Fue complicado asistir a seis horas de clases interminables sabiendo todo lo que me esperaba al salir. En mi mente se amontonaban decenas de escenarios posibles.
Por eso, cuando sonó el timbre salí de clase sin que la profesora hubiese acabado de contarnos el fracaso de Amadeo de Saboya como rey.
Llegué hasta la parada de autobús empujando niños de todas las edades, alturas, colores y olores. Me senté cerca de la puerta y me puse los cascos, preparada para un camino largo hasta el hospital.
—Hola.— indudablemente, esa voz se dirigía a mí. Por alguna razón, mi apariencia me hace accesible para los demás, lo cual es una tortura para alguien tan introvertida como yo.
Al ver su rostro di un salto sobre mí misma mientras tomaba aire estrepitosamente, era el otro chico.
—¿Qué queréis de mí?— aquello sonó como si solo me estuviese quejando, pero era una pregunta sin ánimo retórico.
—Eh... soy Max, creo que te merece
Llegué y en la recepción del hospital no había ni rastro de la enfermera que solía saludarme, no la había visto desde el incidente del lobo. El resto de personal me miró sin decir nada mientras yo entraba en la sala donde estaba mi abuela.—Ya he vuelto.—murmuré. Esperaba ver a mi tía jugando con su móvil o malgastando su tiempo de alguna otra forma. Pero o mi tía había cambiado mucho en un solo día, o ella no era aquel chico. Me encontré con Ayax sentado a los pies de la cama de la yaya.—Perdona, solo estaba vigilando, ya me voy.—levantó las manos de forma pacífica. Me resultó bastante difícil procesar toda aquella información, teniendo en cuenta que se me estaba acumulado.—Espera...— vi la calma en el rostro durmiente de mi abuela y le detuve agarrando su brazo.—¿Por qué?—Bueno, ya viste que tuve que detener a Javier antes de que le hiciese daño a tu abuela.— pestañeé muy fuerte y lento.—Por favor, no nos juzgues a todos por las acciones de uno. En reali
Ayax tenía algo que le hacía confortable, era como si a su lado todo se tranquilizase. Desde el momento en que le abracé por primera vez sentía que quería volver a hacerlo.—¿Estonces todos sois hombres lobo?—pregunté tratando de asimilar que la tarada de mi prima superfan de Crepúsculo iba a tener razón después de todo.—Algo así...— se notaba lo incómodo que le hacía sentir, pero era algo bastante importante para mí.— La definición de "especie" implica que sus individuos puedan aparearse entre sí dando lugar a descendencia fértil.— en este momento di gracias por haber estudiado biología en lugar de latín y griego.— Somos de la misma especie que los humanos, eso es seguro.— un escalofrío me recorrió la espalda, otra vez.— El licantropismo es un gen recesivo ligado al cromosoma Y, esto significa que...—Ya sé lo que significa.— le interrumpí ansiosa por saber más.— ¿Y eso qué tiene que ver conmigo?—Tú eres una lobi
—Reika, despierta.— Ayax me obligó a abrir los ojos y levantarme del sillón.—Duke ha venido para llevarte a casa.—¿Tú te quedarás con la yaya?—él asintió y eso me hizo sentir suficientemente segura como para dejarla en sus manos.—Hola, Reika.— Duke resultaba terriblemente atractivo, sus rasgos parecían tallados en mármol, salvo sus ojos que reflejaban una mirada cambiante y muy profunda.—Hola.— me sentía un poco culpable por no haber respondido sus mensajes.—¿Estás lista?— asentí y él sujetó la puerta de la habitación para que yo saliese. Besé a mi abuela en la frente y le di un abrazo bastante incómodo a Ayax.En la puerta del hospital solo vi tres ambulancias, un Seat panda y un range rover negro.—¿Lo estás dudando?— era como si me hubiese leído la mente. Abrió el range rover con la llave a distancia y entramos.Encendió la radio y nos pusimos en marcha. Tenía esa pose
—Hola.— saludé al conductor del autobús, ya que las personas que no lo hacen tienen una esquina con olor a basura reservada en el infierno.—Buenos días...— como todas las mañanas en ese tramo, el vehículo iba casi vacío.— No deberías esperar tanto tiempo ahí.— fruncí el ceño, solía salir unos minutos antes por si acaso.— Ha habido ataques de lobos en la zona.—¿Cuándo?— conseguí preguntar a pesar del nudo en la garganta.—Lo he leído esta mañana, una chica de tu edad ha desaparecido y creen que han sido los lobos.— tragué saliva, estaba empatizando con ella.—¿Por qué creen que han sido los lobos?— esperaba que solo se hubiese escapado de casa o algo así.—Estaba hablando por teléfono con su padre cuando la atacaron, ella lo dice en la llamada.— quizá fuese por las curvas, pero se me estaba revolviendo el estómago.—Me bajo aquí... Adiós.— dije al llegar al instituto. El conductor
Cerré la puerta del baño para asegurarme de que nadie entrase, aunque ya habían empezado las clases. Había intercambiado números de teléfono con Ayax, por si algo le pasaba a la yaya, así que le llamé a él.—¿Sí?— contestó con tono preocupado.—¿Qué le habéis hecho a esa chica?—estaba tan confusa que esa sensación en la garganta casi me impedía hablar.—No es lo que crees, Reika...—me dejé caer en una esquina.—¿Reika? ¿Estás bien? Por favor, contesta.—¿Dónde está?— sentía la necesidad de ayudarla.—Max se quedará con tu abuela, llegaré al instituto en veinte minutos.— colgué.Salí de allí con la excusa de un dolor de cabeza, ni siquiera tuve que esforzarme en pensar algo más complejo. Me senté en el bordillo de la acera, me sentía resacosa estos últimos días, decidí echar una ojeada a las redes sociales a falta de algo mejor que hacer.Por resumir minutos y m
—¿Sabes qué? Da igual lo distintos que creáis ser tú y los otros dos, no sois más que monstruos.— me alejé hasta chocar contra la puerta, incluso me planteé bajar del coche en marcha.— Lo lleváis en la sangre.—¿Nosotros somos los monstruos?—parecía realmente dolido.— Mira en mi mochila, te he traído algo.Le hice caso, primero me encontré una carpeta llena de recortes de periódico sobre la caza furtiva y montones de fotos de lobos asesinados.—Ellos son los monstruos, nos asesinan y lo llaman deporte.— tragué saliva al ver la sangre derramada, ese podría ser uno de ellos.— Cazan con la excusa de que han matado un par de ovejas. Es cierto, esas ovejas debían haber terminado obstruyendo las arterias de algún turista y el resto en la basura, a cambio del dinero necesario para que se pudiese seguir explotando a sus descendientes.— ni siquiera intenté abrir la boca ante semejante discurso.— Ocupan todo nuestro hábitat y esperan no verno
—¿Te encuentras bien?— olvidé mi enfado, me preocupaba más que Ayax estuviese sano.—Sí, tranquila.— tenía mil preguntas más, pero mi teléfono empezó a sonar, era Lúa.LÚA: Por qué no has venido a clase?YO: Lo siento ☹️ Ayax ha venido para buscarme.LÚA: Que morro!!!YO: Se encuentra mal.LÚA: Pues se me ocurre una medicina alternativa.YO: ¿Cuál?LÚA: Tu saliva en su saliva.YO: Que asco. Adiós?LÚA: Ciao?—¿Has hablado sobre mí con tus amigas?— fruncí el ceño guardando en móvil en el bolsillo.— Perdona, tengo la visión y el olfato muy desarrollados.—Bueno... Saben quiénes sois, pero no les he contado la parte de los hombres lobo.— vi su cara cuando dije las últimas palabras, era entre vergüenza y asco.—¿Qué pasa?—Suena fatal, como u
—Mira a través del cristal.— estábamos en una especie de fábrica aparentemente abandonada desde el exterior. Por dentro estaba reformada, con las paredes desnudas y sin muebles.María estaba en una cama, llevaba un pijama de color rosa, en la mesilla tenía una bandeja con agua y un sandwich.—Es uno de esos espejos trucados que salen en los interrogatorios de las películas.— interrumpió Ayax. Tengo que admitir, que pese a estar atada, no parecía un secuestro.—¿Por qué la tenéis aquí?— no cuadraba con ninguna de las teorías. Si fuesen tan buenos, no habrían raptado a una chica, y si fuesen tan malos ella ya estaría muerta.—Me disparó cazando.— solté un sonido de sorpresa.— Duke estaba contigo cuando Max y yo la sentimos...—fruncí el ceño.— Huele casi como tú, dulce pero sin esa especie de picor refrescante al final.—¿Significa que es como yo?— no podía quitarle los ojos de encima.