Eché a correr sintiéndome invencible, sin importarme en que estado se encontrasen los jirones que en algún momento fueron el vestido, sin que me preocupase la sangre reseca que estaba por todo mi cuerpo, y sin haberme parado a pensar en lo que había hecho ni en las responsabilidades que acababa de adquirir y con las que tendría que cargar hasta morir.
—¡Reika es la nueva alfa!— gritaba el niño correteando a mi lado, lo cual era una advertencia a todos los antiguos esbirros de Ezra que ahora se habían convertido en los míos.
No parecían muy molestos por el hecho de que hubiese asesinado a puñaladas a su líder, aunque no dejaba de vigilar con el rabillo del ojo a todos mis nuevos seguidores, quizás alguno de ellos quisiese promocionar a alfa aprovechando el caos que había desatado la lobismuller.
Cada vez eran más los que me seguían entre murm
—Como ya sabréis todos, soy vuestra nueva alfa.— me esforcé en alzar mi voz todo lo posible pese a estar agotada, conseguí sacar fuerzas ahora que me sentía apoyada.—Hoy no vamos a luchar.—anuncié.Los murmullos parecían aprobatorios en general, al fin y al cabo acababa de evitar una masacre.—¿Qué debemos hacer?— preguntó uno de los chicos.—Bueno, lo que queráis. — admito que esa orden era bastante floja, de hecho solo consiguió dejarme ante una masa confusa y expectante.—Ezra siempre nos mandaba hacer algo.—confesó el niño.—Sois libres.— dije tomando su manita entre las mías.— Solo tenéis que permanecer aquí si queréis hacerlo.Al ver sus rostros sorprendidos me di cuenta de que iba a tener que hacer una cantidad ingente de educaci&oacut
Duke había conseguido recuperar mi móvil, cuando lo volví a encender me encontré bastantes llamadas perdidas de Asena. —¿Hola?— pregunté preocupada cuando ella descolgó, no estaba preparada para recibir más problemas. —Hola, llamaba para ver qué tal te iba.—ella sonaba muy tranquila, probablemente solo me hubiese llamado tantas veces seguidas con la intención de que contestase lo antes posible.—¿Qué tal vas con el libro? —Bueno... experimenté con acacias y algunas cosas más.— dirigí la mirada al sendero que llevaba a la cueva.— El caso es que no he tenido mucho tiempo y me parece que voy a tener aún menos. —¿Estás bien?— de pronto se alarmó y noté angustia en su voz. —Ahora sí. — Ayax me hizo un gesto para indicar que me diese prisa.— Resumiendo, me secuestraron y maté a un hombre lobo y ahora soy la alfa. —¡¿Qué?!— a juzgar por su reacción había resumido demasiado, supongo que daba para unos cuantos capítulos después de todo. —El caso es que ahora no es un buen motivo, porque t
—Ya está todo preparado, Reika.— Tyson me recibió y me indicó el camino hacia la parte más alta, que iba a servir como escenario.—Gracias...—comencé a subir seguida por Max, Duke y Ayax en ese orden, supongo que a los demás no les hizo demasiada gracia aquel favoritismo.Una vez estando allí me di cuenta de que habían iluminado donde yo iba a estar con focos directos, de modo que no veía las caras que tenía a mis pies.—Bueno, antes que nada quiero agradecer a todos la confianza que habéis depositado en mí al quedaros a mi lado.— empezaron los aplausos y tuve que callarme unos segundos porque eran demasiado ensordecedores como para hablar por encima, busqué las miradas cómplices de quiénes cubrían mis espaldas pero ellos estaban cabizbajos.— Ahora que este vínculo que nos une ha dejado de ser una imposi
Alguien aporreó la puerta haciendo que diese un brinco desde el sillón para levantarme.—Es un hombre lobo... viejo.— anunció Max olisqueando el aire.No me entusiasmaba la idea de hombres lobo presentándose en casa de mi abuela sin previo aviso ni respeto, pero no quería faltar a mi deber como nueva alfa.Desde la mirilla pude ver a un hombre de unos cincuenta y muchos años, mediría algo más de un ciento ochenta centímetros y tenía una capa de pelo canoso que le cubría allá dónde se podía ver.Abrí la puerta confiando en que fuese un antiguo miembro de la manada de Ezra pero que no guardase rencor.—¿La nueva alfa?— preguntó incrédulo, en su tono se notaba la indignación y hasta un poco de asco.—Sí, soy Reika.— forcé mis labios a sonreír y creo que eso fue
—Vas a tener que darme unas cuantas explicaciones.— puede que tuviese que alzar el cuello para verle, pero no iba a dejar que me amedrentase, aunque debo admitir que era mucho más fácil sabiendo que estaba respaldada.—Bueno, esto no son maneras.— parecía ofendido al no poder intimidarme con su mala cara y su tono desagradable a volúmenes exagerados.— Tienes que conocer a mis socios.—¿Para qué iba a querer conocer a tus socios?— si lo hubiera sabido me hubiese ahorrado conocerle a él también sin dudarlo.—Porque hemos venido para quedarnos.—sonrió de forma tétrica alzando demasiado el labio superior, en realidad, dudo que aquello fuese una sonrisa y no un intento de gesto amenazante.—¿Qué quieres decir?— gruñó Ayax caminando hacia la puerta en tres zancadas. No dije nada con palabras pe
Cada uno de ellos se encontraba en una parte de la casa gritando por teléfono las noticias a cada una de sus familias. Mientras tanto yo preparaba un té verde para calmar mis nervios.Quizá no tenga mucha importancia visto desde fuera pero fue en este momento en el que me di cuenta de que no iba a poder estudiar veterinaria, esto requería demasiado tiempo.Sonó el microondas y saqué la taza con el agua a punto de hervir con mucho cuidado. Metí la bolsita de té y dejé un platillo sobre la taza para conservar el calor.Era curioso tener este momento de tranquilidad después de todo lo que había vivido. Me preguntaba dónde estaría mi madre, pero después de tantos años preguntándome lo mismo pensé que tampoco me urgía tanto saberlo como para sacrificar aquellos momentos para mí, ya que la había dejado sana y salva.<
Entramos al coche juntos. Duke conducía ya que era el mejor en ello, y yo iba de copiloto porque era la única que sabía llegar al Cerdo Borracho sin necesidad de depender de la calidad del internet que guiaba el Google Maps.—Quiero que sepáis que os quiero muchísimo.— dije justo antes de abrochar mi cinturón. Era algo obvio pero sentí la necesidad de aclararlo una vez más al ver mi vida en peligro.No tuvieron que responder, simplemente me hicieron llegar una sensación cálida y suave, que incluso consiguió tranquilizarme un poco.Todavía me estaba haciendo a la idea de que no estábamos en aquel coche para hacer una excursión a la playa y disfrutar de nuestra relación adolescente, estábamos de camino a una reunión con alimañas invasoras en calidad de representantes de cada una de nuestras manadas.No podía despegar
Una vez en frente del local leí el nombre en el letrero «El cerdo borracho » y tuve un dilema ético que me llevó a un momento de estar a solas con mis pensamientos pensando si de verdad estaba capacitada para enfrentarme a semejante crisis.El local era pequeño y no de un modo acogedor, sino agobiante; además de viejo y sucio (vi una cucaracha correr hacia el baño cuando hice ruido al entrar, el bicho parecía huir asqueado de semejante antro). Por si fuera poco, estaba repleto de gente, algo que les aseguraba a los invasores que trataríamos de pasar desapercibidos.Casi nos costó encontrarlos, pero su hedor debía ser inconfundible, porque Max me tomó la mano para que los acompañase hacia la mesa en la que estaban a los pocos segundos de entrar.Tenían una mesa para ocho de la cual solo estaban ocupando un lado, como si fuese la última cena. Estaba el tip