habíamos oficializado la relación, íbamos bien, de hecho demasiado bien.Román no había aprobado la relación, se había enojado tanto conmigo que me había echado de su departamento llamándome zorra.Me había dolido.Pero no iba a aguantar que él me tratara así y ahora que tenía cierto poder sobre el demonio iba a pedirle que dejara libre a los chicos.—Hola preciosa —saluda Alex cuando entro a su oficina, camino hacia él y me siento en sus piernas.—Te fuiste temprano —digo, él asiente y me da un beso en los labios.—Tuve una reunión temprano, hablando de reuniones, hay una cena en la noche, tenemos que ver lo que vamos a presentar —dice, yo asiento.&md