—No has probado la perdiz.— señaló Ezra.
Miré mi plato, ni siquiera había ensuciado los cubiertos de plata, este no era el final de vivir felices y comer perdices que él esperaba.—No quiero seguir con esto.— por no querer, no quería ni empezarlo.— No quiero que te tatúes mi nombre en el cuello, ni llevar tu marca en el mío, no quiero que me sigas manipulando a tu gusto, y sobretodo; no te quiero a ti.
—¡Cállate!— ordenó a gritos.
En cuanto levantó el tono de voz aparecieron dos chicos que lucían dispuestos a intervenir si era necesario.
—Tienes que entender que no puedes obligar a todos a hacer lo que tú quieras.— me levanté de la mesa.
—Reika...— respiró profundamente mientras describía círculos con los dedos índice y anular sobre sus sienes
Mi plan de provocar una revuelta contra Ezra había fracasado estrepitosamente, al parecer los genes de hombre lobo los hacen fieles hasta a un tirano sádico como él.Por suerte tenía el plan B esperándome bajo el colchón, en cuanto me llevaron de vuelta a la celda continué con la excavación. Tras unos larguísimos minutos de duro trabajo tenía un túnel angosto con el que podía traspasar los muros de la cueva si conseguía superar la angustia y claustrofobia que me provocaba estar allí, habiendo un peligro real de que aquello se derrumbase y yo quedara asfixiada en el subsuelo de una cueva en medio de un bosque perdido de Galicia donde jamás me encontrarían.Me debatía entre continuar arriesgando mi vida y exponerme al sufrimiento con tal de tener una posibilidad de escapar, o aceptar las ideas de Ezra el tiempo suficiente para que me creyese de su la
—¿Estás aquí sola?—negó con la cabeza y ambas nos escondimos tras los arbustos cuando oímos un ruido.—Los chicos están reuniendo a sus familias para enfrentarse a Ezra.— no podía creer lo que estaba oyendo.En primer lugar mi madre había venido para ayudarme cuando más la necesitaba, en lugar de abandonarme y huir para salvar su propio pellejo como ya había hecho en ocasiones anteriores.También debía haber hablado con Ayax, Max o Duke para saber eso, y lo habría hecho voluntariamente. Además se había referido a ellos como "los chicos" en lugar de usar su terminología habitual referente a monstruos y maldiciones.Pero la última conjetura que había sacado de aquella frase era la más increíble, al parecer estaban intentando reunir a tres manadas totalmente distintas para luchar contra la de Ezra
—¿Qué hacemos?— pregunté a mi madre aterrada. Ella no supo responder pero me agachó la cabeza para que no se me pudiese ver entre los setos.Llegó a mí una especie de brisa cálida y dulce acompañada de mariposas a lo largo de todo el cuerpo.—Son ellos, han venido a por mí. — aunque lo cierto es que quien me había salvado era mi madre, con bastante participación por mi parte.—Oh, no.— ella también comprendió que las cosas se habían complicado aún más. Sacó su móvil y llamó al número de Ayax.—Sin cobertura.Debí imaginarlo, estábamos en medio del bosque al fin y al cabo.—Salgamos de aquí y los avisaremos en cuanto podamos.—tomó mi mano pero yo la aparté.—Sabes que no puedo irme y dejar que luchen por m&
No llegué a dar ni veinte pasos en dirección a la cueva, cuando me encontré con un miembro de la manada frente a mí.—Reika.— murmuró mi nombre. No sabría decir si le había visto antes o no, tenía el aspecto más común posible con ojos marrones y pelo marrón todo vestido de negro, era un auténtico NPC.Me di cuenta de que sujetaba un cuchillo, lo cual me pareció terriblemente innecesario teniendo en cuenta que podía convertirse en hombre lobo y arrancarme medio cuello de un mordisco para seccionar mi carótida mucho más fácilmente.—¿Y ese cuchillo?— el hecho de que el filo apuntase hacia mí hacía que no me sintiese nada cómoda.—Oh, no voy a hacerte daño.— le dió la vuelta ofreciéndome el mango.—Es de una aleación de plata y adem&aac
Fui moviéndome entre los arbustos, ahora con bastante más cuidado hasta llegar a la cueva. Desde la entrada ya se podía oír alboroto.—Me da igual cuántos sean.— reconocí la voz de Ezra.—¡Dejad de ser tan cobardes!— aquello sonó exactamente como una bofetada, aunque es cierto que solo puedo sospechar lo que fue ya que me mantuve escondida tras las piedras.—¡Todos a luchar! ¡Luchad por mí!Entonces oí pasos viniendo hacia donde yo estaba, de inmediato me escondí completamente tras las piedras y la maleza pero creo que moví unas hojas al agacharme e hice ruido.Vi como tres de ellos se alejaban, pero uno se quedó rezagado, parecía sospechar algo.Preparé el cuchillo apretando bien el puño aún sin saber si iba a ser capaz de matar a un desconocido solo con tal de no delatarmi posición
—Reika, ¿dónde estás?— preguntó Ezra.Yo me quedé petrificada donde estaba, manteniendo aquella posición incómoda aplastada contra las rocas.—Sabes que puedo olerte perfectamente ¿verdad?— así se desvaneció mi esperanza de que estuviese hablando solo.— Mira la que está a punto de liarse ahí fuera y tú quieres seguir jugando al gato y al ratón.Por un instante hasta me sentí culpable, como si fuese yo quien había ido por ahí secuestrando a personas con tal de conseguir un par de citas con alguien que claramente no estaba interesada en tenerlas.—Reika, Reika, Reika...— canturreó mientras salía de la cueva. Me quedé especialmente impactada al fijarme en su cuello, llevaba mi nombre tatuado todo en mayúsculas en una tipografía muy parecida a la comic sans.&md
Iba a apartar las hojas que aún se interponían entre nosotros, parecía preparado para abalanzarse sobre mí y morderme, pero yo también estaba preparada para arremeter contra su cuello. Los dos teníamos mucho que perder.Entonces una flecha pasó a centímetros por nuestra izquierda, yo vi cómo se clavó en un árbol más allá y aproveché para clavar el cuchillo en su cuello cuando Ezra se giró para ver donde había acabado su trayectoria.No estaba segura de que hubiese sido una puñalada efectiva al ser mi primer asesinato, así que procedí a asestar varias más para asegurarme de que estaba muerto y así de paso liberé algo de rabia acumulada.Ya estaba tendido en el suelo y yo estaba bañada en sangre, pero no podía parar. Quizá no quería dejar de matar a Ezra porque una vez terminase te
Eché a correr sintiéndome invencible, sin importarme en que estado se encontrasen los jirones que en algún momento fueron el vestido, sin que me preocupase la sangre reseca que estaba por todo mi cuerpo, y sin haberme parado a pensar en lo que había hecho ni en las responsabilidades que acababa de adquirir y con las que tendría que cargar hasta morir.—¡Reika es la nueva alfa!— gritaba el niño correteando a mi lado, lo cual era una advertencia a todos los antiguos esbirros de Ezra que ahora se habían convertido en los míos.No parecían muy molestos por el hecho de que hubiese asesinado a puñaladas a su líder, aunque no dejaba de vigilar con el rabillo del ojo a todos mis nuevos seguidores, quizás alguno de ellos quisiese promocionar a alfa aprovechando el caos que había desatado la lobismuller.Cada vez eran más los que me seguían entre murm