Ya eran las tres de la madrugada. Se me había dormido la boca. Había meado en el segundo baño más sucio del mundo (el primero era el de al lado, en el que alguien había vomitado). Y estaba sentada en uno de los sillones con Duke poniendo una servilleta mojada en mi frente.
—¿Estás bien?— preguntó él. Tuve que leer sus labios, entre la música y el zumbido constante en mis oídos, era imposible escuchar su voz grave.
—Solo un poco mareada.— tengo que admitir que no había sabido controlar lo que bebía, no pensé que siendo solo un vaso de tubo aquello que el camarero me dió pudiese ser tan devastador.
—¿Qué quieres que haga?— me miró intensamente. Mi perspectiva fallaba, todo se movía y el techo estaba muy alto.—¿Me das la mano?— asentí y comenzó a describir círculos con el pulgar sobre la palma de mi mano. — ¿Quieres que te bese?— volví a asentir de forma mecánica, ni siquiera sabía lo que decía exactamente. Hizo lo que pedí, movió sus
Tras un par de canciones más, decidí que ya había bailado suficiente. Duke no se movía, permanecía en un sillón frente a mí, sin apartar la mirada de mis movimientos atropellados.Noté que nadie se acercaba demasiado a mí, Duke negaba con la cabeza sutilmente y todos se apartaban.—Quiero irme ya.— murmuré al sentir que no se me pasaba el efecto. Era extraño que una sola copa me estuviese causando tal pérdida de control.—Claro.— se levantó y me tendió su brazo y salimos del local.—¿Te llevo a casa ya?— preguntó mientras me abría la puerta del copiloto. Yo asentí, estaba demasiado ocupada tratando de abrochar el cinturón como para hacer contacto visual.—Espera...— terminó de abrocharlo sin problemas.— A veces se atasca.No dijimos ni una sola palabra en el resto del viaje. Observaba a Duke apoyada en el respaldo de cuero, y eso era más cómodo que cualquier conversación. Pero solo me mantuvo entretenida unos minutos, después pa
Entramos en la habitación, la cama de matrimonio estaba decorada con globos en forma de corazón y pétalos de rosa.—Ven conmigo.— me lancé sobre la cama y tiré al suelo toda la decoración al quitar la sábana de arriba.—Reika, yo...— se sentó en el borde de la cama y yo me arrastré hasta allí. No quiero pillarme los dedos con esto, pero estoy casi segura de que pasó más de diez minutos hablando sobre lo mucho que le costaba controlarse a mi lado.—Da igual.— le interrumpí y después comencé a besar su cuello.—¿Estás segura?— asentí y él se colocó sobre mí suavemente.Acaricié su pecho mientras él me besaba y mi mano fue bajando lentamente hasta que él estaba totalmente... de pie separado de la cama.—No puedo evitarlo.— dijo entrecortado por gemidos.—¿Pero a tí qué te pasa?— me quejé al ver la sangre brotando de la herida en mi cuello. Al mirarle noté cómo cambiaba el c
—De acuerdo...— tenía sentados en una cama de motel a tres chicos muy guapos que decían estar enamorados de mí, ideal, de no ser por que se convertían en cánidos ocasionalmente.— Esto no puede seguir así, tenemos que hablar.— todos abrieron la boca pero los detuve.— Max, está claro que tenemos una conexión tan profunda que no podemos ver ni la punta del iceberg, no puedo deshacerme de tal cantidad de amor.—Reika, la primera vez que te vi deseé no volver a perderte nunca, solo tú puedes hacer que me vaya de tu lado.— Que ninguno de los dos hubiese olvidado el día en que le quité aquella astilla debía significar algo. Max sonrió creando un hoyuelo en su mejilla.—Ayax, no puedo negar que me tienes hechizada, me atraes de una forma innombrable.— fue la forma más bonita que se me pudo ocurrir para explicar que cada vez que me rozaba debía revisar si me había manchado el pantalón.—El sentimiento es mutuo.— respondió a la par que me gui
Desperté cuando los rayos de sol entraron a la habitación a través de los agujeros de la persiana.Abrí los ojos y encontré a Ayax, me giré hacia el lado derecho y ahí estaba Duke. Al mirar hacia abajo encontré a Max que dormía con la cabeza apoyada en mi vientre.Tal y como ya avisé, aquello no había sido un sueño aunque pudiese parecerlo.No tenía más ganas de dormir, pero cerré los ojos, me quedé tal y cómo estaba para poder seguir disfrutando del momento. Estaba más que satisfecha.—Buenos días.— susurró Max al darse cuenta de que ya estaba despierta. Besó mi ombligo y yo di un salto sobre la cama por su culpa.—Tengo cosquillas.— reí cruzando los brazos bajo mi pecho.—¿Ah, sí?— noté las malas intenciones en el tono de Duke sin ni siquiera tener que girarme para ver su expresión pícara.Antes de que pudiese reaccionar ambos estaban haciéndome cosquillas a propósito.—¡Ayax! ¡A
—Hola.— las abracé a la vez. Tengo que admitir que últimamente las había tenido un poco descuidadas, pero las quería mucho.—Por fin, llevamos siglos sin verte.—Lúa sonrió.— Venga, mueve el culo, vas a comprarme un helado.—¡Yo también quiero!— dijo Iris dando palmadas y saltitos. Era lo que se esperaba de alguien que llevaba puesta una camiseta de My little pony.—¿Las dos lo queréis de chocolate negro?— ellas asintieron. Veníamos a esta cafetería porque tenían el mejor helado que jamás haya probado. El sitio era un local pequeño, estaba decorado como una librería (de hecho tenían algún que otro buen libro por allí), las mesas eran de madera y los sillones tenían un estilo de lo más elegante.Fui hasta la mesa en la que se habían sentado, con tres helados de puro chocolate negro en una bandeja y siete euros menos.—Estos helados son la polla.— dijo Iris sorprendiéndonos con una palabrota.
—Gracias por traerme.— dije antes de cerrar la puerta del coche destartalado de Lúa.—No te preocupes, debes estar agotada.— no sabría decir si Iris se estaba burlando de mí o lo decía en serio. Lo cierto es que sí estaba cansada, pero de muy buen humor.—Vas a gastar un dineral en condones.— por supuesto, Lúa había pasado toda la tarde soltando comentarios de ese estilo.—Adiós, chicas.— sonreí y vi cómo se alejaban. La sonrisa me duró poco, al girarme hacia el hospital recordé que no todo era felicidad en mi vida.Envié un mensaje al grupo de WhatsApp que había hecho con Ayax, Max y Duke; para avisarles de que había ido al hospital y no llegaría a casa para comer.Fui hasta la habitación de la abuela sin ni siquiera anunciar mi llegada, me sentía fatal por haber estado pasándolo bien mientras ella estaba en esa cama.Cuando entré distinguí una figura femenina sentada a su lado. Mi cerebro entró en cort
—Reika, abre la puerta, por favor.— oí la voz cálida de Ayax al otro lado y no tuve otra opción que hacer lo que pedía.—Hemos notado que había otra lobismuller y el rastro nos ha llevado hasta tu madre.—Max estaba sudando como un cerdo y Duke no podía quitar los ojos de mi madre, todos estaban terriblemente tensos.—¿No me vas a presentar a tus amigos?— cuando mi madre soltó aquello sentí unas ganas de asesinar como jamás las había experimentado.Besé la mano de mi abuela y me despedí en gallego.—¿Ahora quieres hacer de madre?— la miré como si quisiera derretirla y comencé a andar hacia la salida.Escuché cómo Ayax enviaba a Duke para seguirme mientras ély Max se quedaban.—Dejadla, debería saber lo que es sentirse abandonada.— tenía años y años de rencor acomulado hacia ella.—No podemos dejarla, si nosotros hemos notado su presencia no habremos sido los únicos.— daba igual cuanto me
—¿Cuántas salas tenéis aquí para encerrar gente?— pregunté mientras observaba a mi madre sentada en el suelo apoyada en la pared que daba con la habitación de María.—Cinco.— contestó Max inocentemente.—No podremos mantener esto mucho tiempo, es imposible manteneros a salvo a todas.— de pronto me di cuenta de que los tres me estaban mirando fijamente.—¿Y qué queréis que haga yo?— Max fijó la vista en sus zapatillas blancas, Duke se giró cabizbajo y Ayax se puso una mano en la nuca.—Puedes hacer eso... Eso que hacen las lobismuller...— se atrevió a decir Ayax.—¿Qué ladras?— aquella expresión tenía aún más sentido hablando con ellos. Él se señaló el cuello tímidamente.—¿Queréis marcarme? ¡Como si fuese una maldita vaca! ¡Yo no soy propiedad de nadie!— Es solo que... si María y tú estuvieseis marcadas el resto de la manada perdería el interés en vosotras.— puede que no se lo merec