—Ponte de pie. No seas patético. —Ruedo los ojos y paso por su lado para ir a sentarme a mi sillón. Konstantin se queda en el centro de la oficina, mirándome—. Siéntate, hombre.
Le señalo la silla frente a mí. Juro que, si tengo que volver a decirle lo que tiene que hacer, le lanzo el portalápices. Sus ojos azules como zafiro me ven con cautela.
—¿Qué estarías dispuesto a hacer por mí? Sabes que necesito una prueba de tu lealtad. —Levanto una ceja y él se recuesta en la silla antes de suspirar.
—Lo que sea, Svetlana. De verdad.
—¿Matarías a tu padre? —soy directa. No tengo tiempo para andarme con rodeos.
Konstantin se tensa y baja la mirada a sus manos. Piensa, sopesa lo que le he preguntado.
—Lo haría —dice al fin. Sonrío de lado.
—No me lo est&
Planear una boda en menos de una semana es un reto bastante difícil. Y mucho más complicado es conseguir el vestido que quiero usar el gran día, pero para la Bratva no hay límites y hoy, justo un día antes de la celebración, todo está listo para la función.En estos últimos días las cosas han estado agitadas en la casona: reubicación de los hombres que custodian la casa por orden mía, mi madre ha abandonado la habitación principal para cederla al nuevo matrimonio y el personal de servicio preparando todo para recibir a los invitados. Todos se ajustan a las nuevas reglas que de a poco impongo para cuando tenga el mando por completo; desinstalación de cámaras de seguridad en donde no las necesito y colocación en otros lugares. En fin, trabajo y más trabajo.Sutilmente debo ir poniendo las cosas como a mí me plazcan para dar
Estoy lista para esto.Lista para encerrarme a mí misma en una jaula llamada matrimonio. Nunca he querido estar en esta posición, jamás deseé casarme, ser la esposa de un hombre, formar una familia. Ni siquiera con Aleksei. Esos nunca fueron mis planes. Ahora las circunstancias y mis ambiciones me obligan a hacerlo.Desde que firmemos ese contrato marital, me convertiré en la cabeza principal de la Bratva, eso es lo que debe importarme. Eso debe impulsarme a no huir.La puerta de mi habitación se abre y mi papá entra por ella. Tan guapo como siempre y enfundado en un traje hecho a la medida.—Hola —digo mirándolo por encima de mi hombro.—Es hora —me avisa. Suspiro.—Vamos a ello entonces —me escucho resignada, y lo estoy.Me giro y la enorme falda de mi vestido lo hace conmigo. Me inclino, tomo el ramo de rosas blancas d
Luego del furor del momento, los hombres en mi contra terminaron por acabarse la reserva de vodka de la fiesta. Amargados, furiosos por lo que ha hecho Konstantin. Para mi regocijo, no dijeron nada más e imitaron a Taras con una inclinación forzada de aceptación.Sé que en cualquier instante van a atacar, al menos Artur, por eso debo adelantarme y diez pasos.No dije nada luego que ellos bajaron del escenario. Me reservo las palabras. Solo me limité a sonreír con soberbia y mirarlos con el reto dibujado en mis ojos.Yo soy quien manda ahora, destronarme será muy difícil, por no decir imposible. Mi fuerza, todo lo que he pasado, me ha hecho de hierro, y dejarme vencer es algo que no voy a aceptar.Justo ahora tengo a mis padres y a Konstantin despidiendo a los invitados, la mayoría muy ebrios y otros con ganas de más fiesta. Lamentablemente yo quiero que se larguen ya y des
Cuando recupero la consciencia con lentitud, siento un peso en mi cintura y una calidez abrumadora en mi espalda. Parpadeo poco a poco hasta que abro los ojos del todo. Bajo la mirada para ver un brazo grande rodearme. Un brazo que conozco y que hace que caiga en cuenta de todo.Paso una mano por mi cara para alejar la somnolencia de mí y estiro el brazo para ver la hora en mi móvil. Las siete de la mañana, solo he dormido tres horas.Me deshago del agarre de Taras y me levanto de la cama. Me giro para verlo. Se ha colocado boca abajo tomando la mitad del lugar donde estaba acomodada. Sonrío antes de tomar mi teléfono y escribirle un texto a Boris.Consigue una muda de ropa para Dobrovolski. Me dirijo al baño a darme una ducha rápida, el estómago me ruge como si tuviera días sin comer y me urge ir a saquear el refrigerador. Cuando salgo del b
Me hago a un lado para dejar pasar a Taras y a Konstantin. Ambos ingresan en silencio a la estancia e interrumpen sus pasos al ver a Dasha. Justo cuando voy a cerrar la puerta, Beth, la cocinera que asignó Slava luego de que matara a Angelique, aparece con una bandeja llena de panecillos, queso, mantequilla, café y leche.—Deja eso en mi escritorio —le ordeno, ella lo hace en silencio.Taras levanta una ceja en mi dirección y luego escruta a la chica. Tiene esta extraña faceta de hablar sin decir ni una palabra.—Ella es Dasha. Saqueó nuestro cargamento cuando llegaba a los almacenes. —Empujo la comida sobre la mesa: hacia ella con una sonrisa—. Ve allá y come todo lo que quieras —le digo señalando un sofá al fondo de la oficina. Ella acata la orden sin protestar.—¿Ella? —pregunta Konstantin, incrédulo, mientras yo me dejo c
El lunes transcurre pesado como ningún otro. Atender a cada socio externo fue un trabajo difícil y tedioso, más de lo que pensé. Sin embargo, ya tengo cubierta esa parte y le he dicho a cada empresario que sus negocios con la Bratva van a continuar sin importar que yo haya tomado el control. Sus inversiones y sus negocios son de gran ayuda para blanquear nuestro dinero. A cambio, ellos reciben seguridad extra por parte de nosotros e inmunidad entre los de nuestra clase.Pero esto no se queda aquí, hay muchas cosas que hacer aún, como ver si dejaré a los mismos dirigentes de nuestros asentamientos en tierras extranjeras o los cambiaré, también visitar a nuestros aliados e ir personalmente a supervisar los negocios.En fin, trabajo y más trabajo.Vladislav se ha marchado esta mañana a Estados Unidos dejándome sola con esta panda de buitres. No obstante,
Cuando retornamos a la casa, diviso tres camionetas en la entrada, una es la de Taras y otra la de Konstantin. Desconozco la tercera, aunque me puedo hacer una idea debido a las circunstancias. Me bajo de mi vehículo y llevo a Mac conmigo. Entramos a la residencia con James detrás nuestro. Escucho voces masculinas provenientes de la sala de estar, por lo que me dirijo directamente allí.En el lugar se encuentra mi esposo sentado en el sillón individual, Taras parado en un costado y de brazos cruzados, mamá igual que este, pero detrás de mi marido. Por último, está Popov sentado en el sofá de tres plazas con un rostro muy enojado.—Buenas noches —digo con un atisbo de diversión en mi tono de voz.Vladimir se levanta de un salto y se pone frente a mí de forma amenazante. A mi lado Mac gruñe, al fondo Taras adopta una posición de alerta y Konst
Al día siguiente me despierto temprano, envuelta como se me ha hecho de costumbre, entre los brazos de Taras. Lo dejo a él en la ducha cuando me marcho a la sala de entrenamiento. Necesito sacar la adrenalina que tengo dándole unos golpes al saco de boxeo.Paso aproximadamente una hora en ello. Concentrada en mis movimientos, en mi evolución, en los gritos de James pidiendo más rendimiento de mi parte. Le doy una patada al saco con frustración y miro a mi guardaespaldas con el ceño fruncido.—Te aprovechas de la situación, ¿no? —le digo entre dientes.Sonríe de lado con arrogancia.—Es bueno darle órdenes a la jefa de vez en cuando.Niego con la cabeza y me acerco a mi botella de agua para poder refrescar mi garganta seca.—No te acostumbres.—A mí me perece perfecta. No tiene nada que mejorar. —Ambos g