Me giré un poco más hacia la ventanilla del bus, porque el hombre que se había sentado a mí lado no paraba de intentar observar mi conversación con Ayax.
—Veo que no te acuerdas de mí.— de pronto se dirigió a mí, haciendo que diese un bote del susto.
—Perdone, ¿qué?— me quité los cascos para oírle mejor.
—Soy un viejo amigo de tu madre.— fruncí el ceño, mi madre no tenía amigos en este pueblo, no después de haberme abandonado de mala manera.— Nos vimos en el hospital hace poco, le hice una visita a tu abuela.
—Eso no es cierto.— sabía de muy buena tinta que me informaban de todas las visitas que mi abuela recibía. Irónicamente, iba en el bus hacia el hospital, Ayax estaba esperándome allí.
—No seas insolente, te digo que es verdad.— apoyó la mano sobre mi muslo y yo se la aparté de un golpe.
La pura rabia en mi rostro solo logró que él se mordiera el labio de forma vomitiva.
Por suerte l
—...Y por eso ahora tengo un problema enorme.— mi abuela estaba sedada así que aproveché para contarle todo el asunto.Aunque solo me encontrase con sus ojos cerrados y una respiración tranquila como respuesta, era reconfortante estar contándole mis problemas sentada a los pies de su cama.— Quizá estés preocupada por tu hija, está a salvo.— llevaba bastante tiempo metida en aquella habitación sin contacto alguno (yo les pedí a los chicos que no hablasen con ella), estaba a salvo, pero dudo que fuera feliz.—Sabes perfectamente que no puedo perdonarla, ni a mi padre tampoco.— me comenzaba a frustrar no recibir respuesta.— Sé que lo entiendes porque tú también les guardas rencor.Llamaron a la puerta y Ayax apareció entrando tímidamente, estaba cabizbajo.—Max ya ha comprado el test.— le hice un gesto y se sentó a mi lado, uno más y la cama del hospital se nos quedaría pequeña.—Lo sé.— apoyé la cabeza en su hombro.— ¿Qué tal con
—¡¡¡Síííí!!!— gritamos Lúa, Iris y yo al unísono.—¡Esto hay que celebrarlo!—dijo Iris mientras soltaba su subrayador rosa, parecía haberse rendido con lo de estudiar historia aquella tarde.—Claro, como si esta perra tuviera tiempo para nosotras.— fruncí el ceño ante el comentario de Lúa, no porque me hubiera llamado "perra" que se queda en nada al compararlo con "ramera de perros", me dolió porque tenía algo de razón. Estaba descuidando a mis amigas y estaba descuidando mis estudios.—Escuchad, intentaré veros pronto.—oí cómo llamaban al timbre, pero como lo hicieron al ritmo de la marcha imperial de Star Wars supe que era Max.—Bueno, tengo que colgar ya.Pulsé el botón rojo para finalizar la videollamada antes de que pudiesen enfadarse. Bajé al piso de abajo, ya estábamos todos.—He traído un regalo.— murmuró Max con una sonrisa mientras dejaba una caja de 144 condones sobre la mesa del comedor.<
—¿Sí?— cogí mi teléfono de las manos de Duke, me lo pasó porque estaba sonando en la mesilla junto a él. Era un número desconocido.—Hola, llamo del hospital, este es el número de contacto que dejaron para los familiares de María ¿correcto?— de pronto se me encogió el corazón, el estado de mi abuela no hacía más que empeorar y no me solían llamar para darme buenas noticias.—Sí, soy su nieta.— respondí con la voz temblorosa, al igual que todo mi cuerpo.—Reika, cielo, van a darle la extremaunción.— yo no era practicante, pero mi abuela lo hubiese querido y así pedí que fuera en caso de que la cosa se pusiera fea.— Haz el favor de traer a tu madre.—De acuerdo.— fruncí el ceño y colgué el teléfono.—¿Qué ocurre?— el tono tranquilo de la voz de Ayax no logró consolarme, y si eso no había funcionado, nada podría hacerlo.—Mi abuela se va a morir.— mi yaya tenía 97 primaveras, el alzhei
Sujetaba la mano lánguida y fría de mi abuela mientras ella se esforzaba por mantener los ojos abiertos, así llevábamos más de dos horas.—Yaya, puedes dejar de sufrir.—supliqué con la mirada emborronada por las lágrimas.—Por favor, descansa.— me dolía verla así, hablo de un dolor físico y real, una especie de tensión ardiente a lo largo de todo mi cuerpo que resultaba asfixiante.Tomó una bocanada de aire más, llevaba demasiado tiempo pasándolo mal, ella no se lo merecía.—Mamá.— me giré para encontrar a la mujer que me parió, junto a Max y Duke. Ella se acercó a la cama rápidamente y tomó la otra mano de mi abuela. La yaya cerró los ojos y soltó el aire por última vez. Se había ido.Era como si lo hubiera sentido. Como si quisiera dejarnos un mensaje con su último suspiro. La abuela sabía cómo arreglarlo todo hasta el último segundo de su vida. Así fue cómo nos dejó la mujer a la que más he querido y querré siempre; en manos
—He comprado algo de beber para todos.— en realidad salir a la máquina expendedora solo fue una excusa para ir a airearme un poco. El tanatorio resultaba un lugar frío."No me gusta la Coca-Cola..." Oí cómo Max murmuraba.—Perdona, se me había olvidado, iré a por algo distinto para tí.— no estaba en mi mejor momento de concentración así que era comprensible que olvidara los gustos en bebidas de los demás.—¿Por qué?— preguntó visiblemente extrañado.—Porque acabas de decir que no te gusta.— respondí frunciendo el ceño, había elegido un mal momento para probar mi paciencia.—Él no ha dicho nada.— intervino Ayax, también parecía confuso.—Lo he pensado.—añadió Max."Parece que la supersensibilidad esa por fin sirve de algo." Me giré hacia Duke para fulminarle con la mirada.—¿Estabas pensando?— no sería una novedad que Max se estuviera riendo de él, p
Hades y María hacían una pareja de lo más extraña, él era totalmente devoto, pero ella a penas le miraba a la cara. La marca de María parecía un poco distinta, era más superficial y rectilínea, como si no fuera de verdad.No sé qué pintaban en el velatorio de mi abuela, tuve que presentarlos como si fueran mis amigos; bueno, a ellos, a Duke, a Max, a Ayax, a Lua y a Iris.Ante el cristal que nos separaba del cadáver de mi abuela estaban también mi madre y mi tío. Os preguntaréis quién era mi tío, yo también, porque era la primera vez que le veía en mi vida. No se parecía nada a nosotras, tenía el pelo rubio con canas y los ojos tan oscuros que casi parecían negros, además el traje de cuadros que llevaba le quedaba tan grande que resultaba ridículo. Mi otra tía no se tomó la molestia de presentarse.—¿Qué haces aquí?— oí cómo mi madre hablaba con su hermano. Pese a estar a más de siete metros, los oía con mucha claridad. Cerré los ojos apoyada
Entramos en la capilla, como ya he dicho, yo no era creyente, pero mi abuela sí.El padre se puso a hablar y hablar de las bondades de Dios, leyendo sobre la marcha los datos de mi abuela para poder rellenar huecos en su sermón.En el momento en que el cura se puso a cantar y todos los demás le siguieron, decidí dedicarme a mirar las cristaleras.Después salimos y echó agua bendita sobre la ventanilla de atrás del coche fúnebre. Una vez terminado todo esto, entramos a los coches para seguir el ataúd de mi abuela hasta la tumba.Yo iba con Max, Duke e Iris. Lua llevaba a mi madre y a Ayax. Y mi tío iba solo.Una vez allí, llegó la peor parte, dónde no pude contener las lágrimas. El adiós definitivo. Tomé una rosa de la corona de flores que habíamos comprado y la guardé en mi bolso. Fue terrible ver la caja en la que estaba lo último que quedaba de mi abuela ser sepultada rápidamente.Tomé aire y comencé a caminar ha
—A ver, Ramón, resume.— el notario se había puesto a leer todo de carrerilla y no me había enterado de nada.—Resulta que a sus hijos, solo les ha dejado la legítima.— ambos parecían muy decepcionados, pero pasaron décadas sin ni siquiera llamarla por teléfono, era obvio que les iba a desheredar. Mi abuela no tenía gran cosa, y el hecho de que les quedase un quinto de lo que tenían que haber heredado para compartir entre los tres, lo dejaba en una cifra bastante pequeña.— El resto es para Reika, salvo unas hectáreas en el bosque que son para Asena Rivera.—¿Quién es esa?— fruncí el ceño, ni siquiera sabía que mi abuela tuviera tierras allí.—Mi hijastra.— respondió mi tío, aparentemente igual de sorprendido.Mi tío me enseñó una foto en el móvil, pero no me sonaba su cara, no recordaba haberla visto nunca. Asena también tenía el pelo castaño y los ojos azules, era más alta que yo aunque parecía tener mi edad.