Nadie se movió dentro ni fuera de la habitación. Solo eran espectadores sufriendo los cambios bruscos de temperatura, de la loba que caminaba con paso seguro hacia el único lobo de cabellos rojos. Layan tampoco se movió. Su cuerpo pesaba, se sentía embelesado y asombrado.
La imagen de Priscila delante de él era cautivadora, hermosa, admirable y todos los adjetivos que pudiera ponerle. Las feromonas de ella eran dulces y eran para él, se envolvían a su alrededor atrayéndolo para ponerse a sus pies, y él estaba cediendo.
Su pecho latió, ha así se sentía estar enamorado de alguien. Que no importaba si la piel de la loba estaba surcada de feas líneas negras, que pareciera terrorífica para los demás. Para él era el ser más perfecto sobre la faz de la tierra. Suya.
-Mía- murmuró con voz grave extendiendo la mano como en trance cuando ella se acercó.
Priscila puso su mano sobre la de él y se dejó arrastrar hasta el pecho duro que subía y bajaba rápido po
La primera vez que Layan había visto a Nebraska solo había una palabra para describir su emoción.Impresionante.Él era un lobo que no se asombraba fácilmente con las cosas de la vida. Había vivido más de 700 años, pasado por una gran guerra, perdido a casi toda su familia asesinada delante de él, viendo a su hermana sumida en la locura, convertirse en el jefe del Consejo; por lo que a esa altura no se imaginó que algo interesante pasara en su vida. Incluso había pensado en los cachorros dada su edad, más ya también había perdido el interés. Las lobas las veía demasiado comunes para alguien como él que había sido bendecido con demasiado poder.Pero cuando había visto a Nebraska algo dentro de él se removió por lo que además de necesitar su poder ansió algo más en el fondo de él. Solo no se
Layan era un lobo que muchos nunca sabían cómo tomarlo. Algunos pensaban que era muy cruel, otros que era desconsiderado, otros un prepotente por el lugar que tenía entre todas las manadas, otros que era un lobo valiente, o un ejemplo a seguir. Pero la verdad muy pocos habían visto realmente quien era él. Además de tenerle miedo por todo el poder que poseía y que muchas veces hacía gala de él.En el fondo y aunque muchos pensaban que no, para él las personas que le eran importantes estaban en primer lugar. Podía ser amable cuando lo quería, muy cariñoso, empalagoso si se lo proponía, así mismo como frío, o hasta distante. Era alguien con un humor muy variable en la realidad, aunque con aquellos que quería intentaba ser lo más agradable posible. Y si esta persona era a quien amaba hasta daría su vida y la mimaría hasta hastiarse. Como había planificado hacer con Priscila.Después de haberla tratado duramente al inicio se había propuesto ser ahora todo un caballero con ell
Los gemidos salían de la boca de Priscila apenas cubierta por su mano. La estimulación de su cuerpo, más las feromonas, más el celo no la dejaba pensar. Cada zona done Layan tocaba, donde lamía, donde mordía era como si fuera una fibra nerviosa y eso hasta cierto punto la asustaba, pero estaba tan inmersa en el placer y en la necesidad de ser llenada que apenas podía percatarse de eso.Dos lágrimas corrieron por sus ojos y pronto fueron lamidas del costado de estos. Layan se alzó sobre ella soltando uno de sus pezones y le besó la frente.-¿Por qué llora tan temprano mi loba?- él le volvió a morder la punta de la nariz y dejó un beso tierno en sus labios- Todavía no hemos entrado en la mejor parte- le sonrió en consuelo.Priscila apenas podía pensar como para responderle aquello solo le correspondió el beso. Layan se separó después de dejarla agitada para desplazarse a sus pechos donde había dejado varias marcas de mordidas y besos. Los pezones los había deja
El plan inicial era que él haría su loba volverse loca y follarla hasta que ella perdiera la cabeza por completo, no que ella le estuviera haciendo perder la cabeza a él. Layan tenía cada músculo de su cuerpo tenso y se marcaban en sus brazos y pechos las venas, su erección palpitaba tan dolorosa que juraba que estaba de un peligroso rojo y más grande que lo que él la recordaba, y la maldita de su loba solo seguía jugando con él. Llevándolo a la puerta de la locura para no dejarlo cruzar.Los ojos de Layan picaban y sentía como el lobo dentro de él quería tomar el control y acabar con la loba debajo de él y enterrado hasta la base enseñarle quien mandaba. Pero no, esa noche Priscila era de él, solamente de él y no dejaría que nadie arruinara eso. Por lo que enrolló su brazo alrededor de la estrecha cintura de la loba presionándola
Layan ya no podía más, quería que su pareja se moviera, que supiera que era el verdadero placer mas no se movió.-Pris- la llamó con cariño usando el diminutivo de su nombre.Ella dejó caer su cabeza hacia un lado y lo miró. Su rostro se notaba tranquilo, aunque un notable sonrojo mostraba que ella también estaba casi al borde de la locura.-Muévete amor- Layan le sonrió acariciando la cadera de ella- Yo te ayudo- sus manos se envolvieron a cada lado de su cintura.Priscila puso sus manos sobre el abdomen de él como soporte. Ya no sentía dolor, pero no estaba acostumbrada a tener algo tan profundo dentro de ella y era incómodo y extraño. Era como sentirse llena, pero a la vez picando y que no cesara la sensación. Y dejándose guiar por las manos de Layan se dejó levantar un poco y se estremeció ante aquello grueso que sal&iac
Layan abrió su boca dejando que sus colmillos soltaran la piel tierna e irritada que antes estaba en ella. Bajo él, el cuerpo de Priscila se desplomó completamente inconsciente. No sabía cuánto tiempo había estado así, mordiendo su piel y marcándola como suya, pero su nudo ya comenzaba a ceder en el interior de ella.Había sido intenso. Un celo corto como era el primero, pero más potente de lo que se imaginó. Lo mejor era que ahora su cachorra era completamente suya. Priscila ahora era su compañera. Su futura reina y la loba que daría a luz a sus cachorros.Como no sentirse feliz por eso. Con una sonrisa comenzó a lamer su cuello ahora rojo y lleno de marcas de besos, mordiscos, arañados provocados por él. Ya no había rastro de la esencia de Kei por ningún lado. Se había asegurado de eso marcándola tanto por fuera como llen&a
Layan, Layan, Layan-LAYAN- los ojos de Priscila se abrieron de golpe para después- AAAAAAAAAAAHHHHHHH- un grito desgarrador salió de su boca dejando salir todo el aire de sus pulmones.-¿Priscila?-escuchó una voz familiar, pero ella no pudo atenderla, ni siquiera enfocar a quien se había sentado al lado de ella en la cama.La loba sentía que su cuerpo entero ardía y a la vez se enfriaba a tal punto que sus músculos se tensaban. Miles de voces gritando en su cabeza a tal punto que no podía entender ninguna. Pensaba que ya había pasado por ese proceso. Pero sentir las cosas tan vividas era demasiado. Incluso la textura de la sábana bajo ella y la que la cubría parecían miles de clavos que se hundían en su piel.-Priscila, Priscila, hija mía- la voz de su madre volvió a llegar en medio de la nebulosa de control y la hizo aferrarse a ella.A
Tanto Hades como Nebraska no podían creer lo que estaba diciendo el Comandante de Layan, con aquel rostro apacible.-Mi hija está en peligro y muriendo tras cada segundo. Si llevárnosla para salvarla es la opción lo haremos- la voz de Hades fue grave, sus ojos se volvieron dos pequeños puntos plateados.Vitore sintió que una gota de sudor bajaba por su espalda. Donde demonios estaba el imbécil de su alfa cuando él tenía que enfrentarse a los suegros de este. Sí, claro, ya recordaba, todavía encerrado.«Kei por favor, sálvame» rezó en su interior.Respiró profundo y enfocó nuevamente a los tres lobos que lo fulminaban con la mirada y casi lo intimidaban con su olor. Por suerte estaba acostumbrado a lidiar con estas situaciones sino no fuera el comandante de su manada. Las apariencias engañaban.-Alfa Hades, reina. Sé la