—Mira a través del cristal.— estábamos en una especie de fábrica aparentemente abandonada desde el exterior. Por dentro estaba reformada, con las paredes desnudas y sin muebles.
María estaba en una cama, llevaba un pijama de color rosa, en la mesilla tenía una bandeja con agua y un sandwich.
—Es uno de esos espejos trucados que salen en los interrogatorios de las películas.— interrumpió Ayax. Tengo que admitir, que pese a estar atada, no parecía un secuestro.
—¿Por qué la tenéis aquí?— no cuadraba con ninguna de las teorías. Si fuesen tan buenos, no habrían raptado a una chica, y si fuesen tan malos ella ya estaría muerta.
—Me disparó cazando.— solté un sonido de sorpresa.— Duke estaba contigo cuando Max y yo la sentimos...—fruncí el ceño.— Huele casi como tú, dulce pero sin esa especie de picor refrescante al final.
—¿Significa que es como yo?— no podía quitarle los ojos de encima.
—¡Suéltame!— aparté el brazo de Ayax de mi cintura.—¡Animal!—di un paso hacia atrás metiéndome en la habitación.— Deberían mataros a todos.Entonces él cerró la puerta de un golpe sin ni siquiera pestañear.—¿Reika?— María hizo un intento por acercarse pero estaba atada. El plan había funcionado, si fingía que también me secuestraban a mí ella estaría dispuesta a hablar conmigo.—¡María! ¿Qué haces aquí?— me apresuré a desatar sus muñecas.—Tengo un problema, es...— parecía querer decirme algo pero no atreverse a hacerlo.—¿Son los lobos?— ella asintió.—No entiendo nada, también estaban en mi casa.—¿No sabes nada de los lobos?—preguntó incrédula, yo negué con la cabeza.— En mi familia lo sabemos desde hace mucho tiempo, desde que mi tatarabuela—quien, aparentemente, también era familia mía.— fue asesinada en 1853.—¿Un lobo?— pregunté empatizando con la antecesora.
—Te vienes conmigo.— Ayax se metió en la habitación una media hora después de haber entrado yo.—No me toques.— dije de mala manera levantado las manos para no ofrecer resistencia.Una vez estábamos fuera, Ayax cerró la puerta.—Me merezco una puta explicación.— dije cruzando los brazos, esperaba que al menos la mitad de lo que María había contado fuese mentira.Ayax colocó el dedo índice sobre su labio inferior.—No está insonorizado.— murmuró. Señaló una puerta y tomó mi mano para conducirme hasta allí.Me recorrió un escalofrío acompañado de una sensación cálida en el bajo vientre.En la habitación diáfana solo había una cama con sábanas blancas. Las paredes del mismo color parecían muy gruesas según el tamaño esperado de la habitación, además la ventana era doble.Se dejó caer sobre el colchón y dio un par de toques a su lado, decidí sentarme también
Aún contemplaba el techo de aquella habitación, que se veía tan lejos desde donde estaba tumbada, junto a Ayax.Pero el techo siempre había estado a la misma distancia, el factor determinante aquí era la perspectiva.La perspectiva, la misma que hacía que para María los lobos fuesen bestias sanguinarias, pero, para mí unas criaturas bellas y misteriosas.La perspectiva hizo también que la entrada de Duke en aquella habitación fuese tan incómoda, ya que en este caso, le ofrecía un resumen de lo que allí había pasado.—Ayax...— temí cualquier reacción posible, ya que la mayoría de mis ideas contenían mordiscos y zarpazos.— la próxima vez avisa, hijo de puta.Aquello fue desconcertante, cuanto menos. Trataba de descifrar la cara del hombre que estaba desnudo a mi lado. En su cara no encontré nada más que una inmovilidad totalmente sólida.—Señorita, es mi turno.— tendió su mano hacia mí y y
—Solo una copa ¿no?— pregunté antes de salir del coche.—Las que desees.— Duke bajó y abrió mi puerta con caballerosidad.—Cuando digo que solo haré lo que pidas, lo digo en serio.Aquello me dio confianza, solo tenía que mantener la boquita cerrada, y eso no era tan complicado.Abrió la puerta y había un hombre MUCHO más alto que yo (insisto en su altura monstruosa), que debía medir un metro de ancho.—Los DNIs.— tuve que aguantarme la risa al oír su voz pitona pidiendo nuestra identificación. Duke hizo lo que pedía y le puso una pulsera de color negro con el logo del local.Saqué el carnet de dentro de la carcasa de mi teléfono y él se quedó mirándolo.—Aún eres menor de edad.— contra todo pronóstico, el eslabón perdido sabía contar y había visto mi fecha de nacimiento.—No hay problema, ¿verdad?— la mirada sanguinaria de Duke resultaba bastante convincente, pese a ser
Ya eran las tres de la madrugada. Se me había dormido la boca. Había meado en el segundo baño más sucio del mundo (el primero era el de al lado, en el que alguien había vomitado). Y estaba sentada en uno de los sillones con Duke poniendo una servilleta mojada en mi frente.—¿Estás bien?— preguntó él. Tuve que leer sus labios, entre la música y el zumbido constante en mis oídos, era imposible escuchar su voz grave.—Solo un poco mareada.— tengo que admitir que no había sabido controlar lo que bebía, no pensé que siendo solo un vaso de tubo aquello que el camarero me dió pudiese ser tan devastador.—¿Qué quieres que haga?— me miró intensamente. Mi perspectiva fallaba, todo se movía y el techo estaba muy alto.—¿Me das la mano?— asentí y comenzó a describir círculos con el pulgar sobre la palma de mi mano. — ¿Quieres que te bese?— volví a asentir de forma mecánica, ni siquiera sabía lo que decía exactamente. Hizo lo que pedí, movió sus
Tras un par de canciones más, decidí que ya había bailado suficiente. Duke no se movía, permanecía en un sillón frente a mí, sin apartar la mirada de mis movimientos atropellados.Noté que nadie se acercaba demasiado a mí, Duke negaba con la cabeza sutilmente y todos se apartaban.—Quiero irme ya.— murmuré al sentir que no se me pasaba el efecto. Era extraño que una sola copa me estuviese causando tal pérdida de control.—Claro.— se levantó y me tendió su brazo y salimos del local.—¿Te llevo a casa ya?— preguntó mientras me abría la puerta del copiloto. Yo asentí, estaba demasiado ocupada tratando de abrochar el cinturón como para hacer contacto visual.—Espera...— terminó de abrocharlo sin problemas.— A veces se atasca.No dijimos ni una sola palabra en el resto del viaje. Observaba a Duke apoyada en el respaldo de cuero, y eso era más cómodo que cualquier conversación. Pero solo me mantuvo entretenida unos minutos, después pa
Entramos en la habitación, la cama de matrimonio estaba decorada con globos en forma de corazón y pétalos de rosa.—Ven conmigo.— me lancé sobre la cama y tiré al suelo toda la decoración al quitar la sábana de arriba.—Reika, yo...— se sentó en el borde de la cama y yo me arrastré hasta allí. No quiero pillarme los dedos con esto, pero estoy casi segura de que pasó más de diez minutos hablando sobre lo mucho que le costaba controlarse a mi lado.—Da igual.— le interrumpí y después comencé a besar su cuello.—¿Estás segura?— asentí y él se colocó sobre mí suavemente.Acaricié su pecho mientras él me besaba y mi mano fue bajando lentamente hasta que él estaba totalmente... de pie separado de la cama.—No puedo evitarlo.— dijo entrecortado por gemidos.—¿Pero a tí qué te pasa?— me quejé al ver la sangre brotando de la herida en mi cuello. Al mirarle noté cómo cambiaba el c
—De acuerdo...— tenía sentados en una cama de motel a tres chicos muy guapos que decían estar enamorados de mí, ideal, de no ser por que se convertían en cánidos ocasionalmente.— Esto no puede seguir así, tenemos que hablar.— todos abrieron la boca pero los detuve.— Max, está claro que tenemos una conexión tan profunda que no podemos ver ni la punta del iceberg, no puedo deshacerme de tal cantidad de amor.—Reika, la primera vez que te vi deseé no volver a perderte nunca, solo tú puedes hacer que me vaya de tu lado.— Que ninguno de los dos hubiese olvidado el día en que le quité aquella astilla debía significar algo. Max sonrió creando un hoyuelo en su mejilla.—Ayax, no puedo negar que me tienes hechizada, me atraes de una forma innombrable.— fue la forma más bonita que se me pudo ocurrir para explicar que cada vez que me rozaba debía revisar si me había manchado el pantalón.—El sentimiento es mutuo.— respondió a la par que me gui