—Creo que deberíais dejarnos a solas.—era increíble ver cómo Ezra contenía la rabia, claramente su estabilidad estaba pendiendo de un hilo.
—¿Es eso lo que quieres, cielo?— alzó el cuello por encima de él para dirigirme una mirada cómplice.
—En absoluto.— contesté alegremente, como si no fuera consciente de que era azuzar a la bestia un poco más.
—Ya la has oído.—musitó Ayax con una sonrisa maliciosa.
Ezra dió un paso hacia él, pero no continuó al ver que reaccionamos siguiéndole. Sin embargo mis reflejos no eran tan buenos como los demás y tardé en reaccionar unos segundos, cuando me di cuenta estaba terriblemente cerca de Ezra.
Noté muchísima presión en las sienes, lo cual indicaba que Ayax, Duke y Max estaban preocupados en exceso.—Os acompañaré hasta el coche.— propuso Ezra.Estaba demasiado sorprendida por los acontecimientos para negarme y antes de darme cuenta ya nos estaba llevando a la salida.Miraba a mi alrededor y allá donde alcanzaba la vista había miembros de la manada de Ezra, había montones de ellos, cientos. Desconfiaba de cada uno de sus movimientos, parecía una trampa, no podía ser tan fácil.Hades estaba enfrascado en recibí algo de cariño de María, les oí hablar sobre el miedo que ella había pasado pensando que nadie vendría a ayudarla y cómo su familia la había dado de lado al enterarse de todo lo ocurrido, al parecer ahora éramos sus héroes.Ayax no quitaba ojo a Ezra, mientras que Duke controlaba a todos sus acólitos y no dudaba en apartarlos cuando consideraba que se acercaban demasiado al parámetro de seguri
Subí la ventanilla y bloqueé las puertas con el seguro rápidamente. Duke intentó salir pero se lo impedí.Ezra seguía esperando una reacción volátil por mi parte, pero empezaba a escamarse.—Vámonos a casa.—dije seriamente.—Reika, tienen a tu madre.— me recordó María en voz baja con un tono preocupado. No hizo falta que respondiese, Ayax ya estaba gesticulando para que se callase.Estaba claro que no podía ser tan simple. Duke arrancó el coche y nos fuimos excediendo el límite de velocidad.Ezra parecía sorprendido de que nos fuésemos dejándola allí, habría sobrevalorado los sentimientos que procesaba hacia mi madre. No es solo que tuviese miedo, aunque también era el caso, y más ahora que tendría que entrar
Aunque estaba sin energía a muchos otros niveles, el consejo de Max resultó ser bastante acertado. Despertar acurrucada entre los amores de mi vida siempre resulta un consuelo, pero teniendo en cuenta la situación que tenía encima, quería quedarme así para siempre.—Buenos días.— susurró Duke. Comprobé que los otros dos aún seguían dormidos, Ayax a mi derecha y Max entre mis piernas.—¿Quieres levantarte de la cama?—negué con la cabeza suavemente, ya que aún estaba medio dormida, de modo que no mostré toda la efusividad que se merecía la pregunta.—Ya lo suponía.Sonreí y estiré el brazo hasta su cara para acariciarle.—Te está saliendo barba.— anuncié al sentir pequeñas punzaditas en la yema de mis dedos.—Para ser un hombre lobo, creo que no te puedes quejar de mi vello.— aquello me hizo sonreir aún más, lo cual parecía del todo imposible en el contexto.—¿Y si me dejo crecer la barba?—No, por favor.— susurré poniendo ojitos de cordero degollado y con las palmas de las manos juntas co
—Eso es una gilipollez.— arranqué la muñeca de su agarre repentinamente. Duke y Max me miraban pálidos.— En realidad los lobos no tienen esas jerarquías, el tipo que expandió esa teoría lleva años intentando corregirse.—¿De qué hablas, Reika?— Max estaba preocupado y sus ojos viajaban de mí a Ayax como en un partido de tenis, temía que cualquiera de los dos hiciese algo estúpido. —Las manadas de lobos no tienen "alfa" en libertad.— me aseguré de marcar bien las comillas para que resultase especialmente ofensivo. Tenía la suficiente información sobre investigación en el área de los lobos como para respaldar todo lo que decía.—Nosotros sí.— interrumpió Ayax, mientras se ponía en pie lleno de furia.—Te olvidas de que no somos simples cánidos, este sistema nos funciona.—Claramente no funciona conmigo. — me negaba rotundamente a ceder poder de decisión sobre mí a un hombre. Solamente lo había hecho por mi abuela, y ahora que me había dejado, nadie iba a ocupar ese lugar.—Por supuesto
No tenía ni la menor intención de molestar a mis amigas con aquellas estúpidas riñas maritales, sabía perfectamente que estaban estudiando muchísimo para las pruebas de acceso a la universidad y esto solo las entretendría. Me quedé mirando mi propia casa desde fuera, habría sido una idiota al marcharme yo cuando podía haber echado a los demás. Me extrañaba muchísimo que no sospechasen de mi mentira, es cierto que hice una actuación bastante convincente y me esforcé por herirlos hasta el punto de que ninguno necesitase acompañarme para asegurarse de que estaba bien. Vi a Max asomado entre las cortinas de la ventana de la cocina, estaba intentando hacerlo sin que nadie se diese cuenta pero hicimos contacto visual. Me rompió el corazón hacer esto pero sabía que si no le apartaba de mí drásticamente me seguiría, así que alcé el puño levantado el dedo medio hacia él. El pobre se apartó de la ventana cabizbajo sin decir nada. Duke y Max tenían demasiado ego para ser tan transparentes per
Antes de adentrarme en el bosque pasé por el cobertizo de las plantas de mi abuela y me aseguré de coger las pocas armas que puede usar una lobismuller cuyo poder es hacer pociones y ungüentos a base de plantas.Coloqué algunos frutos verdes de cicuta en la manga de mi camiseta con la intención de dejarlos caer sobre algo que él fuese a ingerir sin ser vista, claro que esto solo serviría en caso de que Ezra fuese igual de agradable que la última vez y tuviese preparada otra cena para dos a la luz de las velas.La Conium maculatum era el veneno perfecto, a no ser que no afectase a Ezra ya que al ser un hombre lobo era un poco distinto a los humanos, aunque en teoría sienta mal a todos los carnívoros.En los humanos, su ingestión provoca durante la hora siguiente trastornos digestivos; vértigos y cefaleas, parestesias, descenso de la temperatura corporal, reducción de la fuerza mu
No pasaron ni quince minutos desde que inicié el sendero hacia la guarida de Ezra y ya había aparecido uno de sus secuaces. Su cara me resultó especialmente familiar, era uno de los chicos que nos encontró la primera vez que vinimos.—Hola, Tyson.—él se sorprendió tanto o más que yo de que recordase su nombre.—Ezra ya sabe que estás aquí.— sonó más como una advertencia, como si tratase de decirme que huyera de allí.—Está bien, he venido a verle a él.— admití encogiendo los hombros, pero por su manera de reaccionar parecía que hubiese hablado como la loca de los gatos de los Simpson.—¿Has venido sola?—empezó a mirar entre los árboles buscando a los demás pero yo asentí.—¿Cómo se te
Tyson no me había soltado la muñeca hasta que llegamos a la guarida de Ezra, eran muchos los esbirros que me acompañaron hasta la mismísima boca del lobo pero saber que tenía a alguien más o menos de mi lado me hacía sentir menos sola.—Reika, ¿qué haces aquí?— Ezra salió de entre las sombras para recibirme.—Dijiste que era bienvenida cuando quisiera.—le recordé forzando una sonrisa.—¿Me lo he tomado demasiado al pie de la letra?—En absoluto, querida.—desvió la mirada hacia el bosque y después a toda du manada.—¿Qué diablos hacéis todavía aquí? Id a buscar a los otros.—comprendí que se refería a Ayax, Duke y Max, y probablemente a Hades también.—Ha venido sola, señor.