Capítulo 31

La luna está grande y redonda, brillante y hermosa. La contemplo mientras aferro mi collar. A mi lado reposan mis lobos, atraídos y enamorados de la noche igual que yo. Respiro paz en este lugar, es uno de los pocos momentos donde mis tormentos no me persiguen, los recuerdos no me perturban. Estar aquí es como estar con él.

Acaricio con mi otra mano el pelaje gris de Rory, que descansa su cabeza en mis piernas, y me deleito con la suavidad de su pelo. Me he escapado de la fiesta unos segundos para respirar aire fresco y mantener mis instintos controlados. De lo contrario, saltaría al cuello de Slava y mandaría al carajo todo el trabajo que hemos hecho en silencio hasta ahora.

James se mantiene a una distancia prudente fuera de la jaula. Desde aquí puedo ver la espalda ancha de mi escolta. Está alerta, siempre esperando un ataque. Es todo músculos y altura, un típico guardaespaldas. A di

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